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10 octubre, 2009

CUBA-ESTADOS UNIDOS: Señales entrecruzadas

Por Patricia Grogg

LA HABANA, 9 oct (IPS) - El gobierno de Cuba intensificó su campaña de denuncias sobre el impacto social y económico del embargo que le impone Estados Unidos, mientras se entrecruzan vestigios inamistosos con señales de distensión y acercamiento entre ambas naciones.

Las prohibiciones de Washington que por casi medio siglo han impedido las relaciones económicas y comerciales con Cuba resumen la mayor contradicción entre los dos países, envueltos en un diferendo que ha disminuido en intensidad bajo la administración del demócrata Barack Obama. 

Según La Habana, pese al clima menos hostil, Washington continúa aplicando el bloqueo con todo rigor y no ha emprendido acción alguna para desmontar el complejo entramado de leyes y disposiciones administrativas que conforman las bases legales de las medidas restrictivas. 

Pero, a la vez, el gobierno cubano de Raúl Castro ha calificado de respetuosas y útiles las conversaciones sostenidas en julio en Nueva York sobre asuntos migratorios, y el 17 de septiembre en la capital cubana, para el eventual restablecimiento del servicio de correo postal directo. 

Para sostener este último diálogo viajó a La Habana la subsecretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, Bisa Williams, quien extendió su estancia varios días, sostuvo conversaciones con el vicecanciller Dagoberto Rodríguez y asistió al concierto Paz Sin Fronteras, celebrado el 20 de septiembre y organizado por el cantante colombiano Juanes. 

La funcionaria estadounidense de mayor rango que viene a Cuba después de varios años también visitó una zona de Pinar del Río situada a 162 kilómetros al oeste de esta capital y muy dañada por los huracanes de 2008, y se reunió con algunos representantes de la disidencia interna. 

El mismo día en que el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos rompió el hermetismo guardado sobre esa visita, su Oficina de Intereses (SINA) en La Habana ofrecía una recepción para presentar a su nueva encargada de asuntos públicos, Gloria Berbena, y a Molly Koscina, segunda en el cargo. 

En esa reunión hubo una masiva asistencia de personalidades del mundo cultural afines al gobierno cubano y una notoria ausencia de opositores, algo inédito en más de una década. La SINA ha sido acusada con frecuencia por La Habana de promover la subversión por el apoyo que presta a la disidencia interna. 

Se trató, según algunos, de un paso más en los tanteos de acercamiento del gobierno Obama, que también amplió las facilidades financieras y de viaje para la comunidad cubana residente en Estados Unidos e interesada en mantener una relación normal con sus familiares en esta isla. 

Pero otros conocedores de las relaciones bilaterales reaccionaron con escepticismo y poco entusiasmo. "Diría que en todo esto hay más forma, estilo, que contenido. Además, no creo que las condiciones políticas y económicas que enfrenta Obama le permitan ir más allá", comentó a IPS una fuente que pidió no ser identificada. 

Por ejemplo, prosiguen las restricciones al intercambio académico, prácticamente inexistente en este momento debido a las continuas negativas de visados para el sector científico en ambas direcciones, dijo. "Los rechazos se justifican con las leyes vigentes en Estados Unidos, o sea, el embargo", recalcó la fuente. 

En el campo cultural, la Orquesta Filarmónica de Nueva York debió suspender una visita prevista para fines de este mes pues el Departamento del Tesoro estadounidense negó las licencias a unos 150 patrocinadores de la gira a Cuba, según explicó en un comunicado el portavoz de la orquesta Eric Latzky. 

Las autoridades cubanas estiman que los daños directos e indirectos emanados del bloqueo impuesto en 1962 suman unos 96.000 millones de dólares. La Habana presentó nuevamente ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un proyecto de resolución que pide el cese de las sanciones, y que será analizado el 28 de este mes. 

Para asegurar una votación igual o aún mejor que la lograda el pasado año, cuando su moción recibió el apoyo de 185 estados y solo tres votos en contra, la diplomacia cubana se está aplicando a fondo en la denuncia de los costos del embargo y su extensión inclusive a terceros países. 

Del impacto no se salva ni el deporte. Según el informe presentado ante la ONU, el embargo ha impedido que empresas y subsidiarias estadounidenses en otras naciones vendan a Cuba equipos y materiales necesarios para su laboratorio antidopaje. Las pérdidas por equipamiento fuera de servicio ante la falta de repuestos ascienden a 781.000 dólares. 

A principios de octubre, autoridades de la agricultura, el transporte, la ciencia, la tecnología, el ambiente y la industria azucarera informaron por separado a medios de prensa extranjeros de pérdidas sufridas por no tener acceso al mercado estadounidense, por limitaciones financieras y prohibiciones de todo tipo. 

En el sector agropecuario, entre abril de 2008 y marzo de este año se perdieron 149 millones de dólares, según Alcides López, viceministro de Agricultura. Las áreas más afectadas son el tabaco, con pérdidas de 93 millones de dólares, la cría de cerdos, con 28 millones, y la avicultura, con 24 millones de dólares. 

Una legislación adoptada por Washington en 2000 permitió a productores estadounidenses vender alimentos a Cuba, pero las autoridades cubanas se quejan en el informe a la ONU de que las regulaciones y controles burocráticos a esas transacciones causaron en 2008 gastos adicionales por casi 155 millones de dólares. 

Con esos recursos, Cuba pudo haber comprado en el mismo mercado estadounidense, a los precios promedio de ese año, 339.000 toneladas de trigo, ó 615.000 toneladas de maíz, ó 126. 760 toneladas de pollo para consumo de más de 11 millones de cubanos incluidos en el programa de la canasta básica, alegan. 

La industria azucarera estima a su vez que en el período analizado perdió más de 127 millones de dólares debido, entre otras causas, a la obligación de hacer sus compras para el sector en mercados lejanos, a operaciones financieras más costosas por no poder usar el dólar estadounidense ni bancos o firmas asociadas con ese país. 

El levantamiento del embargo figura como primer punto a abordar en un eventual proceso de diálogo dirigido a mejorar las relaciones con el país vecino, según anunció el canciller Bruno Rodríguez ante la ONU el 28 de septiembre. En tanto eso llega, la diplomacia trabaja para una nueva condena en el máximo foro internacional. 

Será la decimoctava ocasión en que el gobierno de esta isla caribeña somete a consideración de la ONU el pedido de cesar una política calificada por el funcionario como "fallida", "obsoleta" y "éticamente inaceptable". (FIN/2009)

03 octubre, 2009

Chomsky: guerra, drogas y política, elementos del mundo bipolar

Blanche Petrich.*

¿Qué lecciones nos han dejado dos décadas de una realidad mundial unipolar? Noam Chomsky disertó  largamente en Méxio sobre esta pregunta y dejó en oídos del auditorio ideas sorprendentes, en una conferencia magistral en la Sala Nezahualcóyotl, transmitida en vivo por TV Unam y 12 televisoras públicas y universitarias que se enlazaron para enviar la señal a Aguascalientes, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tlaxcala, Yucatán, Durango y Nuevo León, además de por La Jornada on line.

Ideas sorprendentes como la de Barack Obama, presidente de Estados Unidos, descrito como una mercancía con una mercadotecnia tan exitosa, que el año pasado mereció el primer lugar en campañas promocionales por parte de la industria de la publicidad. Más famoso que las computadoras Apple. Tan vendible como una pasta de dientes o un fármaco.

O la idea de que la invasión estadunidense a Panamá, en 1989, hoy apenas una nota a pie de página para muchos, fue en realidad la señal de que Wáshington iniciaba, a través de la ficción de la guerra contra las drogas, una nueva etapa de dominación, cuando apenas habían pasado algunas semanas de la caída del Muro de Berlín.

O bien, un dato puntual, asombroso: la preocupación manifestada en 1990, en un taller de desarrollo de estrategias para América Latina en el Pentágono, de que una eventual apertura democrática en México osara desafiar a Estados Unidos. La solución propuesta fue imponer a nuestro país un tratado que lo atara de manos con las reformas neoliberales. La propuesta se materializó en el Tratado de Libre Comercio (TLC), que entró en vigor en 1994.

Así, la reseña de Chomsky de las dos últimas dos décadas llegó al momento actual, al proceso de remilitarización de América Latina con siete nuevas bases en Colombia y la reactivación de la Cuarta Flota de su armada. Todo, para aterrizar en la visión de un continente, el nuestro, que pese a todo comienza a liberarse por sí solo de este yugo, con gobiernos que desafían las directrices de Washington, pero sobre todo con movimientos populares de masas de gran significación.

Congruente con esta importancia que Chomsky da a los procesos sociales y a su constante llamado a visibilizar a sus protagonistas, al concluir su conferencia magistral y una entrevista con TV Unam, el académico todavía tuvo fuerzas para encontrarse brevemente con Trinidad Ramírez, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco, esposa del preso político Ignacio del Valle, la cual agradeció al conferencista que fuera firmante de la segunda campaña por la libertad de 11 presos, le regaló su paliacate rojo y, por supuesto, también su machete.
En La Jornada, México D.F.

Texto de la conferencia de Noam Chomsky

Al pensar en cuestiones internacionales, es útil tener presentes varios principios de generalidad e importancia considerables. El primero es la máxima de Tucídides: Los fuertes hacen lo que quieren, y los débiles sufren como es menester. Esto tiene un importante corolario: todo Estado poderoso descansa en especialistas en apologética, cuya tarea es mostrar que lo que hacen los fuertes es noble y justo y lo que sufren los débiles es su culpa.

En el Occidente contemporáneo a estos especialistas se les llama intelectuales y, con excepciones marginales, cumplen su tarea asignada con habilidad y sentimientos de superioridad moral, pese a lo disparatado de sus alegatos. Su práctica se remonta a los orígenes de la historia de la que tenemos registro.

Los principales arquitectos

Un segundo punto, que no hay que olvidar, lo expresó Adam Smith. Él se refería a Inglaterra, la potencia más grande de su tiempo, pero sus observaciones son generalizables. Smith observaba que los principales arquitectos de políticas públicas en Inglaterra eran los comerciantes y los fabricantes, quienes se aseguraban de que sus intereses fueran bien servidos por tales políticas, por gravoso que fuera el efecto en otros –incluido el pueblo de Inglaterra– y pese a la severidad que tuvieran para quienes sufren la salvaje injusticia de los europeos en otras partes.

Smith fue una de esas raras figuras que se apartaron de la práctica normal de retratar a Inglaterra como una potencia angelical, única en la historia del mundo, dedicada sin egoísmo al bienestar de los bárbaros. Un ejemplo revelador, en estos términos exactos, es un ensayo clásico de John Stuart Mill, uno de los más decentes e inteligentes intelectuales occidentales, en el que explicaba por qué Inglaterra tenía que culminar su conquista de la India en aras de los más puros fines humanitarios. Lo escribió justo en el momento de mayores atrocidades de Inglaterra en la India, cuando el verdadero fin de una mayor conquista era permitir a Inglaterra apoderarse del monopolio del opio y establecer la más extraordinaria empresa de narcotráfico en la historia mundial, y así obligar a China, con lanchas cañoneras y venenos, a aceptar las mercancías de fabricación británicas, que China no quería.

