El demócrata Barack Obama y el republicano John McCain ofrecen visiones contrapuestas sobre el futuro de las relaciones con Cuba y toda Latinoamérica
ANTONIO CAÑO - Washington - 26/05/2008
Para los veteranos de Miami y de la política latinoamericana, lo ocurrido el viernes pasado en el hotel Intercontinental del centro de esta ciudad era hasta hace poco una fantasía inimaginable: un candidato presidencial demócrata, negro, de credenciales más bien izquierdistas, comiendo junto al hijo de Jorge Mas Canosa en un acto organizado por la organización que el desaparecido líder del exilio creó para gloria del poder cubano en Estados Unidos y para tormento del régimen de la isla. Más aún: un político demócrata hablando aquí de la necesidad de negociar con los responsables de la dictadura e invitando a toda América Latina a una nueva era de relaciones en un plano de igualdad. "Todos somos americanos", proclamó Barack Obama en español.
"Es necesaria una nueva Alianza para las Américas basada en el principio de que lo que sea bueno para los pueblos latinoamericanos será bueno para Estados Unidos", declaró Barack Obama en su reunión con unos centenares de miembros del exilio cubano en Florida. El martes pasado, en esta misma ciudad, el candidato republicano, John McCain, dijo: "Dejemos claro que los que no compartan nuestros valores de libertad y apertura no podrán contar con nosotros como amigos". Son dos visiones muy diferentes de cómo entender las relaciones. América Latina, por lo que parece, también se juega bastante en las elecciones del próximo noviembre.
Cuba es desde hace ya muchos años el terreno en el que de forma más obscena se expresa la tensión de esas relaciones. Salvando las diferencias, Cuba es para América Latina lo que Palestina es para el mundo árabe. Para algunos, la prueba de las verdaderas intenciones de cada parte; para otros, la excusa para no progresar jamás.
Por eso, los candidatos presidenciales norteamericanos han expuesto a través de Cuba su visión de América Latina. Para McCain, que no ve ninguna alternativa a la política de embargo e incomunicación que Washington ha mantenido con La Habana durante casi medio siglo, Cuba es la demostración de que su Administración será firme en los principios e inasequible a los experimentos en este continente. "No permitiremos que nuestros socios caigan en manos de demagogos, narcotraficantes y desesperados", dijo McCain en Miami, en clara alusión a Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega y otros que les apoyen en la región.
Para Obama, el diálogo y la negociación son instrumentos imprescindibles en Cuba: "Nunca negociaré la causa de la libertad, pero nunca descartaré una iniciativa que pueda hacer avanzar la causa de la libertad". Lo que equivale a pragmatismo y realismo en América Latina.
Desde esa perspectiva, lo que Chávez -a quien Obama también calificó de "demagogo"- ha hecho ha sido "llenar el vacío de liderazgo" que Estados Unidos ha dejado en América Latina durante los ocho años de la Administración de George W. Bush. La receta para combatirlo, por tanto, no es el choque frontal sino la eliminación de las causas que le sirven de pretexto. "Hay que poner fin tanto a la arrogancia de Washington como al antiamericanismo a lo largo de la región", afirmó el viernes el senador por Illinois.
"América Latina ha cambiado mucho en todos estos años, pero la política de Estados Unidos no ha cambiado al mismo ritmo", manifestó Obama. "La seguridad no se puede conseguir sólo por la fuerza", añadió. Es necesario, desde su punto de vista, incrementar el espacio para la diplomacia. Prometió aumentar los consulados norteamericanos en el continente, incrementar el número de voluntarios de los Cuerpos de Paz en la región y nombrar, como alto cargo permanente de su Administración, un Enviado Especial para las Américas.
La seguridad, en todo caso, es una prioridad en la que Obama y McCain están básicamente de acuerdo. Los dos son partidarios de mantener el Plan Colombia y de dotar de mayor contenido y recursos la llamada Iniciativa de Mérida, más conocida como Plan México, con el fin de contribuir de forma más intensa y eficaz en la lucha contra la criminalidad que amenaza ya la supervivencia del Estado en México.
El apoyo a Colombia está garantizado gane quien gane las elecciones de noviembre. Con pequeños matices. McCain hizo encendidos elogios de la gestión personal del presidente Álvaro Uribe. Obama no lo mencionó, pero aseguró que su Administración ayudará al Gobierno colombiano a "combatir a las FARC y a los paramilitares de extrema derecha". "Apoyamos el derecho de Colombia a atacar a los terroristas que se refugien en santuarios establecidos al otro lado de sus fronteras", añadió el candidato demócrata.
El apoyo de Obama a Colombia se contradice parcialmente con su rechazo al acuerdo de libre comercio que la Administración norteamericana firmó con el Gobierno de Bogotá y que está actualmente paralizado en el Congreso. Para McCain, el tratado de libre comercio constituye "un instrumento básico para demostrar la sinceridad de Estados Unidos". Para Obama "no todo acuerdo de libre comercio es un buen acuerdo". Desde su punto de vista, es necesario negociar esos tratados de forma que "ambos países compartan los beneficios de la globalización", también en lo que afecta a derechos ecológicos y laborales.
El voto cubano representa alrededor del 7% de Florida. No es mucho, pero sí suficiente para inclinar la balanza en el Estado quizá más decisivo de todo el país. En el conjunto nacional, el voto hispano es aún incierto pero, con seguridad, tendrá un papel muy importante al menos en una decena de Estados. Los candidatos no hablan en balde, por tanto, de una región que, por otra parte, parece haber perdido relevancia internacional.
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