13 octubre, 2012

Después del 7-O, Venezuela sigue

El acto electoral del 7 de Octubre de 2012 en Venezuela
Fueron 6 los candidatos que se presentaron el domingo 7 de Octubre, para optar a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela. Dos mujeres y cuatro hombres. Con el 95,58 % de los votos escrutados, el candidato Hugo Chávez obtuvo 55,11% frente a 44,27% que obtuvo el candidato Henrique Capriles. Los votos de las otras cuatro candidaturas sumados representan alrededor del 0,60%. La población venezolana se abocó a votar, fue una participación multitudinaria que supuso el 80,9% del censo electoral. La más alta de la historia democrática de Venezuela.
Este proceso estuvo todo el tiempo controlado por los dos grandes colectivos políticos que aspiraban llevar su candidato a la presidencia: el Gran Polo Patriótico (GPP), por una parte y por la otra la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con testigos en cada una de las 39.018 mesas de votación instaladas en todo el país, más las 304 situadas en diferentes países del mundo. El triunfo de la candidatura de Hugo Chávez, luego de 13 años de gobierno, se hizo efectivo en 22 de los 24 estados del país, incluyendo el Distrito Capital.
La presencia masiva de gente produjo grandes colas, algunas de hasta 500 metros, en un ambiente participativo. La gente aguardaba con alegría su momento, en algunos casos durante 2 o más horas. Había personas de todas las edades y estatus, destacando la gran cantidad de jóvenes y los mayores con más de 80 años. En Catia -barriada popular del oeste de Caracas- presencié como un Guardia Nacional se acercó a un anciano y lo acompañó al recinto de votación. La gente allí presente no protestó, aplaudió el gesto.
Un pueblo en el ejercicio de su derecho
Estas elecciones se desarrollaron en el contexto de un pueblo en pleno ejercicio de sus derechos democráticos. El pueblo venezolano ha conquistado espacios de expresión, de participación y de empoderamiento. El Gobierno Bolivariano ha facilitado el tránsito. Hoy las comunidades son difícilmente manipulables, y en este contexto las elecciones se dan en un ambiente de fiesta, de conciencia ciudadana y en paz. Quien quiso provocar zozobra se encontró aislado en su propio desajuste.
El proceso previo y el acto electoral del día 7 de octubre ha sido una ocasión para mostrar el vigor ciudadano a través del voto. Este evento dignificado por la masiva participación es un ejemplo. Como es de suponer, hubieron también curiosidades; por ejemplo, alguien dijo "si no gana mi candidato no volverán a contar con mi voto"; unas señoras se persignaban al depositar el voto; y a más de una persona se la veía con gesto de orar.
En una correspondencia clara con la transición demográfica que vive el país, la juventud en su primera o segunda oportunidad como electores demostraron que la apatía juvenil en los asuntos públicos es un eufemismo, y fueron a dejar su huella para el futuro del país.
Dos propuestas para dos modelos de país
La fase previa de la competencia partidista por la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, estuvo marcada por dos enfoques de la política y del concepto de gobierno. Las características que identificaban a cada una de las propuestas política de los dos principales contendientes, eran indefectiblemente distintas, incluso contrarias en temas focales. Una se manifestaba socialista humanista y la otra de signo capitalista neoliberal.
Es decir, dos proyectos distintos respecto a la economía, la educación, la cultura, los valores sociales y el modelo de vida. En términos filosóficos, irreconciliables. Los discursos de los candidatos y de sus voceros eran también distantes, si no se camuflaban. Mientras el oficialismo daba a conocer su propuesta programática de gobierno, marcando terreno, la oposición ponía énfasis en desacreditar al contrincante, quizás para crear una matriz de opinión, entrando al final de la carrera a ofrecer mejoras en políticas sociales que ya existen y que sorprendió a mucha gente (¿camuflaje?).