La plegaria de Mill es la norma cultural. La máxima de Smith es la norma histórica.

Hoy, los principales arquitectos de las políticas públicas no son los comerciantes y los fabricantes, sino las instituciones financieras y las corporaciones trasnacionales.

Una refinada versión actual de la máxima de Smith es la teoría de la inversión en política, desarrollada por el economista político Thomas Ferguson, la cual considera que las elecciones son la ocasión para que grupos de inversionistas se unan con el fin de controlar el Estado, en esencia comprando las elecciones.

Como muestra Ferguson, esta teoría es un mecanismo muy bueno para predecir políticas públicas durante un periodo largo.

Entonces, para lo ocurrido en 2008 debimos haber anticipado que los intereses de las industrias financieras tendrían prioridad para el gobierno de Obama. Fueron sus principales provedoras de fondos y se inclinaron mucho más por Obama que por McCain. Y así resultó ser. El semanario de negocios Business Week se ufana ahora de que la industria de las aseguradoras ganó la batalla por la atención a la salud, y de que las instituciones financieras que crearon la crisis actual emergen incólumes y aun fortalecidas, tras un enorme rescate público –lo que acomoda el escenario para la siguiente crisis–, apuntan los editores.

Y añaden que otras corporaciones aprendieron valiosas lecciones de estos triunfos y ahora organizan grandes campañas para frenar la aprobación de cualquier medida relacionada con energía y conservación (por suave que sea), con pleno conocimiento de que frenar esas medidas negará a sus nietos cualquier posibilidad de supervivencia decente.

Por supuesto, no es que sean malas personas, ni son ignorantes. Ocurre que las decisiones son imperativos institucionales. Quienes deciden no seguir las reglas son excluidos, a veces en formas muy notables.

Las elecciones en Estados Unidos son montajes espectaculares (extravaganzas), conducidos por la enorme industria de las relaciones públicas que floreció hace un siglo en los países más libres del mundo, Inglaterra y Estados Unidos, donde las luchas populares habían ganado la suficiente libertad para que el público ya no tan fácilmente fuera controlado por la fuerza. Entonces, los arquitectos de las políticas públicas se dieron cuenta de que iba a ser necesario controlar las actitudes y las opiniones. Uno de los elementos de la tarea era controlar las elecciones.

Estados Unidos no es una democracia guiada como Irán, donde los candidatos requieren la aprobación de los clérigos imperantes. En sociedades libres, como Estados Unidos, son las concentraciones de capital las que aprueban candidatos y, entre quienes pasan por el filtro, los resultados terminan casi siempre determinados por los gastos de campaña.

Los operadores políticos están siempre muy conscientes de que con frecuencia el público disiente profundamente, en algunos puntos, de los arquitectos de las políticas públicas. Entonces, las campañas electorales evitan ahondar en cualquier punto y favorecen las consignas, las florituras de oratoria, las personalidades y el chismorreo.

Cada año la industria de la publicidad otorga un premio a la mejor campaña promocional del año. En 2008 el premio se lo llevó la campaña de Obama, derrotando incluso a las computadoras Apple. Los ejecutivos estaban eufóricos. Se ufanaban abiertamente de que éste era su éxito más grande desde que comenzaron a promocionar candidatos cual si fueran pasta de dientes o fármacos que asocian con estilos de vida, técnicas que cobraron fuerza durante el periodo neoliberal, primero que nada con Reagan.

En los cursos de economía, uno aprende que los mercados se basan en consumidores informados que eligen racionalmente sus opciones. Pero quien mire un anuncio de televisión sabe que las empresas destinan enormes recursos a crear consumidores uniformados que eligen irracionalmente sus opciones.

Los mismos dispositivos utilizados para derruir mercados se adaptan al objetivo de socavar la democracia, creando votantes desinformados que tomarán decisiones irracionales a partir de una limitada serie de opciones compatibles con los intereses de los dos partidos, que a lo sumo son facciones competidoras de un solo partido empresarial.

Tanto en el mundo de los negocios como en el político, los arquitectos de las políticas públicas son constantemente hostiles con los mercados y con la democracia, excepto cuando buscan ventajas temporales. Por supuesto, la retórica puede decir otra cosa, pero los hechos son bastante claros.

La máxima de Adam Smith tiene algunas excepciones, que son muy instructivas. Un ejemplo contemporáneo importante son las políticas de Washington hacia Cuba desde que ésta obtuvo su independencia, hace 50 años. Estados Unidos es una sociedad que goza de una libertad poco común, así que contamos con buen acceso a los registros internos que revelan el pensamiento y los planes de los arquitectos de las políticas públicas.

A los pocos meses de la independencia de Cuba, el gobierno de Eisenhower formuló planes secretos para derrocar al régimen e inició programas de guerra económica y de terrorismo, cuya escala fue aumentada bruscamente por Kennedy, y que continúan en varias formas hasta nuestros días. Desde el inicio, la intención explícita fue castigar lo suficiente al pueblo cubano para que derrocara al régimen criminal.

Su crimen era haber logrado desafiar políticas estadunidenses que databan de la década de 1820, cuando la doctrina Monroe declaró la intención estadunidense de dominar el hemisferio occidental sin tolerar interferencia alguna de fuera ni de dentro.

Aunque las políticas bipartidistas hacia Cuba concuerdan con la máxima de Tucídides, entran en conflicto con el principio de Adam Smith, y como tales nos brindan una mirada especial sobre cómo se configuran las políticas. Durante décadas, el pueblo estadunidense ha favorecido la normalización de relaciones con Cuba. Desatender la voluntad de la población es normal, pero en este caso es más interesante que sectores poderosos del mundo de los negocios favorezcan también la normalización: las agroempresas, las corporaciones farmacéuticas y de energía, y otros que comúnmente fijan los marcos de trabajo básicos para la construcción de políticas.

En este caso sus intereses son atropellados por un principio de los asuntos internacionales que no recibe el reconocimiento apropiado en los tratados académicos en la materia: podríamos llamarlo el principio de la Mafia. El Padrino no tolera que nadie lo desafíe y se salga con la suya, ni siquiera el pequeño tendero que no puede pagarle protección. Es muy peligroso. Debe, por tanto, erradicarse brutalmente, de tal modo que otros entiendan que desobedecer no es opción. Que alguien logre desafiar al Amo puede volverse un virus que disemine el contagio, por tomar prestado el término usado por Kissinger cuando se preparaba a derrocar el gobierno de Allende.

Ésa ha sido una doctrina principal en la política exterior estadounidense durante el periodo de su dominio global y, por supuesto, tiene muchos precedentes. Otro ejemplo, que no tengo tiempo de revisar aquí, es la política estadunidense hacia Irán a partir de 1979.

Tomó su tiempo cumplir los objetivos plasmados en la doctrina Monroe, y algunos de éstos siguen topándose con muchos impedimentos. El fin último perdura y es incuestionable. Adquirió mucho mayor significación cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en una potencia global dominante y desplazó a su rival británico. La justificación se ha analizado con lucidez.

Por ejemplo, cuando Wáshington se preparaba para derrocar al gobierno de Allende, el Consejo de Seguridad Nacional puntualizó que si Estados Unidos no lograba controlar América Latina, no podría esperar consolidar un orden en ninguna parte del mundo, es decir, imponer con eficacia su dominio sobre el planeta. La credibilidad de la Casa Blanca se vería socavada, como lo expresó Henry Kissinger. Otros también podrían intentar salirse con la suya en el desafío si el virus chileno no era destruido antes de que diseminara el contagio.

Por tanto, la democracia parlamentaria en Chile tuvo que irse, y así ocurrió el primer 11 de septiembre, en 1973, que está borrado de la historia en Occidente, aunque en términos de consecuencias para Chile y más allá sobrepase, por mucho, los terribles crímenes del 11 de septiembre de 2001.

Aunque las máximas de Tucídides y Smith, y el principio de la Mafia, no dan cuenta de todas las decisiones de política exterior, cubren una gama bastante amplia, como también lo hace el corolario referente al papel de los intelectuales. No son el final de la sabiduría, pero se encaminan a él.

Con el contexto proporcionado hasta el momento, miremos el momento unipolar, que es el tópico de gran cantidad de discusiones académicas y populares desde que se colapsó la Unión Soviética, hace 20 años, dejando a Estados Unidos como la única superpotencia global en vez de ser sólo la primera superpotencia, como antes.

Aprendemos mucho acerca de la naturaleza de la guerra fría, y del desarrollo de los acontecimientos desde entonces, mirando cómo reacciona Washington a la desaparición de su enemigo global, esa conspiración monolítica y despiadada para apoderarse del mundo, como la describía Kennedy.

Unas semanas después de la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos invadió Panamá. El propósito era secuestrar a un delincuente menor, que fue llevado a Florida y sentenciado por crímenes que había cometido, en gran medida, mientras cobraba en la CIA. De valioso amigo se convirtió en demonio malvado por intentar adoptar una actitud desafiante y salirse con la suya, al andarse con pies de plomo en el apoyo a las guerras terroristas de Reagan en Nicaragua.

La invasión mató a varios miles de personas pobres en Panamá, según fuentes panameñas, y reinstauró el dominio de los banqueros y narcotraficantes ligados a Estados Unidos. Fue apenas algo más que una nota de pie de página en la historia, pero en algunos aspectos rompió la tendencia. Uno de ellos fue que se hizo necesario contar con un nuevo pretexto, y éste llegó rápido: la amenaza de narcotraficantes de origen latino que buscan destruir a Estados Unidos. Richard Nixon ya había declarado la guerra contra las drogas, pero ésta asumió un nuevo y significativo papel durante el momento unipolar.

Sofisticación tecnológica en el Tercer Mundo

La necesidad de un nuevo pretexto guió también la reacción oficial en Washington ante el colapso de la superpotencia enemiga.

El gobierno de Bush padre trazó el nuevo rumbo a los pocos meses: en resumidas cuentas, todo se mantendrá bastante igual, pero tendremos nuevos pretextos. Todavía requerimos de un enorme sistema militar, pero ahora hay un nuevo justificante: la sofisticación tecnológica de las potencias del tercer mundo. Tenemos que mantener la base industrial de defensa, eufemismo para describir la industria de alta tecnología apoyada por el Estado. Debemos mantener fuerzas de intervención dirigidas a las regiones ricas en energéticos de Medio Oriente, donde no haríamos responsable al Kremlin de las amenazas significativas a nuestros intereses, a diferencia de las décadas de engaño cuando eso ocurría.

