Boletín NC&T Vol. 1, No. 662 10 de Septiembre de 2008.
Las células madre adultas se originan en una parte del cerebro diferente de la que comúnmente se había venido señalando, y con la estimulación adecuada pueden producir nuevas células cerebrales para reemplazar a las perdidas por enfermedades o lesiones cerebrales, según demuestra un estudio realizado por científicos de la Universidad de California en Irvine.
Las evidencias muestran de manera muy sólida que las verdaderas células madre en el cerebro de los mamíferos son las células ependimarias que forran los ventrículos en el cerebro y en la médula espinal, en vez de las células en la zona subventricular, como creían anteriormente los biólogos.
Los ventrículos cerebrales son cámaras huecas llenas de fluido que sostienen al tejido cerebral, y están cubiertos por una capa de estas células ependimarias.
Es crucial conocer la fuente de las células cuando se desarrollan terapias basadas en células madre. Además, el saber que estas células normalmente durmientes pueden ser inducidas a realizar la división celular abre el camino hacia terapias futuras en las que las propias células madre del paciente produzcan nuevas células cerebrales para tratar enfermedades y lesiones neurológicas, como por ejemplo el mal de Parkinson, los derrames cerebrales o las heridas neurológicas provocadas por accidentes y otras causas no naturales.
"Con tal terapia, sabríamos a qué células en el cuerpo activar, y su descendencia tendría todas las propiedades necesarias para reemplazar a las células dañadas o ausentes", explica Darius Gleason, autor principal del estudio. "Éste es un enfoque muy prometedor de la terapia con células madre".
Las células madre son las "células primordiales" que producen todas las demás células especializadas del cuerpo humano. Si los científicos pudieran controlar la producción y diferenciación de las células madre, serían capaces de utilizarlas para reemplazar los tejidos dañados.
Uno de los objetivos de la investigación en células madre es mejorar el transplante de las mismas. El proceso usual pasa por inyectar en el cuerpo del paciente células sanas que pueden encajar genéticamente con las del paciente o no. El transplante de células madre con diferencias genéticas importantes requiere el empleo de fármacos para evitar que el cuerpo rechace el tratamiento.
Pero si se puede trabajar habitualmente con las células madre del propio paciente, se eliminaría la necesidad de transplantes y de fármacos inmunosupresores, lo que sería sin duda una mejor alternativa.
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