Seis barcos japoneses han partido hoy del puerto de Shimonoseki, en el oeste del país, para iniciar la temporada anual de caza de ballenas en la Antártida, en medio de las críticas de las organizaciones ecologistas.
La expedición, calificada de científica por las autoridades japonesas, está compuesta por el barco Nisshin Maru, de ocho toneladas, y otras cinco embarcaciones, con una tripulación total de 260 hombres.
Según el Instituto japonés de Investigación sobre los Cetáceos, el objetivo es capturar 860 ballenas, de ellas 850 "minke" y diez rorcuales comunes, para llevar a cabo investigaciones sobre su edad, contenido de sus estómagos, productos químicos detectadosen sus cuerpos y su relación con los humanos
.
Sin embargo, las organizaciones ecologistas han vuelto a denunciar que su fin es meramente comercial, pues la carne de las ballenas regresará a Japón metida en cajas y será vendida como producto alimentario.
Keiko Shirokawa, portavoz de la asociación Greenpeace, confirmó a Efe que la partida de los balleneros se produjo esta tarde y aseguró que este año se cazarán muchas más ballenas que en otras temporadas porque Japón ha aumentado su cuota.
Los barcos salieron de Shimonoseki para llevar a cabo sus capturas en el llamado "santuario de ballenas" de la Antártida, concretamente en la latitud 60 grados sur y longitud 145 grados oeste, y está previsto que regresen a Japón a mediados de abril.
Miembros de Greenpeace acudieron a ese puerto, aunque no trataron de impedir la salida de los balleneros, según Shirokawa. Aunque la captura de ballenas iniciada por Japón en 1987 está autorizada por la Comisión Ballenera Internacional con fines de investigación, los ecologistas aseguran que se trata de una forma encubierta para la caza comercial, pues la carne de los cetáceos es vendida para el consumo interno.
Los pescadores japoneses, por su parte, argumentan que la carne de cetáceo forma parte de la dieta tradicional nipona y que la presencia excesiva de ballenas "minke" representa una amenaza ecológica porque reduce las poblaciones de los peces más pequeños que les sirven de alimento.
"Decir que se trata de una investigación es un insulto para la ciencia y para los japoneses", aseguró Junichi Sato, responsable de Greenpeace para la campaña contra la caza de ballenas. La organización ecologista, además, denunció que el 70 por ciento de los japoneses se oponen a la caza de cetáceos en el Antártico y que el 95 por ciento apenas come ballena, de acuerdo con una reciente encuesta del Nippon Research Centre.
Desde hace 21 años está vigente una moratoria internacional para la caza comercial de ballenas, a las que se oponen países como Japón, Noruega e Islandia.
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