Los poderes tras bambalinas
Chávez ha ganado estas y todas las elecciones a Presidente que se ha presentado. Él es la referencia. Ahora bien, a estas elecciones Capriles no las ha perdido, ni tan siquiera su plataforma, la MUD, es quien pierde. Quién ha perdido estas elecciones es el "grupo de poder" (en la sombra) que lo respaldó y lo financió, y que hasta 1999 manejó el país en lo económico, lo político, lo cultural, etc., y que aún mantiene importantes cuotas de ese poder. Ellos eran los pedagogos de los gobernantes, dictaban leyes y reglas, pontificaban sobre lo que era bien y lo que estaba mal, mientras tanto amasaban fortunas con las que compraban contratos, voluntades y tierras, considerándose a sí mismos como los llamados, los únicos que sabían y que tenían con qué comandar y con qué justiciar.
Haber perdido todas las elecciones desde 1999 y además perder estas de 2012 ha de ser muy duro, posiblemente indigerible para ese sector de los poderosos, herederos de una minoría social convencida de "su derecho" histórico y de "su poder" no cuestionable. Lo que lleva algunas dudas: ¿Cederán fácilmente esos reyecitos a "sus" privilegios? Para esa clase social ¿qué valor tienen los principios democráticos?... Son núcleos humanos ideológicamente pro-fácticos que, en algunos casos, han controlado el país por siglos.
Consideran de derecho propio su hegemonía, y por ende, cabe pensar que difícilmente dejaran, sin más, que unos advenedizos con un séquito de desarrapados vulneren su tradición y lo que consideran su propiedad por la simpleza de una operación aritmética.
El resultado electoral del 7-O deja al descubierto otros oprobiosos ataques al proceso socio-económico y político de Venezuela, al propinarles una clara derrota moral. Me refiero a grandes medios de comunicación venezolanos, latinoamericanos, españoles y norteamericanos, que han desplegado -y lo siguen haciendo- vergonzosas campañas difamatorias por la falsedad o la tergiversación en sus informaciones.
Entre los medios españoles destacan El País, ABC, El Mundo, La Razón, Cadena SER, Radio y Tv española, etc. Esos medios, juntos con medios venezolanos, se han convertido en una especie de Internacional en apoyo a la derecha empresarial, bancaria y política en Venezuela, montando una matriz de violencia exacerbada, de incapacidad gubernamental y falta de libertad contra Chávez, y por ende contra la revolución bolivariana. Buscando evitar que Chávez, con su proyecto de socialismo, siga al frente del gobierno. En España se ha extendido la matriz de que Chávez es un dictador y que el proceso venezolano es un fraude, en gran medida por la línea informática de los medios de comunicación.
La matriz de "antichavismo" montada es tan fuerte, que produce disociación en los seguidores de esos medios; veamos un caso que, aunque aislado es sintomático: la noche del 7-O en el municipio San Francisco, del Estado Zulia (occidente del país) dos jóvenes mueren por disparos de un conocido de ellos con el cual habían apostado dinero sobre el resultado electoral, el hombre perdió la apuesta y cuando los jóvenes pretenden cobrarla, furioso se niega y los mata; huye del lugar y se encuentra con una grupo de chavistas que festejan la victoria con sus banderas y vestimenta roja, sin conocerles el hombre acelera su vehículo y los atropella matando a cinco de ellos, entre los que había mujeres y niños.
Los ojos del mundo en Venezuela
En este proceso electoral venezolano, los acompañantes (observadores) y representantes extranjeros dieron fe de la transparencia, la libertad y la tranquilidad con que se desenvolvió, independientemente de episodios aislados, localizados y controlados de intentos de violencia, claramente provocada con la intención de desacreditar el acto comicial. Antes y durante los comicios electorales estuvieron presentes observadores cualificados de América Latina, El Caribe, Europa, África, Asia y Oceanía.
El jefe de la misión de acompañantes de la UNASUR, Carlos Álvarez, dijo que "el pueblo venezolano ha dado una lección extraordinaria a la comunidad internacional, fortaleciéndose en ello también la democracia suramericana", recordando que ciertos sectores de la comunidad internacional tenían dudas o cuestionamientos en torno a la democracia electoral venezolana. Estas votaciones echaron por tierra esos rumores "malintencionados que lo que pretendían era levantar sospechas sobre el funcionamiento electoral venezolano, a la vez que mostró la realidad a aquellos que ingenuamente creían que en Venezuela no funcionaba la democracia". Emocionado añadió: "me conmuevo porque a los latinoamericanos nos costó mucho sufrimiento recuperar la democracia, muchas muertes, muchas desapariciones, muchas torturas y muchas persecuciones".
