Actualizado 2:30 A.M. (hora local) La Habana, martes 8 de mayo de 2007. Año 11 / Número 128
Deisy Francis Mexidor
Francis_mexidor@granma.cip.cu
George W. Bush quería desquitarse de una chifladura que cometió alcohólico frente a la Reina cuando su padre era el Presidente y para ello ahora desempolvó lecciones y manuales de protocolo antes de la llegada a la Casa Blanca de la soberana de Inglaterra, Isabel II, y su esposo, el príncipe Felipe, y ni así pudo evitar... la metedura de pata.
El texano que pone sus extremidades inferiores sobre la mesa, toma agua directamente de la botella, habla con la boca llena, y que una vez le dio a la canciller alemana Angela Merkel un improvisado masaje en el hombro, se esforzó por salir ileso y al final no pudo.
Dicen los cercanos a la mansión presidencial que hasta el Departamento de Estado circuló un pequeño cuadernillo con indicaciones en las que se revelaba, por ejemplo, que había que dirigirse a la Reina llamándola "Su Majestad" y que una vez esta terminara de comer en la cena oficial, el resto de los comensales también debía imitarla. "No es grave", apuntaron algunos asistentes de Bush: "Él es muy rápido para comer".
Pero el presidente —probado está que no puede hilvanar un pensamiento lógico sin cometer errores— cometió el yerro durante el recibimiento de la pareja real.
Reseñó la AFP que el jefe de la Oficina Oval profirió que la visita, la primera de su Alteza desde 1991, cuando era gobernante Bush padre, rendía tributo a las "tradiciones e historia compartida" de las dos naciones.
Sin embargo, en uno de sus ya usuales momentos de confusión mencionó una visita de Isabel II para conmemorar el 200 aniversario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos de Gran Bretaña "en 17... en 1976".
La Soberana le echó una mirada fulminante, pero peor fue el remedio, pues Bush quiso bromear ante un público que reía y puso el puntillazo: "Me miró como solo una madre puede mirar a un hijo".
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