Todo lo anterior pasó muy en silencio, apenas si se notó. Pero para quienes confían en entender el mundo, es bastante ilustrativo.

Como pretexto para una intervención, fue útil invocar una guerra a las drogas, pero como pretexto es muy estrecho. Se necesitaba uno de más arrastre. Rápidamente las elites se volcaron a la tarea y cumplieron su misión. Declararon una revolución normativa que confería a Estados Unidos el derecho a una intervención por razones humanitarias escogida por definición, por la más noble de las razones.

Para expresarlo con sutileza, ni las víctimas tradicionales se inmutaron. Las conferencias de alto nivel en el Sur global condenaron con amargura "el así llamado 'derecho' a una intervención humanitaria". Era necesario un refinamiento adicional, por lo que se diseñó el concepto de responsabilidad de proteger. Quienes prestan atención a la historia no se sorprenderán al descubrir que las potencias occidentales ejercen su responsabilidad de proteger de modo muy selectivo, en adherencia estricta a las tres máximas descritas. Los hechos perturban de tan obvios, y requieren considerable agilidad de las clases intelectuales: otra reveladora historia que debo dejar de lado.

Conforme el momento unipolar se iluminó, otra cuestión que se puso al frente fue el destino de la OTAN. La justificación tradicional para la organización era la defensa contra las agresiones soviéticas. Al desaparecer la Unión Soviética se evaporó el pretexto. Las almas ingenuas, que tienen fe en las doctrinas del momento, habrían esperado que la OTAN desapareciera también; por el contrario, se expandió con rapidez. Los detalles revelan mucho acerca de la guerra fría y de lo que siguió. A nivel más general revelan cómo se forman y ejecutan las políticas de los estados.

A medida que se colapsó la Unión Soviética, Mijail Gorbachov hizo una pasmosa concesión: permitió que una Alemania unificada se uniera a una alianza militar hostil encabezada por la superpotencia global, pese a que Alemania por sí sola casi había destruido Rusia en dos ocasiones durante el siglo XX. Sin embargo, fue un quid pro quo, un esto por aquello, una reciprocidad.

El gobierno de Bush prometió a Gorbachov que la OTAN no se extendería a Alemania oriental, y que desde luego no llegaría más al oriente. También le aseguró al mandatario soviético que la organización se transformaría en un ente más político. Gorbachov propuso también una zona libre de armas nucleares desde el Ártico al Mar Negro, un paso hacia una zona de paz que eliminara cualquier amenaza a Europa occidental u oriental. Tal propuesta se pasó por alto sin consideración alguna.

Poco después llegó Bill Clinton al cargo. Muy pronto se desvanecieron los compromisos de Washington. No es necesario abundar sobre la promesa de que la OTAN se convertiría en un ente más político. Clinton expandió la organización hacia el este, y Bush fue más allá. En apariencia Barack Obama intenta continuar la expansión.

Un día antes del primer viaje de Barack Obama a Rusia, su asistente especial en Seguridad Nacional y Asuntos Eurasiáticos informó a la prensa: No vamos a dar seguridades a los rusos, ni a darles ni intercambiar nada con ellos respecto de la expansión de la OTAN o la defensa con misiles.

Se refería a los programas de defensa con misiles estadunidenses en Europa oriental y a la posibilidad de convertir en miembros de la OTAN a dos vecinos de Rusia, Ucrania y Georgia. Ambos pasos eran vistos por los analistas occidentales como serias amenazas a la seguridad rusa, por lo que, de igual modo, podían inflamar las tensiones internacionales.

Ahora, la jurisdicción de la OTAN es todavía más amplia. El asesor de Seguridad Nacional de Obama, el comandante de Marina James Jones, hace llamados a que la organización se amplíe al sur y también al este, de modo que se refuerce el control estadunidense sobre las reservas energéticas de Medio Oriente. El general Jones también aboga por una fuerza de respuesta de OTAN, que confiera a la alianza militar encabezada por Estados Unidos mucho mayor capacidad y flexibilidad para efectuar acciones con rapidez y en distancias muy largas, objetivo que ahora Washington se empeña en lograr en Afganistán.

El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, informó a la conferencia de la organización que las tropas de la alianza tienen que custodiar los ductos de crudo y gas que van directamente a Occidente y, de modo más general, proteger las rutas marinas utilizadas por los buques cisternas y otras cruciales infraestructuras del sistema energético.

Dicha decisión expresa de forma más explícita las políticas posteriores a la guerra fría: remodelar la OTAN para volverla una fuerza de intervención global encabezada por Estados Unidos, cuya preocupación especial sea el control de los energéticos. Supuestamente, la tarea incluye la protección de un ducto de 7 mil 600 millones de dólares que conduciría gas natural de Turkmenistán a Pakistán e India, pasando por la provincia de Kandahar, en Afganistán, donde están desplegadas las tropas canadienses.

La meta es bloquear la posibilidad de que un ducto alterno brinde a Pakistán e India gas procedente de Irán, y disminuir la dominación rusa de las exportaciones energéticas de Asia central, según informó la prensa canadiense, bosquejando con realismo algunos de los contornos del nuevo gran juego en el que la fuerza de intervención internacional encabezada por Estados Unidos va a ser un jugador principal.

Desde los primeros días posteriores a la guerra fría, se entendía que Europa occidental podría optar por un curso independiente, tal vez con una visión gaullista de Europa, del Atlántico a los Urales. En este caso el problema no es un virus que pueda diseminar el contagio, sino una pandemia que podría desmantelar todo el sistema de control global. Se supone que, al menos en parte, la OTAN intenta contrarrestar esa seria amenaza. La expansión actual de la alianza, y los ambiciosos objetivos de la nueva organización, dan nuevo empuje a esos fines.

Los acontecimientos continúan atravesando el momento unipolar, adhiriéndose bien a los principios que rigen los asuntos internacionales. Más en específico, las políticas se conforman muy cerca de las doctrinas del orden mundial formuladas por los planificadores estadunidenses de alto nivel durante la Segunda Guerra Mundial.

A partir de 1939, reconocieron que, fuera cual fuese el resultado de la guerra, Estados Unidos se convertiría en una potencia global y desplazaría a Gran Bretaña. En concordancia, desarrollaron planes para que Estados Unidos ejerciera control sobre una porción sustancial del planeta. Esta gran área, como le llaman, habría de comprender por lo menos el hemisferio occidental, el antiguo imperio británico, el Lejano Oriente y los recursos energéticos de Asia occidental.

En esta gran área, Estados Unidos habría de mantener un poder incuestionable, una supremacía militar y económica, y actuaría para garantizar los límites de cualquier ejercicio de soberanía por parte de estados que pudieran interferir con sus designios globales. Al principio los planificadores pensaron que Alemania predominaría en Europa, pero conforme Rusia comenzó a demoler la Wermacht (las fuerzas armadas nazis), la visión se hizo más y más expansiva, y se buscó que la gran área incorporara la mayor extensión de Eurasia que fuera posible, por lo menos Europa occidental, el corazón económico de Eurasia.

Se desarrollaron planes detallados y racionales para la organización global, y a cada región se le asignó lo que se le llamó su función. Al Sur en general se le asignó un papel de servicio: proporcionar recursos, mano de obra barata, mercados, oportunidades de inversión y más tarde otros servicios, tales como recibir la exportación de desperdicios y contaminación.

En ese entonces, Estados Unidos no estaba tan interesado en África, así que la pasó a Europa para que explotara su reconstrucción a partir de la destrucción de la guerra. Uno podría imaginar relaciones diferentes entre África y Europa a la luz de la historia, pero no se tuvieron en cuenta. En contraste, se reconoció que las reservas de petróleo de Medio Oriente eran una estupenda fuente de poder estratégico y uno de los premios materiales más grandes en la historia del mundo: la más importante de las áreas estratégicas del mundo, para ponerlo en palabras de Eisenhower. Y los planificadores se daban cuenta de que el control del crudo de Medio Oriente proporcionaría a Estados Unidos el control sustancial del mundo.

Quienes consideran significativas las continuidades de la historia tal vez recuerden que los planificadores de Truman hacían eco de las doctrinas de los demócratas jacksonianos al momento de la anexión de Texas y de la conquista de medio México, un siglo antes. Tales predecesores anticiparon que las conquistas proporcionarían a Estados Unidos un virtual monopolio del algodón, el combustible de la primera revolución industrial: Ese monopolio, ahora asegurado, pone a todas las naciones a nuestros pies, declaró el presidente Tyler. En esa forma, Estados Unidos podría esquivar el disuasivo británico, el mayor problema de esa época, y ganar influencia internacional sin precedente.

Concepciones semejantes guiaron a Washington en su política petrolera. De acuerdo con ella –explicaba el Consejo de Seguridad Nacional de Eisenhower–, Estados Unidos debe respaldar regímenes rudos y brutales y bloquear la democracia y el desarrollo, aunque eso provoque una campaña de odio contra nosotros, como observó el presidente Eisenhower 50 años antes de que George W. Bush preguntara en tono plañidero por qué nos odian y concluyera que debía ser porque odiaban nuestra libertad.

Con respecto a América Latina, los planificadores posteriores a la Segunda Guerra Mundial concluyeron que la primera amenaza a los intereses estadunidenses la representan los regímenes radicales y nacionalistas que apelan a las masas de población y buscan satisfacer la demanda popular de mejoramiento inmediato de los bajos estándares de vida de las masas y el desarrollo a favor de las necesidades internas del país.

Estas tendencias entran en conflicto con las demanda de un clima económico y político que propicie la inversión privada, con la adecuada repatriación de las ganancias y la protección de nuestras materias primas. Gran parte de la historia subsiguiente fluye de estas concepciones que nadie cuestiona.

TLC, cura recomendada

En el caso especial de México, el taller de desarrollo de estrategias para América Latina, celebrado en el Pentágono en 1990, halló que las relaciones Estados Unidos-México eran extraordinariamente positivas, y que no las perturbaba ni el robo de elecciones, ni la violencia de Estado, ni la tortura o el escandaloso trato dado o obreros y campesinos, ni otros detalles menores.

Los participantes en el taller sí vieron una nube en el horizonte: la amenaza de "una 'apertura a la democracia' en México", la cual, temían, podría poner en el cargo a un gobierno más interesado en desafiar a Estados Unidos sobre bases económicas y nacionalistas. La cura recomendada fue un tratado Estados Unidos-México que encerrara al vecino en su interior y proponerle las reformas neoliberales de la década de 1980, que ataran de manos a los actuales y futuros gobiernos mexicanos en materia de políticas económicas.

En resumen, el TLCAN, impuesto puntualmente por el Poder Ejecutivo en oposición a la voluntad popular.

