Lamento decir que tengo tanta potencia eólica que   estoy poniendo el mar dentro de sus salas a lo largo de toda la costa este de   Estados Unidos sobre el océano Atlántico. El mar es como una ensaladera llena de   agua e inclinada de tal modo que no puede sino derramarse. 
Mis vientos   llegan a 150 kilómetros por hora. Van a perder velocidad a medida que se   adentren en tierra, pero para entonces habrán empujado tanta agua sobre la costa   que habrá inundaciones por todas partes y durante toda la noche de este lunes   29. 
Inundaciones causadas por marejadas récord ya se presentaron en   varias zonas de Nueva Jersey. Y seguirán así en ese estado y en su vecino Nueva   York. 
Probablemente cause daños de miles de millones de dólares en   Washington, Nueva York, Boston y otras partes del noreste de Estados Unidos. Y   seguramente mataré a varias personas. Ya lo he hecho. Unas 60 perdieron la vida   cuando pasé por Jamaica,   Cuba y Haití hace unos días. 
Soy una fuerza de la naturaleza, pero   es importante que entiendan que esto no es mi culpa. Nací apenas el 22 de este   mes en las aguas cálidas del sudoeste del mar Caribe como un conjunto de   tormentas eléctricas y lluvias, lo que ustedes llaman una depresión tropical,   primer estadio en la formación de un huracán. 
Una de las rarezas de mi   nacimiento fue que se produjo muy al final de la temporada de huracanes. Pero   esto pasa cada vez con más frecuencia, a medida que el clima se calienta y   grandes partes del océano conservan el calor por mayor tiempo. 
El aire y   el agua están más cálidos porque la atmósfera tiene ahora cientos de millones de   toneladas de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la quema de carbón,   petróleo y gas, así como de la deforestación, la agricultura y las industrias.   
Ustedes ya saben que el CO2 es como una frazada que mantiene el planeta   tibio, reteniendo parte del calor que le dan los rayos solares. Pero esos   cientos de millones de toneladas de CO2 que ustedes, los humanos, han puesto en   la atmósfera hacen que la frazada sea más y más gruesa y capture más calor del   Sol. 
Esa cantidad extraordinaria de energía calorífica atrapada equivale   a explotar 400.000 bombas atómicas como la de Hiroshima cada día, los 365   días del año. 
La mayor parte de ese calor extra ha ido a los océanos.   Por eso las temperaturas terrestres se han elevado en promedio apenas ocho   décimas de grado desde la era preindustrial. Los mares son más y más calientes,   y sus aguas cálidas se expanden, como cuando la olla se recalienta y la leche   hirviendo se derrama. Esa es una razón de la elevación del nivel del mar; la   otra es el derretimiento de los glaciares e hielos polares. 
El aire más   caliente puede asimismo cargar más humedad. Las mediciones realizadas muestran   que ahora hay entre cuatro y seis por ciento más vapor de agua en el aire, por   lo que las precipitaciones son más intensas. 
Yo nací en el agua a una   temperatura de al menos 28 grados. Para crecer fuerte necesito agua tibia y un   aire bien cargado de humedad. Había abundancia de ambos la semana pasada, y en   la noche del lunes 22 la velocidad de mis vientos era lo suficientemente fuerte   como para llamarme tormenta tropical. Para el miércoles 24 era más poderosa y me   bautizaron huracán Sandy, el décimo de la temporada. 
Este año ya tuvo 18   tormentas tropicales, por lo que 2012 podría convertirse en el tercero de mayor actividad ciclónica de la historia. 
Los   huracanes vivimos sobre el agua caliente y el aire húmedo. Por eso perdí   potencia cuando pasé por las montañas y colinas de Jamaica y Cuba. Pero la   extensa zona de aguas inusualmente cálidas que se extienden desde Florida hacia   el norte por la costa este estadounidense me aportaron la energía para seguir   existiendo y crecer en poder y tamaño. 