Los dirigentes del oficialismo, de la oposición y los observadores internacionales, coincidieron en manifestar al final de la contienda que el Consejo Nacional Electoral demostró ser un árbitro competente, eficaz, transparente y confiable.
Hacia un nuevo proceso constructivo
Terminado el sufragio, el oficialismo celebró hasta horas de la madrugada su holgado triunfo. Mientras, respondiendo a preguntas de periodistas, el vocero de la oposición declaró que estaban tristes porque no les alegraba el resultado electoral, pero, dijo, "estos más de 6 millones de venezolanos que votaron a Capriles merecen una respuesta", reconociendo a la vez que los más de 8 millones de votos a favor de Chávez también merecían respeto. "Venezuela espera mucho liderazgo" añadió.
Voces de uno y otro lado coinciden en que, ahora se trata de construir un cambio profundo en algunas políticas. Y como no, en la pedagogía del poder. Pero un cambio que además de visible sea abierto a la participación ciudadana e integrador. Un cambio de calidad a partir de todo lo que se ha avanzado en los últimos años, no sólo en lo económico sino también en lo cultural, donde los valores fundamentales sigan siendo, entre otros, los de la solidaridad, la convivencia y el reconocimiento del otro.
Lo que muestra Venezuela con estos dos grandes bloques políticos, no es una división en la sociedad, no, es más bien la muestra de que permanecen dos enfoques, dos escuelas  de entender el país en la economía y en la sociedad, dos modelos, uno que se afianzan en la economía de mercado y la propiedad privada, y el otro en una economía social y humanista donde la gente y su felicidad son origen y fin. La construcción del país en equilibrio ha de lograrse en la vertebración social, y la revolución necesaria ha de hacerse desde las comunidades. Es así como, la posibilidad de encuentro fructuoso entre el oficialismo (izquierda) y la oposición (derecha) va a depender de la capacidad y la disposición al encuentro, y sólo de ahí puede nacer un diálogo enriquecedor.
El Presidente Chávez, al siguiente día de su triunfo, llamó al Henrique Capriles felicitándole por la campaña y ofreciendo su disposición a conversar. Vale destacar esta llamada, por cuanto no fue Capriles, el que llamó al reelecto Presidente. Ni siquiera en las palabras dirigidas a sus seguidores, después de que el CNE informara de los resultados, nombró ni felicitó a Hugo Chávez, como presidente electo. Actitudes estas que reflejan los talantes, y que deja también alguna moraleja: la soberbia es una mala compañía.
Dado el primer paso, parece presentarse el momento de abrir espacios. Quizá para empezar habrá que convocar a quienes conservan principios democráticos de la política, aunque respondan al modelo occidental encajonado en listas cerradas y en la representatividad, alejado de la democracia participativa y protagónica, como plantea la revolución venezolana. Para eso, habrá que apostar por un proceso generoso de intercambio y debate constructivo.
La soberanía en política
Mientras que el modelo económico neoliberal impuesto desde el FMI y el BM no se muestra incapaz de resolver los problemas que él mismo genera en el mundo, y cuya prueba contundente se tiene en "la crisis" que ahoga a los pueblos y esclaviza a los Estados, como sucede en Norteamérica y en Europa. En Venezuela se da un proceso transformador, revolucionario que alumbra incluso a Latinoamérica y El Caribe.
Tratando el tema político de la independencia, en su día el Che dijo: "La soberanía política y la independencia económica son dos términos que tienen una estrechísima unión y necesariamente deben ir juntos. Si no hay economía propia, si se está penetrado por un capital extranjero, no se puede estar libre de la tutela del país del cual se depende, ni mucho menos se puede hacer la voluntad de ese país si choca con los grandes intereses del otro que le domina económicamente… la soberanía política es el instrumento para la conquista económica y para hacer realidad en toda su extensión la soberanía nacional".

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