Y al momento en que el TLCAN entraba en vigor, en 1994, el presidente Clinton instituía también la Operación Guardián, que militarizó la frontera mexicana. Él la explicó así: no entregaremos nuestras fronteras a quienes desean explotar nuestra historia de compasión y justicia. No mencionó nada acerca de la compasión y la justicia que inspiraron la imposición de tales fronteras, ni explicó cómo el gran sacerdote de la globalización neoliberal entendía la observación de Adam Smith de que la libre circulación de mano de obra es la piedra fundacional del libre comercio.

La elección del tiempo para implantar la Operación Guardián no fue para nada accidental. Los analistas racionales anticiparon que abrir México a una avalancha de exportaciones agroindustriales altamente subsidiadas tarde o temprano socavaría la agricultura mexicana, y que las empresas mexicanas no aguantarían la competencia con las enormes corporaciones apoyadas por el Estado que, conforme al tratado, deberían operar libremente en México. Una consecuencia probable sería la huída de muchas personas a Estados Unidos junto con quienes huyen de los países de Centroamérica, arrasados por el terrorismo reaganita. La militarización de la frontera fue un remedio natural.

Las actitudes populares hacia quienes huyen de sus países –conocidos como extranjeros ilegales– son complejas. Prestan servicios valiosos en su calidad de mano de obra superbarata y fácilmente explotable. En Estados Unidos las agroempresas, la construcción y otras industrias descansan sustancialmente en ellos, y ellos contribuyen a la riqueza de las comunidades en que residen. Por otra parte, despiertan tradicionales sentimientos antimigrantes, persistente y extraño rasgo en esta sociedad de migrantes que arrastra una historia de vergonzoso trato hacia ellos.

Hace pocas semanas, los hermanos Kennedy fueron vitoreados como héroes estadunidenses. Pero a fines del siglo XIX los letreros de ni perros ni irlandeses no los habrían dejado entrar a los restaurantes de Boston. Hoy los emprendedores asiáticos son una fulgurante innovación en el sector de alta tecnología. Hace un siglo, acciones racistas de exclusión impedían el acceso de asiáticos, porque se les consideraba amenazas a la pureza de la sociedad estadunidense.

Sean cuales fueren la historia y las realidades económicas, los inmigrantes han sido siempre percibidos por los pobres y los trabajadores como una amenaza a sus empleos, sus modos de vida y su subsistencia.

Es importante tener en cuenta que la gente que hoy protesta con furia ha recibido agravios reales. Es víctima de los programas de manejo financiero de la economía y de globalización neoliberal, diseñados para transferir la producción hacia fuera y poner a los trabajadores a competir unos con otros a escala mundial, bajando los salarios y las prestaciones, mientras se protege de las fuerzas del mercado a los profesionales con estudios. Los efectos han sido severos desde los años de Reagan, y con frecuencia se manifiestan de modos feos y extremos, como muestran las primeras planas de los diarios en los días que corren. Los dos partidos políticos compiten por ver cuál de ellos puede proclamar en forma más ferviente su dedicación a la sádica doctrina de que se debe negar la atención a la salud a los extranjeros ilegales.

Su postura es consistente con el principio, establecido por la Suprema Corte, de que, de acuerdo con la ley, esas criaturas no son personas, y por tanto no son sujetos de los derechos concedidos a las personas. En este mismo momento la Suprema Corte considera la cuestión de si las corporaciones deben poder comprar elecciones abiertamente en lugar de hacerlo de modos más indirectos: asunto constitucional complejo, porque las cortes han determinado que, a diferencia de los inmigrantes indocumentados, las corporaciones son personas reales, de acuerdo con la ley, y así, de hecho, tienen derechos que rebasan los de las personas de carne y hueso, incluidos los derechos consagrados por los tan mal nombrados acuerdos de libre comercio.

Estas reveladoras coincidencias no me provocan comentario alguno. La ley es en verdad un asunto solemne y majestuoso.

El espectro de la planificación es estrecho, pero permite alguna variación. El gobierno de Bush II fue tan lejos, que llegó al extremo del militarismo agresivo y ejerció un arrogante desprecio, inclusive hacia sus aliados. Fue condenado duramente por estas prácticas, aun dentro de las corrientes principales de opinión. El segundo periodo de Bush fue más moderado. Algunas de sus figuras más extremistas fueron expulsadas: Rumsfeld, Wolfowitz, Douglas Feith y otros.

A Cheney no lo pudieron quitar porque él era la administración. Las políticas comenzaron a retornar más hacia la norma. Al llegar Obama al cargo, Condoleeza Rice predecía que seguiría las políticas del segundo periodo de Bush, y eso es en gran medida lo que ha ocurrido, más allá del estilo retórico diferente, que parece haber encantado a buena parte del mundo… tal vez por el descanso que significa que Bush se haya ido.

En el punto más candente de la crisis de los misiles cubanos, un asesor de alto rango del gobierno de Kennedy expresó muy bien algo que hoy es una diferencia básica entre George Bush y Barack Obama. Los planificadores de Kennedy tomaban decisiones que literalmente amenazaban a Gran Bretaña con la aniquilación, pero sin informar a los británicos.

En ese punto, el asesor definió la relación especial con el Reino Unido. "Gran Bretaña –dijo– es nuestro teniente"; el término más de moda hoy sería socio. Gran Bretaña, por supuesto, prefiere el término en boga. Bush y sus cohortes se dirigían al mundo tratando a todos como nuestros tenientes. Así, al anunciar la invasión de Irak, informaron a Naciones Unidas que podía obedecer las órdenes estadunidenses, o volverse irrelevante. Es natural que una desvergonzada arrogancia así levante hostilidades.

Obama adopta un curso de acción diferente. Con afabilidad saluda a los líderes y pueblos del mundo como socios y únicamente en privado continúa tratándolos como tenientes, como subordinados. Los líderes extranjeros prefieren con mucho esta postura, y el público en ocasiones queda hipnotizado por ella. Pero es sabio atender a los hechos, y no a la retórica o a las conductas agradables. Porque es común que los hechos cuenten una historia diferente. En este caso también.

Tecnología de la destrucción

El actual sistema mundial permanece unipolar en una sola dimensión: el ámbito de la fuerza. Estados Unidos gasta casi lo mismo que el resto del mundo junto en fuerza militar, y está mucho más avanzado en la tecnología de la destrucción. Está solo también en la posesión de cientos de bases militares por todo el mundo, y en la ocupación de dos países situados en cruciales regiones productoras de energéticos.

En estas regiones está estableciendo, además, enormes megaembajadas; cada una de ellas es en realidad es una ciudad dentro de otra: clara indicación de futuras intenciones. En Bagdad se calcula que los costos de la megaembajada asciendan de mil 500 millones de dólares este año a mil 800 millones en los años venideros. Se desconocen los costos de sus contrapartes en Pakistán y Afganistán, como también se desconoce el destino de las enormes bases militares que Estados Unidos instaló en Irak.

El sistema global de bases se comienza a extender ahora por América Latina. Estados Unidos ha sido expulsado de sus bases en Sudamérica; el caso más reciente es el de la base de Manta, en Ecuador, pero recientemente logró arreglos para utilizar siete nuevas bases militares en Colombia, y se supone que intenta mantener la base de Palmerola, en Honduras, que jugó un papel central en las guerras terroristas de Reagan. La Cuarta Flota estadunidense, desbandada en los años 50 del siglo XX, fue reactivada en 2008, poco después de la invasión colombiana a Ecuador.

Su responsabilidad cubre el Caribe, Centro y Sudamérica, y las aguas circundantes. La Marina incluye, entre sus variadas operaciones, acciones contra el tráfico ilícito, maniobras simuladas de cooperación en seguridad, interacciones ejército-ejército y entrenamiento bilateral y multilateral. Es entendible que la reactivación de la flota provoque protestas y preocupación de gobiernos como el de Brasil, el de Venezuela y otros.

La preocupación de los suramericanos se ha incrementado por un documento de abril de 2009, producido por el comando de movilidad aérea estadunidense (US Air Mobility Command), que propone que la base de Palanquero, en Colombia, pueda convertirse en el sitio de seguridad cooperativa desde el cual puedan ejecutarse operaciones de movilidad. El informe anota que, desde Palanquero, casi medio continente puede ser cubierto con un C-17 (un aerotransporte militar) sin recargar combustible.

Esto podría formar parte de una estrategia global en ruta, que ayude a lograr una estrategia regional de combate y con la movilidad de los trayectos hacia África. Por ahora, la estrategia para situar la base en Palanquero debe ser suficiente para fijar el alcance de la movilidad aérea en el continente sudamericano, concluye el documento, pero prosigue explorando opciones para extender el sistema a África con bases adicionales, todo como parte de un sistema global de vigilancia, control e intervención.

Estos planes forman parte de una política más general de militarización de América Latina. El entrenamiento de oficiales latinoamericanos se ha incrementado abruptamente en los últimos 10 años, mucho más allá de los niveles de la guerra fría.

La policía es entrenada en tácticas de infantería ligera. Su misión es combatir pandillas de jóvenes y populismo radical, término este último que debe de entenderse muy bien en América Latina.

El pretexto es la guerra contra las drogas, pero es difícil tomar eso muy en serio, aun si aceptáramos la extraordinaria suposición de que Estados Unidos tiene derecho a encabezar una guerra en tierras extranjeras. Las razones son bien conocidas, y fueron expresadas una vez más a fines de febrero por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, encabezada por los ex presidentes Cardoso, Zedillo y Gaviria.

Su informe concluye que la guerra al narcotráfico ha sido un fracaso total y demanda un drástico cambio de política, que se aleje de las medidas de fuerza en los ámbitos interno y externo e intente medidas menos costosas y más efectivas.

Los estudios llevados a cabo por el gobierno estadunidense, y otras investigaciones, han mostrado que la forma más efectiva y menos costosa de controlar el uso de drogas es la prevención, el tratamiento y la educación. Han mostrado además que los métodos más costosos y menos eficaces son las operaciones fuera del propio país, tales como las fumigaciones y la persecución violenta.

El hecho de que se privilegien consistentemente los métodos menos eficaces y más costosos sobre los mejores es suficiente para mostrarnos que los objetivos de la guerra contra las drogas no son los que se anuncian.

Para determinar los objetivos reales, podemos adoptar el principio jurídico de que las consecuencias previsibles constituyen prueba de la intención. Y las consecuencias no son oscuras: subyace en los programas una contrainsurgencia en el extranjero y una forma de limpieza social en lo interno, enviando enormes números de personas superfluas, casi todas hombres negros, a las penitenciarías, fenómeno que condujo ya a la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, por mucho, desde que se iniciaron los programas, hace 30 años.

Aunque el mundo es unipolar en la dimensión militar, no siempre ha sido así en la dimensión económica. A principios de la década de 1970, el mundo se había vuelto económicamente tripolar, con centros comparables en Norteamérica, Europa y el noreste asiático. Ahora la economía global se ha vuelto aún más diversa, en particular tras el rápido crecimiento de las economías asiáticas que desafiaron las reglas del neoliberal Consenso de Wáshington.

