13 octubre, 2006

El sabor del ron falsificado

 

Autor: RAÚL MENCHACA

Los mafiosos de Bacardí saben lo que hacen: falsifican el Havana Club, sencillamente porque es el mejor ron del mundo.

La compañía Bacardí, asentada en Miami, anunció el próximo inicio de la producción en Puerto Rico de un ron bajo la prestigiosa marca Havana Club, recién robada bajo el amparo en el entramado de leyes que conforman el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.

Bacardí, cuyas ventas internacionales disminuyeron sensiblemente a inicios de los años 90 ante el empuje del Havana Club, genuinamente cubano, se dedicó desde hace mucho a sabotear el emblemático producto comercializado por Havana Club Holding, S.A. (HCH), formado a partes iguales en 1993 entre la francesa Pernod Ricard y la compañía cubana Havana Rum and Liquors, S.A.

Esa asociación potenció las ventas cubanas de ron, que se aprovecharon de la experiencia de Pernod Ricard, poseedor de una amplia red comercial en más de 90 naciones y un posición de vanguardia en la venta de whisky, coñac, vinos, aperitivos, licores, ginebra, sidra y refrescos.

Y Bacardí se lanzó entonces de cabeza contra Havana Club. Primero fueron las presiones sobre Pernod Ricard, después la activa participación, sin esconderse demasiado tras bambalinas, en la concepción y elaboración de la onerosa Ley Helms-Burton y finalmente, en octubre de 1998, el callado enganche como una "percha" de una enmienda de último minuto a la Ley de Presupuesto.

Esa percha, propuesta por el congresista Connie Mack, con el apoyo de su colega Bob Graham, retomó una propuesta del abogado de Bacardí, Ignacio Sánchez, para que Estados Unidos rechace la protección de las marcas registradas que fueron adquiridas por el Gobierno cubano en el proceso de nacionalización. Dato al margen: Mack y Graham son congresistas por La Florida.

Esa enmienda, conocida como Sección 211, aunque muchos la llaman por alguna razón Ley Bacardí, fue la justificación legal para que en 1999 un tribunal del distrito Sur de Nueva York fallase a favor de la marca del murciélago ante una reclamación de HCH por la venta de un ron etiquetado Havana Club, producido en las Bahamas por Galleon S.A., filial de Bacardí.

Hace apenas tres meses, el 28 de junio último, la Oficina de Control de Activos Extranjeros, que invierte más recursos de los contribuyentes en hostigar a Cuba que en perseguir los fondos de Bin Laden, denegó la solicitud de una licencia específica para la renovación del registro de la marca Havana Club en Estados Unidos, lo que acabó de desatar la voracidad comercial de Bacardí, empeñada ahora en elaborar un falso ron al que tienen la osadía de llamar "cubano".

En realidad, ese sello nunca fue propiedad de la firma Bacardí, sino de José Arechabala, S.A., quien lo produjo en Cuba hasta 1960, pero con el triunfo de la Revolución verdeolivo, la mayoría de los accionistas de esa compañía emigraron hacia España y desatendieron el registro de marca, tanto en España como en República Dominicana.

En 1976, ante el abandono de la marca Havana Club, la empresa cubana Cubaexport solicitó inscribirla y logró su registro en los Estados Unidos con el número 103165.

Los antiguos accionistas de la Compañía Arechabala no pudieron oponerse por haber prescrito tres años antes el derecho a establecer ninguna reclamación sobre el registro.

Es decir, como quien se oculta tras las espaldas del guapetón del barrio, Bacardí trata de robar una marca que es legalmente propiedad de una empresa cubana y con esa acción abre la posibilidad de abrir una guerra comercial entre Cuba y Estados Unidos, algo de lo que hablaremos en otra ocasión.

Ahora, para el consumidor estadounidense, Bacardí ofrece un producto espurio que engaña a los compradores al venderse como "un ron cubano", cuyo sabor, por eso, estará totalmente adulterado.

Si algo hay que aplaudir a los especialistas de Bacardí es que conocen bien el precepto de todos los falsificadores: solo se plagia lo mejor. Y el mejor ron es el cubano Havana Club.

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