Boletín NC&T Vol. 1, No. 640 21 de Julio de 2008.
A medida que las emisiones de gases producidas por la utilización de los combustibles fósiles continúan aumentando, reducir la cantidad de la radiación luminosa proveniente del Sol que alcanza la superficie de la Tierra, tendría definitivamente un efecto de enfriamiento sobre las temperaturas en la superficie del planeta. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, dirigido por el científico Govindasamy Bala, experto en ciencias de la atmósfera, muestra que esta manipulación intencionada de la radiación solar podría conducir a un ciclo global del agua menos intenso. La disminución de la temperatura superficial a través de la "geoingeniería" también podría acarrear una disminución de las precipitaciones.
Es factible reducir la luz solar incidente en la superficie de la Tierra recurriendo a proyectos de geoingeniería. Estos se dividen en dos clases fundamentales: La del "parasol" consiste en mitigar los efectos del calentamiento global manipulando de manera intencionada la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre. La otra clase consiste en eliminar el CO2 atmosférico secuestrándolo dentro de la vegetación terrestre u oceánica, o en las profundidades de formaciones geológicas específicas.
En este nuevo estudio de modelación climática, Bala y sus colegas Kart Taylor y Philip Duffy han demostrado que la modalidad del parasol podría enlentecer el ciclo mundial del agua.
Los proyectos de tipo parasol incluyen la colocación de reflectores en el espacio, la inyección de sulfatos u otras partículas reflectoras en la estratosfera, o la potenciación de la capacidad reflectora de las nubes inyectando núcleos de condensación en la troposfera. Cuando la concentración de CO2 se duplique, como se predice para el futuro, una reducción del 2 por ciento de la radiación solar incidente sobre la superficie terrestre sería suficiente para contrarrestar el calentamiento de la superficie.
En este nuevo estudio se investigó la sensibilidad de la precipitación media mundial a los efectos de los gases de invernadero, y a la radiación solar, de manera separada, para ayudar a comprender mejor el ciclo mundial del agua en un mundo geomodificado.
En tanto que la respuesta de la temperatura en la superficie es la misma para el CO2 y para la radiación solar, la respuesta de las precipitaciones puede ser muy diferente.
Las pruebas con el modelo dieron como resultado que la precipitación media global se elevó aproximadamente en un 4 por ciento para la duplicación del CO2 y disminuyó en un 6 por ciento para la reducción de la radiación solar.
Como el ciclo global del agua es más sensible a los cambios en la radiación solar que a los incrementos en la concentración atmosférica del CO2, la geoingeniería podría conducir a una disminución de la intensidad del ciclo global del agua.
Un estudio reciente mostró que después de la erupción del Monte Pinatubo en 1991, se registró un decrecimiento sustancial de las precipitaciones sobre tierra y una disminución récord en el escurrimiento y descarga hacia los océanos. Las cenizas desprendidas durante la erupción del Pinatubo impidieron que parte de la radiación solar que entraba en la atmósfera incidiera sobre la superficie terrestre, reflejándola de vuelta al espacio, provocando una ligera disminución en las temperaturas superficiales, pero también ralentizando el ciclo hidrológico mundial.
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