También América Latina comienza a liberarse por sí sola de este yugo. Los esfuerzos estadunidenses por militarizarla son una respuesta a estos procesos, particularmente en Suramérica, la cual por vez primera desde las conquistas europeas comienza a enfrentar los problemas fundamentales que han plagado el continente.

He ahí el inicio de movimientos encaminados a la integración de países que tradicionalmente se orientaban hacia Occidente, no uno hacia el otro, y también un impulso por diversificar las relaciones económicas y otras relaciones internacionales.

Están también, por último, algunos esfuerzos serios por dar respuesta a la patología latinoamericana de que son los estrechos sectores acaudalados los que gobiernan en medio de un mar de miseria, quedando los ricos libres de responsabilidades, excepto la de enriquecerse a sí mismos.

Esto último es muy diferente de Asia oriental, como se puede medir observando la fuga de capitales. En Asia oriental tales fugas se han controlado con mucha fuerza. En Corea del Sur, por ejemplo, durante su periodo de rápido crecimiento, la exportación de capitales podía acarrear la pena de muerte.

Estos procesos en América Latina, en ocasiones encabezados por impresionantes movimientos populares de masas, son de gran significación. No es sorpresivo que provoquen amargas reacciones entre las elites tradicionales, respaldadas por la superpotencia hemisférica. Las barreras son formidables, pero, si logran remontarse, los resultados van a cambiar en forma significativa el curso de la historia latinoamericana, y sus impactos más allá de ella no serán pequeños.

(Noam Chomsky, figura de la resistencia antiimperialista mundial, es profesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge).

* Periodista.
Texto de Chomsky traducido para La Jornada por Ramón Vera Herrera
En:
www.sinpermiso.info


03 enero, 2009

Castro dispuesto a dialogar con Obama

Redacción BBC Mundo

El mandatario cubano Raúl Castro reiteró en una entrevista que está dispuesto a dialogar con el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, "sin intermediarios" y de "igual a igual".

"Estamos dispuestos a hacerlo cuando lo decidan ellos sin intermediarios, directamente", dijo el líder cubano en una entrevista que emitió la televisión cubana.

Castro, sin embargo, advirtió que no están "apurados", ni "desesperados" para lograrlo.

"¿No es increíble? Con el temperamento de los cubanos aprendimos a tener paciencia. La tenemos y por lo menos en esto lo hemos demostrado", enfatizó.

Esta no es la primera vez que el presidente cubano ofrece un diálogo con Washington. Tal como recuerda la corresponsal de la BBC en Washington, Kim Ghattas, hace dos semanas Castro dijo estar dispuesto a canjear presos políticos por cinco agentes cubanos encarcelados desde hace 10 años en EE.UU.

Pese a la oferta, Castro, quien reemplazó en la presidencia hace casi un año a su convaleciente hermano Fidel, volvió a reiterar que sólo se logrará un diálogo "en igualdad de condiciones, sin la más mínima sombra a nuestra soberanía y de igual a igual".

En igualdad de condiciones

Lo más importante para Castro es que esta la época de "gestos unilaterales" quede en el pasado.

Su oferta al diálogo, además, no está exenta de críticas hacia EE.UU.

En la conmemoración de los 50 años de la revolución cubana, Castro advirtió que la isla no puede dejarse hipnotizar por los "cantos de sirena".

"No se reblandezcan con los cantos de sirena del enemigo y tengan conciencia de que, por su esencia, nunca dejará de ser agresivo, dominante y traicionero", aconsejó Castro en la noche del jueves.

Durante la entrevista que fue realizada el 31 de diciembre, pero que fue divulgada el viernes en la noche hora local, el presidente volvió a advertir que Obama ha despertado "esperanzas excesivas" sobre un cambio en la política exterior de EE.UU.

"Aunque sea un hombre honesto, y creo que lo es; un hombre sincero, y creo que lo es; un hombre sólo no puede cambiar los destinos de un país y mucho menos de los EE.UU.", señaló.

El líder cubano, sin embargo, dejó la puerta abierta y dijo: "ojala me equivoque en mi apreciación".

"En cuanto a nosotros, la política está definida: el día que quieran discutir, discutimos, en igualdad de condiciones (...) Esa es nuestra posición. Seguiremos a la espera, pacientemente", enfatizó.

10 agosto, 2007

Dos giras, dos caminos


Raúl Zibechi

Durante la primera semana de agosto América Latina fue testigo de dos importantes giras de presidentes con propóstios diametralmente opuestos, protagonizados por Luiz Inacio Lula da Silva y Hugo Chávez.

Muchos observadores y analistas prefieren eludir el hecho de que dos de las principales figuras del continente emprendieron sendas giras que ponen en evidencia las dificultades de la integración regional. Lula visitó cinco países: México, Honduras, Nicaragua, Panamá y Jamaica, con el objetivo de promover los agrocombustibles. Chávez visitó en las mismas fechas Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia, para firmar acuerdos que impulsan la integración.

La de Lula podría llamarse la "segunda gira del etanol". La primera, recordemos, la realizó George W. Bush a principios de marzo de este año, cuando llegó a acuerdos de largo plazo con Lula para promover los agrocombustibles. Ahora el presidente de Brasil viajó para contribuir a que empresarios de su país instalen plantas de etanol de caña de azúcar en los países centroamericanos. En México, primera etapa de su viaje, Lula impulsó un acuerdo entre la estatal Pemex y la trasnacional Petrobras para la exploración y explotación de petróleo en aguas del Golfo de México. El acuerdo es interesante para Petrobras ya que la empresa es líder mundial en extracción de crudo en aguas profundas, tecnología que la empresa mexicana no posee.

La izquierda mexicana reaccionó duro. Andrés Manuel López Obrador, víctima de un fraude electoral en las elecciones de 2006 que benefició al actual presidente Felipe Calderón, advirtió que se puede usar a Petrobras como "punta de lanza" para privatizar Pemex, un objetivo largamente acariciado por las multinacionales. "Lo respeto mucho, pero el movimiento que represento, una oposición real, verdadera, no acepta que se entregue la riqueza petrolera mexicana a extranjeros, bajo ninguna modalidad", dijo López Obrador sobre las gestiones de Lula, según La Jornada del 6 de agosto. El líder mexicano dijo que Petrobras buscará petróleo en el Caribe y a cambio se quedaría con una parte de los hidrocarburos encontrados, lo que no implica ningún riesgo porque se sabe dónde están los yacimientos. Detrás de Petrobas, argumenta, llegarían las demás multinacionales.

Sobre los agrocombustibles, Lula dijo que cuenta con el apoyo de México "en la campaña para establecer un mercado mundial de combustibles más limpios, baratos y renovables. Tenemos la oportunidad de democratizar el acceso a nuevas fuentes de energía multiplicando la generación de empleos y diversificando la matriz energética". Es evidente que el presidente de Brasil no se dio por enterado de los argumentos esgrimidos estos últimos meses por Fidel Castro, entre muchos otros, contra esas energías. En Nicaragua, Lula ofreció a Daniel Ortega apoyo para que ese país se convierta en pionero de los agrocombustibles en la región. "Es completamente inadmisible y un crimen producir etanol derivado del cultivo de maíz", le respondió el nicaragüense.

En Jamaica, Lula inauguró una planta de deshidratación de etanol propiedad de inversores jamaicanos y brasileños, y en Honduras y Panamá firmó acuerdos para el desarrollo de los combustibles a partir de caña de azúcar. El diario Folha de Sao Paulo, el 5 de agosto, recordó los motivos de fondo de Brasil para expandir el etanol en esa región. "El interés es usar América Central como plataforma de exportación de etanol a Estados Unidos; esos países tienen acuerdo de libre comercio con los americanos y no tienen límites para la exportación de etanol". Brasil aporta la tecnología y los capitales, los centroamericanos ponen el trabajo semiesclavo en los cañaverales, y así la potencia emergente consigue abrir un mercado protegido al que tiene enorme dificultades para acceder. La forma de pensar de Lula es trasparente: "Juntos podemos constituir una potencia económica mundial", le dijo al derechista Felipe Calderón en México.

La gira de Chávez fue muy diferente. En Argentina firmó un acuerdo con Néstor Kirchner para la compra de 500 millones de dólares en bonos argentinos y se comprometió a comprar una cantidad similar en unos meses. Este acuerdo es vital ya que luego del default de 2001, Argentina no tiene acceso a créditos internacionales. Además, firmó un acuerdo para la construcción de una planta regasificadora de gas licuado venezolano en Bahía Blanca, ya que Argentina sufre una seria crisis energética. En Uruguay firmó un Tratado de Seguridad Energética con Tabaré Vázquez, por el que las estatales Ancap y Pdvsa trabajarán para duplicar la capacidad de producción de la refinería uruguaya y se crea una empresa mixta para extraer crudo de la Faja del Orinoco, considerada la primera reserva mundial. Con ello Uruguay se asegura energía a largo plazo.

Esta vez Vázquez y Kirchner coincidieron. "¿Qué otro gobierno del mundo ha hecho otro ofrecimiento de tal magnitud y grandeza?", dijo el uruguayo. "Los argentinos deberíamos, y debemos, estarle reconocidos, porque siempre que lo hemos necesitado ha estado", dijo un ministro muy cercano a Kirchner.

Ya en Ecuador, Chávez suscribió una inversión de 5.000 millones de dólares con Rafael Correa para la construcción de una refinería en la provincia de Manabí, para procesar 300 mil barriles de crudo diario, en la que será la mayor refinería sobre la cosa del Pacífico. En Bolivia, Chávez y Evo Morales llegaron aun acuerdo destinado a la creación de la empresa petrolera binacional Petroandina (entre YPFB y Pdvsa), que tendrá como primer proyecto invertir 600 millones de dólares en la exploración en Bolivia. Con el nacimiento de YPFB-Petroandina, Bolivia recuperó su derecho para explorar y explotar sus hidrocarburos.

Las dificultades para que Venezuela ingrese al Mercosur estuvieron presentes en la gira. Hasta ahora los parlamentos de Argentina y Uruguay ratificaron la adhesión del país de Chávez al bloque. Paraguay y Brasil lo vienen demorando. Se sabe que el parlamento de Brasilia no quiere aprobar el ingreso, ya que tiene una mayoría de centro-derecha, aunque el gobierno puede hacer valer sus alianzas. En Buenos Aires, Chávez dijo en una reunión restringida, recogida por Página 12, el 8 de agosto, que los roces de Venezuela y Brasil no se deben a "una disputa de liderazgos" sino a "una confrontación de modelos energéticos". Unos trabajan por la integración sobre la base de compartir petróleo y gas, y asegurarse así la autonomía energética; mientras otros pugnan por una integración en base a los agrocombustibles, impulsando la misma política que el imperio.

