29 de Mayo de 2007.
Han desarrollado un prototipo del primer brazo artificial completamente integrado que puede ser controlado de forma natural, proporciona retroalimentación sensorial y permite un nivel de control que va mucho más allá de las mejores prótesis convencionales actuales.
El logro es fruto de la labor de un equipo internacional dirigido por el Laboratorio de Física Aplicada (APL por sus siglas en inglés) de la Universidad Johns Hopkins.
Proto 1 es un sistema completo que, además, incluye un entorno virtual utilizado para la configuración clínica, el entrenamiento del paciente, y para registrar los movimientos de la extremidad, y las señales de control durante las investigaciones clínicas.
El equipo dirigido por el APL ha trabajado para lograr el desarrollo de un brazo que restaure las funciones significativas y la percepción sensorial de la extremidad natural.
Este progreso significa el primer gran paso en un ambicioso programa que tiene una duración de 4 años, e incluye a más de 30 socios, entre ellos, agencias gubernamentales, universidades y firmas privadas de Estados Unidos, Canadá y Europa.
El desarrollo de este primer prototipo durante el primer año del programa es un logro destacado en el camino hacia su objetivo, que es, proporcionar en el 2009 un brazo mecánico que imite con la mayor fidelidad posible las propiedades y la percepción sensorial de dicha extremidad biológica.
El grado avanzado de control natural y la retroalimentación sensorial integrada que se ha demostrado con Proto 1, son posibles gracias a la reinervación muscular selectiva (TMR, por sus siglas en inglés), una técnica de la cual es pionero el doctor Todd Kuiken del Instituto de Rehabilitación de Chicago (RIC, por sus siglas en inglés), que incluye la transferencia de los nervios residuales de una extremidad amputada hacia regiones musculares no utilizadas que estén lo bastante cerca del lugar de la lesión. En este caso, los nervios fueron transferidos hacia el área pectoral del paciente. Esto permite un uso más intuitivo de un brazo artificial y facilita el desarrollo de las sensaciones naturales de tacto y de fuerza de agarre.
Durante la evaluación clínica de la extremidad en el RIC, un paciente del doctor Kuiken, Jesse Sullivan, trabajador de líneas de alta tensión que perdió sus dos brazos a causa de un accidente con una fuerte descarga eléctrica, demostró una mejoría sustancial en pruebas funcionales tales como reubicar el dedo pulgar dependiendo de las características de cada acción de agarre, sacar una tarjeta de crédito de un bolsillo y apilar tazas, mientras controlaba su fuerza de agarre utilizando primariamente su retroalimentación sensorial y no su visión, entre otras "proezas".
El trabajo con pacientes como Sullivan fue decisivo para ayudar al equipo a comprender los atributos que los pacientes buscan en las nuevas extremidades artificiales. El sistema de extremidades también incluye una cubierta artificial semejante al aspecto externo de la extremidad natural, que se creó utilizando como referencia fotografías del paciente tomadas antes del accidente.
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