Shanghai subvenciona la incineración por falta de espacio en los cementerios
JOSÉ REINOSO - Pekín - 04/04/2007
El país más poblado del mundo tiene dificultades para albergar los restos de sus muertos, hasta el punto de que, si la situación continúa como hasta ahora, la ciudad de Shanghai se habrá quedado sin suelo en los cementerios en 10 años. El problema no es nuevo en una nación en que la incineración es práctica habitual, pero se ha agravado y la capital financiera de China ha decidido redoblar los esfuerzos para convencer a la población de que opte por el mar como refugio final de sus difuntos. Para ello, el gobierno municipal ha decidido incrementar, este año, de 200 a 400 yuanes (19 a 38 euros) la subvención a quienes opten por este tipo de sepelio.
Unas 100.000 personas fallecen cada año en Shanghai y, aunque los gobernantes y los gestores de las instituciones funerarias han estado impulsando los entierros que ahorran suelo -por ejemplo, mediante el uso del mar o disminuyendo la superficie asignada a cada tumba-, la gente sigue prefiriendo la tierra firme. Sólo el 1,6% de las familias optó por diseminar las cenizas de sus seres queridos en el océano el año pasado. Fueron 1.613 funerales marítimos, frente a 815 en el año 2000.
Según las creencias tradicionales chinas, los muertos sólo pueden lograr la paz eterna si sus restos reposan en una tumba. Así que las autoridades de la antaño llamada Perla de Oriente se las ven y se las desean para convencer a sus coetáneos de que sus reliquias no van a ser devoradas por los peces y las gambas si las echan al mar, y de que allí, en las profundidades, también hay tierra. "Las cenizas se hundirán y reposarán bajo la arena y el lodo", ha asegurado en la prensa local Xu Guoxiang, director del departamento de sepelios en el mar de la ciudad.
La Administración Oceánica Estatal ha designado una zona entre las islas de Changxing y Hengsha, al noreste de Shanghai, para que la gente entregue al viento y al agua el polvo de sus allegados. Según Xu, al principio quienes elegían este tipo de ceremonia eran familias "con un alto nivel de educación. Ahora, pertenecen a todos los niveles sociales. A algunos les atrae el respeto al medio ambiente, otros quieren ahorrar dinero".
El precio medio de una concesión en un cementerio es de 20.000 yuanes (1.936 euros), mientras el coste de una inhumación en el océano es de 150 yuanes (14,5 euros) por asistente, aunque hay quien se gasta 3.400 euros en alquilar su barco.
La falta de suelo para mausoleos y sepulturas ha dado pie a la especulación. En algunas ciudades como Zhengzhou (capital de la provincia central de Henan), el precio medio por metro cuadrado alcanza 755 euros, frente a 387 euros el de una casa. Ante esta situación, el Gobierno va a imponer nuevas regulaciones, que incluirán multas hasta de 500.000 yuanes (48.400 euros) a quienes vendan sepulturas demasiado grandes o las traspasen a compradores que no tengan un certificado de defunción válido. La normativa también promoverá el uso del mar y los ríos como lugar de exequias.
China es un país que honra a sus antepasados con fervor. El culto a los ancestros tiene carácter de religión en este país, que mañana, 5 de abril, celebra la festividad de Qingming, o día del barrido de las tumbas. Millones de personas acudirán a los camposantos para rendir culto a los familiares fallecidos. Algunos depositan ante los túmulos un cochinillo asado y alcohol para que el difunto pueda deleitarse en el otro mundo. Otros queman reproducciones en papel de billetes, coches deportivos o lingotes de oro. Y para calmar la soledad del muerto en el más allá, hay quien le ofrece preservativos de papel o la figura del amante que tuvo en vida.
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