Casi un millón de hectáreas son beneficiadas con reguladores biológicos de plagas y enfermedades, lo cual reduce en ocho veces la cantidad de plaguicidas químicos que aplicaba la agricultura hace más de 15 años.
Las especialistas Berta Carreras y María Elena Márquez formaron parte del equipo que coleccionó las cepas nativas de Bacillus Thuringiensis.
El Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV), que cumple 30 años, desarrolla diferentes vías para controlar insectos dañinos mediante otros benéficos que se alimentan de los depredadores de hojas y frutos. En esa cadena, la propia naturaleza establece un equilibrio sin necesidad de introducir pesticidas tóxicos en los sembrados, que dañan el entorno.
Numerosas cepas nativas de Bacillus Thuringiensis, el medio biológico más utilizado en el mundo, fueron halladas por un equipo del INISAV. La investigación arrojó que en Cuba existen tipos de ese bacillus que no solo permiten controlar insectos, sino ácaros que atacan la papa y el pimiento y nemátodos que enferman los platanales.
Las investigadoras Berta Carreras y María Elena Márquez explicaron a Granma que las cepas cubanas cubren más microorganismos dañinos.
Al poder contar con cepas nativas no hay que importar de la B. Thuringiensis, pues un kilogramo de este producto en el mercado mundial tiene un elevado precio en divisa, mientras que una cantidad obtenida en nuestro país es mucho más económica.
Además de este bioplaguicida, se reproducen otros hongos, bacterias e insectos benéficos para contrarrestar los microorganismos perjudiciales. Esto se realiza en 199 laboratorios que emplean equipos artesanales y en cuatro bioplantas de moderna tecnología, lo cual permite enfrentar las demandas de la producción agropecuaria a escala nacional.
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