19 julio, 2007

El FSLN de nuevo en el gobierno... no en el poder


Sergio Ferrari

El 19 de julio de 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) conquistaba el poder en Nicaragua luego de tan largos como difíciles años de lucha guerrillera. De la dirección nacional colegiada, entre los nueve comandantes de la revolución, se proyectaba particularmente Daniel Ortega Saavedra, quien 28 años más tarde, el 10 de enero del 2007, llegaría de nuevo al gobierno del país, esta vez a través de elecciones. Entre uno y otro momento se sucedieron once años de revolución sandinista –una de las experiencias sociales más transformadoras en todo el continente latinoamericano. Y dieciséis años de tres sucesivos gobiernos "neoliberales" que sentenciaron el retroceso social de Nicaragua, convertido hoy en el segundo país más empobrecido del continente. Balance de la dinámica nicaragüense a seis meses de la victoria electoral del FSLN.

Nueva etapa... ¿pero cuál?

Un balance de estos seis primeros meses exige de antemano preguntarse si se trata de un gobierno revolucionario –al estilo del sandinismo de los años ochenta- o de una democracia "formal" o "normal", de las que existen en tanto países del mundo. Una vez respondido ese interrogante, se puede avanzar entonces en el análisis de lo que se puede esperar del gobierno actual del FSLN.

Tras la reflexión del periodista William Grigsby, se esconde la disyuntiva esencial de la coyuntura de ese país centroamericano. Y la auto-respuesta del director de la Radio La Primerísima no deja lugar a dudas: "no hay una correlación de tipo político para pensar que hoy se puede implementar una revolución como en los ochenta. Sin embargo, hay una oportunidad de oro para sentar las bases para salir de la miseria profunda que aqueja al país", subraya.

"No espero una revolución, lo que espero es que sea un buen gobierno. Que ataque las causas y las consecuencias de la miseria. Y que pueda articular un programa de desarrollo nacional", enfatiza Grigsby, uno de los más agudos analistas políticos del país. Su programa diario, "Sin Fronteras", transmitido a las diez de la noche, constituye uno de los escasos puntos de referencia para el análisis político, en un país donde hoy predominan medios de comunicación superficiales y amarillistas.

Lo hecho y lo que falta hacer

Una de las primeras medidas de Daniel Ortega consistió en decretar la gratuidad de la educación y la salud, decisión de alto valor simbólico en un país en el cual en los tres últimos lustros la privatización de buena parte de los servicios públicos hizo explotar la brecha social entre ricos y pobres.

Tal como lo indica un balance de los primeros cien días del nuevo gobierno elaborado por el Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE), el ahorro del gasto público y la condonación de la deuda con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), permitieron aumentar hasta un 3.21 % el presupuesto para el 2007, con respecto a la propuesta presentada por el presidente anterior. De ese aumento, un 18 % fue destinado a la salud, un 54 % a la educación y casi un 24 % al Bono Productivo Alimenticio, tres de las áreas esenciales de la política social que comienza a implementar el FSLN.

Y si la lucha contra la pobreza constituyó una de las principales banderas electorales sandinistas, el Programa "Hambre Cero" –que retoma el nombre de un plan similar implementado por Lula en Brasil- se perfila como la propuesta esencial de ese combate en las regiones rurales más marginadas.

Con un presupuesto de 30 millones de dólares anuales, Hambre Cero tiene como objetivo beneficiar anualmente a 15 mil familias –75 mil en cinco años-, asegurándole a cada una 2 mil dólares a través de la entrega de una vaca y ganado menor, semillas, y otros medios para promover la recuperación de la producción campesina. Eligiendo para comenzar la implementación, las regiones rurales más marginadas.

Para el sociólogo Orlando Nuñez, padre teórico de este programa, una idea esencial del sandinismo 2007 "es de pasar de un Estado con el perfil de Gobierno+corporaciones (privadas), a un Estado con el perfil Gobierno+ asociaciones. La lucha para lograrlo no será sólo política sino también económica y habrá que organizarse no sólo políticamente sino económicamente, incluso aprovechando las reglas impuestas estos años por la derecha".

Reflexión que explica las propuestas organizativas centrales que tiende a promover el Gobierno en sus próximos cinco años. La primera, las asociaciones de pequeños y medianos productores, con un acento gremial, que permita recrear un sujeto económico prácticamente desaparecido como consecuencia de tres lustros de políticas neoliberales que beneficiaron únicamente a los grandes productores.

La otra propuesta, más en el terreno político, son los Consejos de Poder Ciudadano, implementados en todo el país, desde barrios y comarcas, pasando por municipios, departamentos y culminando a nivel nacional.

La consigna "el Pueblo Presidente" y la democracia directa que impulsa el sandinismo "va mucho más allá de un discurso político. Es un nuevo esquema organizativo basado en leyes de participación votadas en gobiernos anteriores", explica Harold Urbina, colaborador de la Procuraduría de los Derechos Humanos.

La coherencia entre objetivos y medios participativos aparece en el argumento del joven militante. Debe recrearse la forma de participación a nivel nacional para poder implementar las tres metas inmediatas del programa del FSLN. "El bienestar ciudadano a partir de la recuperación de los servicios públicos desmantelados y privatizados; la reactivación económica y productiva; y las transformaciones sociales para combatir la pobreza". Para ello, insiste Urbina, es importante además una nueva lógica de política y cooperación internacional, "sobre la base del comercio justo, la igualdad entre naciones, el respeto entre Estados. Y por eso apostamos a la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), promovida especialmente por Venezuela".

La reciente instalación en Nicaragua del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) con más de 10 millones de dólares de capital inicial proveniente de ese país -con la óptica de reactivar al campesinado- y el apoyo de Venezuela en petróleo para dar respuesta a una de las peores crisis energéticas que soporta Nicaragua, son resultados pragmáticos de esta nueva referencia de política internacional en marcha. Caracas ha prometido financiar el 50 % de la factura petrolera nicaragüense para permitir liberar fondos que deberán ser destinados a proyectos sociales.

Una oposición al acecho

La victoria del FSLN en las elecciones de noviembre 2006 fue ajustada. Su 38 % de votos, aunque le permitió alzarse con el triunfo, no le asegura invulnerabilidad en el parlamento donde su bancada es minoritaria. Las dos fracciones liberales sumaron 52 % de los votos y la disidencia sandinista reunida alcanzó un 9 %.

En estos seis primeros meses de gobierno las críticas cotidianas de la oposición han ido aumentando el tono. Prácticamente no hay anuncio o actividad gubernamental que no sea fuertemente criticada. Y no son secretas las discusiones entre los tres sectores opositores para impulsar lo que ellos denominan "una alianza anti-Ortega".

A pesar del esfuerzo inicial "moralizante" de Daniel Ortega de reducir los megasalarios del ejecutivo y sus ministros, a fines de mayo fue revelado un publicitado caso de extorsión contra inversionistas europeos-norteamericanos en turismo. Según la revista ENVIO, de la Universidad Centroamericana, "la extorsión la realizaba el ex alcalde y ex diputado del FSLN y actual cónsul nicaragüenses en Liberia (ciudad del norte de Costa Rica), Gerardo Miranda, señalado ya por corrupción en su gestión municipal..."

Dicho escándalo, todavía en vías de investigación judicial, animó aún más a la oposición no sólo política sino también de centros de estudios, ONG, redes y plataformas.

La Coordinadora Civil, creada en 1998 luego del huracán Mitch que azotó el país –fuertemente opositora hacia los dos últimos gobiernos liberales- se ha venido convirtiendo también en los primeros meses del 2007 en portavoz de la actual crítica anti-sandinista que propician algunos sectores medios. Compuesta por unas 600 organizaciones, sigue reivindicando la denuncia a todo conato de corrupción y se preocupa ante la falta de claridad del FSLN en sus negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y las instituciones financieras.
La falta de información sobre ciertas áreas y políticas de Gobierno, así como los repetidos cambios de ministros –especialmente mujeres- en estos primeros meses de gestión, conspiran contra la consolidación del Gobierno de Daniel Ortega. Así lo explicaba el IPADE en su documento-balance de los primeros meses: "la ausencia de información del Gobierno genera une estado de incertidumbre y una percepción negativa ante la ciudadanía...".
Por otra parte, ciertos aspectos "formales" de la vida política, como la decisión de Ortega de no ocupar la antigua Casa de Gobierno -argumentando medidas de ahorro- y de desempeñar sus funciones en la sede de su partido, irritan sobre manera las sensibilidades de la oposición. Que critica además el rol protagónico de Rosario Murillo, esposa del presidente, designada secretaria del Concejo de Comunicación y Ciudadanía, función que la convierte en la principal portavoz gubernamental junto con el mandatario.

Los desafíos de futuro


Dos momentos políticos a mediano plazo se perfilan como trascendentes. El primero, en enero del año que viene, cuando se vencerá la prórroga de la decisión de las reformas constitucionales y se reabrirá un acalorado debate nacional a partir del cual la oposición intentará disminuir los poderes del ejecutivo.

El segundo, las elecciones municipales de noviembre del 2008, a las que la oposición intentará transformar en un plebiscito contra el FSLN.

En esa perspectiva, los retos de cara al próximo año y medio son desafiantes para el sandinismo. Que debe asegurar una buena gestión de gobierno, asumiendo la responsabilidad de un Estado que ha sido literalmente diezmado por las administraciones anteriores. Dando respuestas a demandas sensitivas de los sectores más marginados del campo y la ciudad; materializando una recuperación económica efectiva; resolviendo la ya aguda crisis energética –con cortes de electricidad que en junio llegaron en algunos barrios capitalinos a las 8-10 horas diarias- e imaginando pistas para la creación de nuevos empleos, consigna que constituyó durante la campaña una promesa electoral movilizadora.

Por otra parte, y en paralelo, numerosas energías deberán ser dirigidas para implementar el nuevo concepto de participación ciudadana –los Consejos- que tanta desconfianza crea entre los sectores medios y la oposición político-social. Una pista participativa cuyo éxito o fracaso dependerá, esencialmente, de la capacidad de la militancia sandinista para comprenderla como una oportunidad y no como un privilegio verticalista y autoritario.

No menos importante será también para el Gobierno dotarse de una pedagogía de comunicación todavía ausente, que impacte en la gente, aclare las dudas, movilice y entusiasme. En una sociedad donde no hay euforia y donde los estragos de tres gobiernos neoliberales se perciben tanto en la vida cotidiana como en la conciencia y en la débil organización de la gente.

Lejos están los años 80, su euforia participativa y la capacidad –casi automática- de convocatoria del sandinismo en el poder. En una nueva era en la cual el FSLN es "solamente" Gobierno.

