El organismo avisa de que causará más pobreza, hambre y polución
F. GUALDONI - Madrid - 10/05/2007
Naciones Unidas echó ayer un balde de agua muy fría a la cabeza de los entusiastas del uso masivo de biocombustibles en lugar de los carburantes fósiles: las prisas por producir ingentes cantidades de energía del maíz, la caña de azúcar, la soja o la palma acelerarán la deforestación mundial, provocarán hambruna, expulsarán a los pequeños agricultores de sus tierras y harán más pobres las regiones del planeta que ya lo son. "El tema es muy delicado y debe manejarse con mucha responsabilidad", dice el organismo.
El informe de la ONU sobre el impacto del uso de los biocarburantes a gran escala dado a conocer el martes por la noche en Nueva York es el primero y más completo de su tipo. Se da a conocer cuando ya ha habido una crisis en México por el aumento del precio de las tortillas de maíz -alimento básico de la dieta mexicana- por el desvío del grano a la producción de etanol en Estados Unidos, y dos meses después de la visita del presidente George Bush a Brasilia para firmar un acuerdo con su homólogo, Luiz Inácio Lula da Silva, para la producción y exportación de etanol. EE UU y Brasil son los mayores productores de biocombustibles, seguidos de China.
Los expertos no están en contra del aumento del uso de los carburantes vegetales -reconocen que puede ser beneficioso para mantener a raya los precios del petróleo y proveer de energía barata a muchas áreas rurales de los países pobres-, sino de que se extienda el uso de esta energía de forma alocada y sin medir bien sus consecuencias.
"A menos que las nuevas políticas que se pongan en marcha tengan en cuenta la protección de las tierras amenazadas, garanticen un uso socialmente aceptable de la tierra y vayan encaminadas a un desarrollo sostenible en su conjunto, el daño social y medioambiental de la bioenergía puede, en muchos casos, superar a los beneficios", ha afirmado Gustavo Vest, vicepresidente del brazo de la ONU dedicado a los estudios energéticos.
Un mercado en alza
El mercado de la bioenergía, con un volumen de negocio de miles de millones de euros anuales, es uno de los de más rápido crecimiento del mundo. "Dentro de años los biocombustibles supondrán el 25% de toda la energía mundial", según el director adjunto de la FAO -Agencia para la Alimentación de la ONU-, Alexander Iler, citado en el estudio.
El informe señala que la industria bioenergética puede causar un desequilibrio en el abastecimiento alimentario al destinar las tierras, aguas y otros recursos a la producción de biocombustibles en detrimento de productos alimentarios básicos. Esta situación generaría escasez y subida del precio de los alimentos y empeoraría las condiciones de la población que ya vive en el límite de la pobreza o por debajo de ésta.
Otra preocupación que expresan los expertos de Naciones Unidas es que los programas de biocombustibles ocasionen una concentración de la propiedad de las tierras en manos de unos pocos productores, que deje a los pequeños agricultores y a los más pobres fuera del mercado y, por consiguiente, inmersos en la indigencia.
También se apunta, por ejemplo, que las grandes extensiones de tierra que se requieren para aumentar la producción de bioenergía, terrenos que serán arrebatados a las áreas forestales, producirá una liberación de grandes cantidades de carbono del suelo y de la biomasa forestal. Para minimizar las emisiones del gas que produce el efecto invernadero asociado a la producción de biocombustibles, la ONU recomienda que la industria preserve los
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