El monstruoso accionar de Estados Unidos respecto a Cuba, una vez más entró en debate, a partir de la votación que fue llevada a cabo por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Como era de suponer, si se tiene en cuenta que el aislamiento económico, financiero y comercial que se aplica sobre la isla es un capricho, 185 naciones aprobaron la resolución que condena a Washington.
Hace casi 50 años Estados Unidos cercó a Cuba, cuando en 1962 el entonces presidente John Fitzerald Kennedy aplicó sanciones económicas al gobierno de Fidel Castro. Una vez impuesta esta agresión, el país perdió acceso a la Inversión Extranjera Directa (IED), así como también a tecnologías de punta y a la posibilidad de ingresar al mercado estadounidense.
La explicación más racional sobre dicho bloqueo, fue dada por el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d'Escoto. El nicaragüense explicó a Prensa Latina, que Estados Unidos "no tolera que exista un lugar como Cuba que se levanta como heroína de la solidaridad y defensora de valores que el mundo necesita para la supervivencia de la especie humana".
Es importante tener en cuenta que esta no es la primera vez que Washington recibe una sanción por mantener un bloqueo que a esta altura -tal como señala d'Escoto- es una "obsesión enfermiza". Hace 17 años consecutivos que la ONU condena y Estados Unidos hace oídos sordos, y continúa como si nada hubiese pasado.
Según el canciller cubano Felipe Pérez Roque "el daño directo acumulado que ha provocado el bloqueo a Cuba supera los 93 mil millones de dólares", lo cual se traduce en casi dos veces el Producto Bruto Interno (PBI) de la isla.
El presidente de la Asamblea General, mostró la indignación que provoca dicho accionar, al preguntarse "de qué sirve la Asamblea cuando votaciones con mayoría abrumadora que reflejan los deseos del 95 por ciento de los miembros de la ONU son ignorada de manera olímpica".
Utilizando las palabras del canciller cubano en una carta enviada a d'Escoto, publicada en Pulsar, "el bloqueo es una política genocida e ilegítima". Sin embargo, empeñado en continuar con esa política exterior caprichosa, la Casa Blanca continúa haciendo oídos sordos.
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