- Sergio Ferrari, de regreso de Nicaragua
Colaboración E-CHANGER y periódico " Le Courrier", Suiza

14 julio, 2007

Más que una heredera

Revista Qué Pasa
NEWSLETTER | Edición sábado 14 de julio de 2007

 

Esta semana, Alberto Fujimori se anotó un triunfo en los tribunales chilenos: el juez Orlando Alvarez rechazó la solicitud de extradición en su contra. El recibió la noticia junto a Keiko Sofía, su hija y brazo derecho y quien en su ausencia dirige el movimiento partidista que el ex mandatario espera utilizar como plataforma para volver a Palacio Pizarro. Cuando hoy se habla más que nunca de la resurrección del "Chino", muchos en Perú dicen que el futuro político del padre depende de la hija, una avezada en las lides del poder: a los 19 años fue primera dama y es la congresista más votada en la historia de su país.

Por  Paola Dongo desde Lima
 

Keiko Sofía Fujimori tenía apenas diecinueve años cuando sus padres se separaron y ella, la mayor de cuatro hijos, fue nombrada Primera Dama de la Nación. Era 1994. Hacía dos años que Alberto Fujimori había disuelto el Congreso y detenido a algunos de sus rivales. "El autogolpe", llamaron sus detractores a ese primer arrebato dictatorial. Hacía dos años también que Keiko había salido del colegio Recoleta, donde cariñosamente le decían Chinita. El padre era el Chino y la primogénita era la Chinita. En su precoz carrera política, fue la primera dama más joven de Sudamérica, asistía a reuniones privadas con los reyes de España, sonreía y era felicitada por Hillary Clinton, visitaba leprosarios donde besaba niños.

La hija mayor aprendía de su padre un recurso que a él lo ayudaría a ganar popularidad mientras gobernaba con mano de hierro: Fujimori se acercaba a la gente, bailaba con el pueblo, se vestía como ellos, les hacía regalos. "Un presidente como tú", era uno de sus eslóganes. Pero toda publicidad es engañosa y, en su versión 2007, el ex mandatario intenta evitar una posible extradición al Perú desde Chile (esta semana sorteó con éxito su primer round judicial: el juez Orlando Alvarez desestimó la solicitud del gobierno peruano). Entonces es su hija Keiko quien sigue haciendo excursiones a las zonas pobres -al mundo real-, ahora como congresista de la República, luego de que en el 2006 fuera elegida con más votos que ningún otro candidato en toda la historia del Perú. Keiko Fujimori es popular y cae bien.

Una sonrisa y vencerás

Todo lo hace sonriendo, pero nunca se sabe si la imagen que proyecta es natural o si forma parte de un cuidadoso sistema prefabricado para caerle bien a la gente. La hija mayor ha mantenido esa sonrisa incluso cuando la entrevistan acerca de la corrupción durante el gobierno de su padre. Ella sonríe. Tiene más de treinta años y sigue sonriendo como cuando tenía quince y él, su padre, sólo era candidato a la presidencia; y entonces ella salía de su casa con una jarra de jugo y una fuente de sándwiches para los periodistas que hacían guardia afuera. Con el tiempo, la sonrisa se ha convertido en la marca registrada de su imagen personal. Jaime Bayly le pregunta en TV, en medio de su campaña electoral para el Congreso, sobre la relación entre Vladimiro Montesinos y su padre, y la primogénita sonríe. Entrega una cocinita a gas, y sonríe.

"Ella camina por las calles y tiene una mezcla de chinita con gordita, cachetoncita, costurerita", dice el psicólogo Alejandro Ferreyros. "Es una costurerita Chanel. Lo que pasa es que no anda con la etiqueta a la vista, a diferencia de otras primeras damas que son ostentosas. Por eso genera identificación", agrega.

Sólo en Lima, existen al menos diez asentamientos humanos que se llaman como ella. Los bautizaron así cuando era primera dama y su nombre era una garantía para protegerse contra posibles desalojos. Si llamabas a tu barrio como a la primogénita del presidente, no te moverían de allí. Ahora, sin embargo, nadie en el Asentamiento Humano Keiko Sofía, Ventanilla, Callao, parece quejarse de ese nombre. "Es una mujer admirable, muy sencilla", dice una vecina del lugar. Por donde uno pregunte, qué piensas de Keiko, las respuestas son un discurso repetido. En su colegio Recoleta, alguien dice: "Era una buena chica, estudiosa. Me apreciaba". No es el director ni uno de los profesores, sino Paulina Pariona, una mujer que vende dulces afuera de ese plantel desde 1983.

"He ayudado a mucha gente... Le paso la voz a gente de mucho dinero y les pido que colaboren conmigo. Para mí es muy interesante el trabajo como congresista, en tanto no pierda el contacto con la gente", explica Keiko.

Si hay algo característico en las visitas que hace Keiko para cumplir con los pedidos que le llegan, es que a ninguna de ellas convoca a la prensa. La cobertura podría ser sólo una noticia en el diario del día siguiente, pero lo que parece hacer es trabajar pensando en el largo plazo. Ella no lo dice. Si le preguntas: cuál es tu meta cuando termines los cinco años en el Congreso, no te responderá: "Postular a la presidencia"; no, jamás te diría eso. La hija Fujimori te respondería: "Quiero terminar mi maestría y ser mamá".

Antes, cuando tenía diecinueve años y era primera dama, decía: "Si un día fuera presidenta, voy a ocuparme principalmente de los niños, pero antes tengo que ganar experiencia". Con la experiencia suficiente, su vida actual parece repetir las estrategias de su padre: visitar a la gente y sembrar regalos, generar rumores positivos; lo que en el marketing se llama estrategia de boca a boca: que las vecinas hablen entre ellas, que los niños de los comedores populares escuchen leyendas sobre la sonriente Keiko, que esa bondad -calculada o no- se multiplique entre los electores. "La estrategia de la cocinita", la llamó la editora de un periódico del Perú. Regala una cocina y vencerás.

"Chinita robotita"

-¿La señora a la que vamos a visitar sabe que no tenemos mucho tiempo, no? 
-Sí, Keiko, ya hablé con ella-, le responde la asesora.

-¿Y qué es lo que se está celebrando?-, vuelve a preguntar la congresista.
-Es el aniversario del comedor.

-¿Y el nombre del comedor cuál es?
-Es la Organización Distrital de los Comités de Vasos de Leche de Villa El Salvador.

-¿Y con quién voy a hablar?
-Con la presidenta de la organización.

Hay en Keiko Sofía una aparente necesidad de siempre querer estar preparada para lo que venga. Los errores no están permitidos, ni siquiera previstos. Según los que la conocen desde niña, esos deseos de tener todo bajo control siempre han sido parte de cualquier acto de su vida. Cuando fue elegida integrante de la selección de vóley de su colegio, se dedicó a buscar en ese deporte la perfección. Kenyi Gerardo, el menor de los hijos Fujimori, dice que ése podría parecer un reto muy pequeño, pero su hermana, que le lleva cinco años, no se permitía fallar. Su padre aún no era Presidente de la República y Sachi Marcela, la penúltima de los hermanos, la ayudaba a entrenarse en casa.

"La Kei fue la que me enseñó a jugar desde chiquita y sacaba fortísimo", dijo Sachi, entre risas, unos meses después de que su hermana saliera elegida congresista. "Pero cuando yo le reclamaba por eso, ella me respondía que así iba a aprender".

Una vez que su padre fue elegido presidente, las prácticas de vóley las hacían en uno de los patios de Palacio de Gobierno, formando equipos de seis personas cada uno, junto a su mejor amiga del colegio, Wendy Takahashi, y a los integrantes de la escolta de seguridad encargada de cuidar a los hijos del presidente.

Celmira Sánchez, quien era miembro de esa seguridad desde 1991, dice que, al principio, a sus colegas se les hacía incómodo jugar con la hija del que entonces era su "jefe". Sin embargo, con el tiempo, ellos mismos eran los que le proponían jugar. Toda la seguridad de Palacio adoraba a la hija mayor. "Daría mi vida por Keiko; no una, sino mil veces", dice ahora Celmira, quien dejó ese trabajo cuando Fujimori renunció a la presidencia desde Japón y la primera dama-hija mayor tuvo que abandonar el cargo.

Karla Odesso vive en Miami y fue compañera de colegio de la congresista. Ahora, por e-mail, recuerda que cada lunes de quinto de secundaria los alumnos debían llevar una noticia del periódico y contársela a la clase. La mayoría de las veces, nadie cumplía con esa tarea, pero Keiko los sacaba de apuros porque siempre llevaba más de una noticia. "Cuando era algo referente a Palacio de Gobierno, todos en la clase nos reíamos y le decíamos a la profesora que no era justo, pues ella vivía allí", dice Odesso.

Otro compañero de su clase, Óscar Alvarado, cuenta que él fue blanco de "burlas y humillaciones públicas" durante esos años escolares. "Pero Keiko nunca me dejó de hablar como muchos sí lo hicieron", dice. Franco Torterolo, quien también estudió en el colegio con la hija de Fujimori, dice que se caracterizaba por ser la alumna que más ayudaba a los demás compañeros en cursos difíciles como Matemáticas. "La imagen que se tenía de ella era la de un cerebrito, inteligente. Yo me acuerdo de Keiko como una chinita robotita", cuenta. Wendy Takahashi, su mejor amiga, recuerda las madrugadas en que, dormida entre libros y cuadernos en la alfombra del dormitorio de Keiko, en Palacio, se despertaba de casualidad y la veía "chancando y chancando", que es como se le dice en el Perú a estudiar con exageración.

En muchas ocasiones, fue el propio presidente quien, al escuchar bulla en la noche, entraba al dormitorio de su hija mayor y le aconsejaba irse a dormir.

"Deja de fumar"

Keiko Fujimori siempre ha querido ser la mejor. Una noche, meses después de casarse en el 2004 con Mark Villanella, un administrador de empresas estadounidense de ascendencia italiana, Keiko Sofía le preguntó a su esposo qué era lo que le faltaba para convertirse en la mujer perfecta. "Dejar de fumar", él le respondió. La hija de Fujimori se compró parches y chicles antitabaco y, poco después, dejó de fumar para siempre.

"No recuerdo un momento en el que mi padre no nos haya inculcado ser mejores que los demás", dijo un día Keiko Fujimori. "No hay razón para que yo no lo fuera".

Es de las primeras parlamentarias en llegar al Congreso y, si por algún motivo te hace esperar cinco minutos, te ofrecerá disculpas hasta estar segura de que las has aceptado. No lleva maquillaje o, al menos, no más del indispensable. No viste ropa llamativa ni tiene un corte o color de cabello distinto al que ha llevado durante años. Sin embargo, al llegar a algún lugar público causa la misma reacción que cualquier artista o estrella de televisión. La gente voltea a verla, la señala, grita su nombre, la quieren tocar y hay quienes incluso lloran. Sí. Hay quienes lloran cuando ven a Keiko Sofía Fujimori. Lloran cuando ella habla en los mítines de su partido.

Vladimiro, el enemigo

"Mi dieta se llama Vladimiro Montesinos", recuerda Cecilia Mosqueira, esposa de un ex ministro del gobierno de Fujimori, que le respondió Keiko a la pregunta de cómo había hecho para adelgazar tanto.

