Autor: RAÚL MENCHACA
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El anuncio por la compañía Bacardí de la próxima elaboración en Estados Unidos de un ron con la marca Havana Club, arrebatada a su legítimo dueño, la empresa cubana Cubaexport, abre una incógnita para el futuro de muchos registros comerciales estadounidenses aceptados por Cuba.
Apoyada por las leyes del bloqueo de más de cuatro décadas contra Cuba, la firma del murciélago logró colar una "percha" a la Ley de Presupuesto, conocida como Sección 211 o Ley Bacardí, la cual se suma a su activa participación en la promulgación de la Ley Helms-Burton, y que deja sin protección las marcas registradas que fueron adquiridas por el Gobierno cubano en el proceso de nacionalización.
La mencionada legislación, pasada en octubre de 1998 como una escondida enmienda, fue declarada incompatible con los principios básicos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en febrero del 2002, pero más allá de eso evidencia nuevamente el flagrante desconocimiento por parte de Estados Unidos a los acuerdos internacionales.
Con la actitud complaciente del Congreso estadounidense hacia Bacardí se socavó de paso el crédito de una organización basada en una supuesta igualdad comercial, y lo que es más importante, abrió una puerta a una eventual represalia cubana hacia los registros de unas 400 compañías norteamericanas en Cuba, incluídas Coca-Cola, Hilton y Palmolive.
Ahora Cuba tiene todo el derecho del mundo a interpretar lo sucedido como una derogación de lo pactado bajo la Convención Interamericana de Marcas de 1931 y considerarse relevada de sus obligaciones de reconocer las marcas registradas aquí.
Ya en enero de 1999, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, advirtió que "las marcas y patentes no existen de un solo lado, y los derechos y atribuciones con respecto a estándares internacionales necesitan operar para todas las partes.
"En Cuba hay registradas marcas y patentes de compañías de los Estados Unidos. Sus dueños deben estar preocupados de que la imprudencia de un Gobierno dé lugar a acciones que no pueden quedar sin respuesta", señalaba Alarcón.
En el interior de Estados Unidos ya se han alzado voces de alerta, como las del Consejo Nacional del Comercio Exterior (NFTC, por sus siglas en inglés), una prestigiosa entidad empresarial fundada en 1914, para impulsar un comercio mundial abierto, pero basado en regulaciones.
El presidente del NFTC, Bill Reinshi, advirtió que la Sección 211, la traidora Ley Bacardí, hace vulnerables a las marcas estadounidenses registradas en Cuba.
Para el representante demócrata Charles Rangel resulta "vergonzoso pensar que el Congreso de Estados Unidos haya liquidado esa área de cooperación (con Cuba) para beneficiar el interés particular de Bacardí a expensas de los norteamericanos dueños de marcas comerciales".
Una buena parte del empresariado estadounidense está preocupada ante la eventualidad de que La Habana tome represalias con los registros, porque si Bacardí pretende elaborar un ron Havana Club falsamente cubano, quien quita entonces de que en Cuba eventualmente se produzca una Coca Cola "norteamericana".
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