De hecho, soy tan grande que   podría ser el mayor registrado hasta la fecha. Esto tampoco debe sorprender. El   calor creciente atrapado por la frazada de CO2 es el combustible de las   tormentas y de la creciente humedad para lluvias más copiosas y más inundaciones   que en el pasado. Y la elevación del mar significa que las marejadas serán más   destructivas. 
Huracanes y tifones fuimos durante millones de años la   forma que halló la Tierra para redistribuir el calor. Imagínense que somos como   gigantescas válvulas de presión. Cuando el calor atmosférico aumenta como ahora,   nadie debe asombrarse de que seamos más grandes y potentes. 
Ya dije que   soy una fuerza de la naturaleza. Muchos dirán que soy un acto de Dios. Pero   ahora sabemos que eso ya no es cierto, ¿verdad? 
Este lunes 29 por la   mañana giré con rumbo norte-noroeste y estoy a unos 400 kilómetros al sudeste de   Nueva York. Ya debo de ser la tormenta de mayor tamaño, tengo una extensión   total de unos 3.200 kilómetros. 
Quería permanecer sobre el mar abierto,   pero una gran columna de aire frío y alta presión sobre la región de los Grandes   Lagos me ha puesto en este rumbo. La inminente colisión entre ese frío y el aire   muy caliente y húmedo me harán más potente y peligrosa. 
Es imposible   decir con certeza si el derretimiento del hielo marino del Ártico, que alcanzó   este año un récord histórico, tiene alguna responsabilidad en esto. 
Yo   sé que la mayor parte del hielo del Ártico se derritió en 2012. El   hielo refleja la energía solar, pero el océano oscuro la absorbe. Para que el   Ártico vuelva a congelarse debe librarse del calor, arrojándolo a la atmósfera.   Ahora precisamente hay allí cantidades récord de energía calorífica saliendo del   mar e ingresando al aire. 
Esto viene pasando cada otoño boreal de los   últimos años. Otra vez, no deben sorprenderse de que la liberación de todo ese   calor extraordinario altere los patrones meteorológicos. 
La corriente en   chorro, los vientos oeste-este que actúan como la frontera entre el frío ártico   y las latitudes medias más tibias, está perdiendo fuerza, moviéndose más al   norte y volviéndose más errática. 
Otro factor que me impulsa a   adentrarme en territorio de Estados Unidos es una maciza cúpula de alta presión localizada en el sudoeste de   Groenlandia. Sin ese bloque de alta presión, posiblemente hubiera resistido el   empuje del sistema de baja presión y permanecido en el mar. 
Ese sistema   de alta presión está parado allí desde hace semanas; los bichos raros de la   meteorología lo llaman "evento de obstrucción". Ya produjo una extensión récord   de altas temperaturas y un deshielo también récord en Groenlandia. 
Sí,   estoy usando mucho la palabra "récord". Es porque el clima ha virado hacia un   territorio desconocido. El calor y la sequía sin precedentes del recién   concluido verano boreal en Estados Unidos son solo un ejemplo. 
Y las   cosas van a seguir cambiando. Las tormentas podemos ser más y más grandes y   podemos aparecer con mayor frecuencia o presentarnos en lugares a los que antes   no íbamos. No hay modo de saberlo. 
De algo sí pueden estar seguros: el   clima de los últimos 20 siglos ya no existe. Yo soy parte de la nueva   normalidad. 
* Habla el huracán Sandy – Blog en inglés.   (FIN/2012)
05 noviembre, 2012
Hola, soy Sandy. Por Stephen Leahy
UXBRIDGE, Canadá, 29 oct (IPS) - Hola, les habla el   huracán Sandy. La gente me llama "Frankentormenta", "supertormenta" e incluso   "bomba meteorológica". La verdad es que no pretendo dañar a nadie. Pero una   humedad atmosférica y un calor oceánico sin precedentes me han dado un poder   incontrolable.
  
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