Era el 2001, ocho meses después de que el tercer y último gobierno de Fujimori terminara en medio de una de las peores crisis políticas de la historia del Perú. Durante esos últimos tiempos de crisis, en las marchas estudiantiles en contra del régimen, se escuchaba el grito: "El pueblo tiene hambre y Keiko está muy gorda".

Pero la primogénita Fujimori ya había adelgazado y ahora cumplía 26 años. Para celebrarlo, había reunido a algunas de las esposas de los ex ministros de su padre y a sus dos fieles asesoras, "Las Chicas Superpoderosas", en un restaurante japonés en Lima. "Se le veía demacrada", cuenta Mosqueira, aunque seguía sonriendo. No era para menos. Luego de que se descubrieran los videos en los que el asesor de Inteligencia de su padre, Vladimiro Montesinos, compraba funcionarios y opositores con dinero del Estado, nada volvería a ser igual para los Fujimori.

Cuando se hizo público el primer vladivideo, en setiembre del 2000, el presidente convocó a sus ministros para una reunión de emergencia en su oficina de Palacio. Según Keiko, su padre aún no tomaba una decisión respecto a qué debía hacer con su propio gobierno. José Chlimper, entonces ministro de Agricultura, recuerda que todos los ministros se sentaron en la oficina formando una media luna y, en el centro de ésta, quedó Fujimori. Mientras algunos ministros le aconsejaban que fuera drástico y definitivo con Montesinos, la primera dama ingresó a la sala, se sentó junto a su padre e interrumpió la conversación. Según Edgardo Mosqueira, quien era ministro de Trabajo en ese momento, Keiko le dijo a su padre -en tono enérgico- que él tenía que destituir a todos los comandantes generales del Ejército. "El presidente sólo se limitaba a mirarla -cuenta Mosqueira, seis años después-, pero de alguna forma se veía que le prestaba mucha atención a las palabras de la hija". José Chlimper, ahora en la oficina de la empresa agrícola de la que es presidente, dice que la hija de Fujimori "tenía una posición muy clara, muy dura, de diferenciación y de distanciamiento permanente. El padre la escuchaba y, desde el momento en que ella estaba ahí y participaba, quería decir que se le tomaba muy en cuenta".

Chlimper recuerda que fue Keiko, y no su padre, quien le había advertido, al día siguiente de que él fuera nombrado ministro, en julio del 2000, sobre el papel que Montesinos desempeñaba en el gobierno. "¿Ya lo llamó el doctor?", dice Chlimper que le preguntó Keiko. Cuando éste le respondió que no, ella le advirtió que si llegaba a recibir esa llamada, debía saber que Montesinos era un simple asesor. "Lo que ella me dijo ese día sembró una pepita que luego germinó y fue lo que me hizo tener más cuidado. De ahí viene mi lealtad con Keiko", cuenta Chlimper.

Según un actual asesor de la congresista Fujimori -quien trabaja junto a ella desde que era la primera dama- esa reunión con Chlimper formaba parte de un "plan secreto" ideado por Keiko para poner en contra de Montesinos a todos los allegados a su padre.

Triturando papeles con papá

Keiko Sofía tenía sólo veinticinco años, pero ya movía influencias alrededor del presidente. "Las esposas de los ministros son las personas que más pueden influir en ellos", era, según ese asesor, lo que pensaba la hija mayor. A partir de entonces, la primera dama empezó a organizar lonches para invitar a las esposas a conversar sobre los problemas sociales del país. Se comenzó a generar una confianza entre ellas. En uno de esos lonches, Thaís Chlimper, esposa del ministro de Agricultura, le regaló el libro Las siete leyes espirituales del éxito, del gurú de la autoayuda Deepak Chopra. Cuenta Thaís Chlimper que Keiko la llamó a los pocos días y le dijo que el libro lo iba a llevar consigo toda la vida como una guía.

En la revista estadounidense The Fletcher Forum of World Affairs, John Hamilton, ex embajador de ese país en Perú desde 1999 hasta el 2002, escribió que en los meses previos a la crisis, la hija mayor de Fujimori había escapado del rol tradicional de una primera dama para expresar públicamente su posición política, y que además buscaba el apoyo del gabinete de ministros de su padre para sacar a Vladimiro Montesinos de su puesto de poder.

En las reuniones privadas que Hamilton tenía como embajador con el presidente Fujimori, Keiko estaba presente. Alberto Fujimori -escribió el embajador- le dijo que ella era una de las únicas personas en las que él confiaba. El periodista Luis Jochamowitz, autor de los libros Ciudadano Fujimori y Vladimiro: vida y tiempo de un corruptor, dice que uno de los aparatos preferidos del ex presidente desde que llegó al gobierno fue una máquina trituradora de papel que no dejaba pruebas de nada. Su hija mayor cumplía casi el mismo rol de preservar los secretos. Lo que su padre le decía era procesado como en una máquina trituradora de papel.

Aún en esos meses (previos a la crisis) yo y mi padre teníamos una relación muy cercana-, cuenta Keiko, a los pocos días de haber sido elegida congresista, en mayo del 2006. "Desayunábamos juntos a pesar de nuestras discrepancias en la forma de pensar y de mis críticas abiertas a Montesinos. Siempre nos mantuvimos unidos. Desde niños, él escuchaba nuestra opinión, por muy ingenuos que hayamos sido de pequeños".

La onerosa "beca Fujimori"

El tercer gobierno de Alberto Fujimori no había alcanzado ni siquiera los cuatro meses cuando él renunció desde Japón.

"Todo se me vino abajo cuando recibí la llamada de mi padre desde Japón", dice ahora Keiko, sentada en la sala de la casa en la que vive con su esposo. "Durante dos días le dije que recapacitara, que si él iba a tomar una decisión lo hiciera desde acá, que no me dejara sola con todo".

Dice que lloró y le suplicó que volviera. En los días que siguieron recuerda que ya no podía llorar más, como si estuviese seca por dentro. Días después de aquella llamada, la primogénita, sentada en una habitación del sótano del Palacio de Gobierno, embaló, uno por uno, todos los regalos que su padre había recibido durante diez años: artesanías, cuadros, placas conmemorativas. Cada regalo, dice Keiko, le hacía recordar el momento justo en que su padre lo había recibido. Sentía mucha nostalgia. Después reunió a los empleados que habían servido a ella y a su familia y, sin sonreír, se despidió de ellos. Una de sus asesoras recuerda que cuando se despidió de sus empleados, Keiko les pidió que "no dejaran de confiar en el ingeniero (en su papá), que él seguiría velando por todos ellos desde donde estuviera".

A la congresista Keiko le han preguntado en cientos de entrevistas acerca de la corrupción que acabó con el gobierno de su padre. Cientos de veces ha respondido lo mismo: "Mi padre es inocente". Y sonríe. Sólo eso.

Pero en el pasado de los Fujimori, no sólo el patriarca tendría más de un asunto pendiente por contestar. Keiko, cuando tuvo que asumir el papel de primera dama, estudiaba Administración de Empresas en la Universidad de Boston. Años después, sus tres hermanos también se irían a estudiar a EE.UU.  Sin incluir los gastos de pasajes, vivienda y alimentación, los estudios de los Fujimori costaron más de US$ 400 mil. ¿Cómo el presidente podía costear esos estudios si su sueldo, según él mismo declaró, era de menos de setecientos dólares? "(Keiko Fujimori) se educó en Estados Unidos con la plata sustraída a los peruanos. Y ahora le regalan un escaño", escribió el periodista de investigación Ángel Páez en el diario La República, poco después de que ella fuese elegida congresista.

Keiko Sofía sonríe cada vez que le preguntan sobre el tema. No parece incomodarse con ello. En todo caso, sabe que, al haber elegido la política, tendrá que seguir respondiendo de esa manera, sin responder del todo.

"Mami, piensa en nosotros"

"Cuando mi papá renunció a su cargo -dice Keiko en su casa- me dije que ése era el momento perfecto para hacer lo que me gusta". Quería poner una empresa "en la que nadie me fastidie". Se casó con el norteamericano Mark Villanella, estudiaba una maestría en EE.UU., todo iba de acuerdo con sus planes hasta que su padre, ya detenido en Chile, le pidió que regresara a Perú y liderara su partido político.

Según Keiko, ella lo dudó y conversó por horas con su esposo. Pero al final, dice, tuvo que aceptarlo. Los pedidos del padre, para la mayor de los Fujimori, son "deberes y responsabilidades" que deben cumplirse. Así lo había hecho muchos años antes, cuando recién empezaba el proyecto político de Fujimori. Keiko aún no cumplía los quince años y era la secretaria personal más joven y más cercana a su padre, candidato a la presidencia en 1990: la hija mayor repartía, junto a sus hermanos y primos, por las calles de Lima, calendarios y afiches del partido Cambio 90 con el rostro del entonces desconocido Fujimori. También pintaba paneles de propaganda, acompañaba al candidato en sus viajes al interior del país, en sus recorridos en un tractor al que llamaron Fujimóvil, y hasta se encargó de mecanografiar las ideas que su padre usaría en el debate televisado contra su oponente, el escritor Mario Vargas Llosa.

Ya como hija del presidente, cuando su madre, Susana Higuchi, denunció que la torturaban en Palacio de Gobierno, ella, Keiko, decidió reemplazarla como primera dama y declaró en una entrevista televisada: "Mami, como te lo dije una vez, antes de hacer algo piensa en nosotros, tus hijos, que te queremos mucho. Tú sabes a lo que me refiero". ¿De qué lado estaba la primogénita Fujimori?

Ahora, sentada en su curul del Congreso de la República, si voltea hacia su izquierda, encontrará a Carlos Raffo, el publicista de Alberto Fujimori y creador de la pegajosa canción de tecnocumbia llamada "El ritmo del Chino, Chino, Chino, Chino". Si voltea hacia la derecha, puede conversar con el hijo de uno de los mejores amigos de su padre y fundador del partido Cambio 90, Renzo Reggiardo. Si mira hacia atrás, allí está Víctor Rolando Sousa, uno de los abogados de su padre y, junto a él, Alejandro Aguinaga, ex ministro de Salud del gobierno de Fujimori y, muy cerca de él, su tío Santiago Fujimori, hermano del ex presidente. Todos sentados en torno a ella, presidenta de los trece integrantes que conforman su grupo político en el Parlamento. "Es una bancada patrimonial -dijo Fernando Rospigliosi, periodista y ex ministro del gobierno de Alejandro Toledo-, donde está la hija, el hermano, el abogado, el empleado; y que tiene un objetivo: defender a Alberto Fujimori y a la mafia fujimorista".

Puede ser. En todo caso, no es posible saber si es que la hija mayor ha asumido de verdad el liderazgo de su grupo político o si sólo es un reemplazo temporal, y mucho más carismático, de su papá.