Boletín NC&T Vol. 1, No. 611 14 de Mayo de 2008.
"La sangre se me heló en las venas" es una expresión común, y según los últimos estudios se puede interpretar bastante literalmente. Un miedo intenso puede hacer que nuestra sangre se coagule y aumentar el riesgo de trombosis o de infarto cardiaco.
Estudios anteriores mostraron que el estrés y la ansiedad pueden ejercer una influencia nada desdeñable en la coagulación. Sin embargo, se basaron casi por completo en la inspección de datos recogidos en cuestionarios respondidos por sujetos sanos. Ahora, en cambio, el equipo de investigación de Bonn creado en torno a Franziska Geiser (del Hospital Policlínico para Medicina Psicosomática y la Psicoterapia) y a Ursula Harbrecht (del Instituto de Medicina de Transfusión y Hematología Experimental) ha sido el primero en llevar a cabo un examen muy cuidadoso sobre coagulación en pacientes con trastornos de ansiedad.
Todo el mundo experimenta ansiedad de vez en cuando. El miedo a obtener malas calificaciones en el examen de matemáticas, el temor a bajar al sótano oscuro, o, en un sentido más general, la inquietud sobre lo que nos depara el futuro. Pero algunas personas sufren grandes temores al enfrentarse a las situaciones normales de todos los días. Por ejemplo, las víctimas de agorafobia frecuentemente tienen ataques de pánico cuándo se ven atrapadas en una multitud. Los síntomas pueden ser dramáticos: palpitaciones, sudoración, estremecimiento, pánico incontrolable, desfallecimiento... Pueden incluso provocar un estado que conduzca a la muerte. Otro trastorno de ansiedad encontrado frecuentemente puede ser descrito como fobia social. Los afectados tienen miedo de todas las situaciones en las cuales se convierten en el centro de atención en un grupo. Comienzan a tartamudear o a ruborizarse. Para evitar la vergüenza, las víctimas de la fobia social pueden acabar convirtiéndose en sujetos solitarios, evitando casi todo contacto humano y quedándose encerrados en casa.
Los investigadores médicos en Bonn compararon pacientes que padecen de una forma severa de trastorno de pánico o una fobia social, con un grupo de control integrado por personas sanas. A fin de excluir tanto como fuera posible la influencia de factores como la edad y el sexo, cada uno de los 31 pacientes con trastornos de ansiedad fue comparado con un paciente sano de la misma edad y sexo. A los sujetos se les tomó en primer lugar una muestra de sangre y se les solicitó realizar una serie de pruebas por ordenador. Luego se tomó una segunda muestra de sangre. El análisis de sangre, que midió varios factores de coagulación, produjo un resultado claro: el grupo de pacientes con ansiedad mostró un sistema de coagulación mucho más activo que el grupo de control.
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