Boletín NC&T Vol. 1, No. 637 14 de Julio de 2008.
Un equipo de científicos británicos está desarrollando un nuevo tipo de vidrio que puede disolverse en el interior del cuerpo humano liberando calcio. Esto permitiría la regeneración de huesos, un avance que iría mucho más allá que los simples transplantes óseos.
El vidrio poroso, originalmente desarrollado en el Imperial College de Londres, es capaz de actuar como una plantilla activa para el crecimiento óseo organizado, disolviéndose por completo en el cuerpo sin dejar rastro de él ni tampoco compuestos tóxicos, y liberando calcio y otros elementos como el silicio, en los fluidos corporales adyacentes, estimulando el crecimiento óseo.
El vidrio activa genes presentes en las células óseas humanas que codifican proteínas controladoras del ciclo de las células óseas y la diferenciación celular para formar una nueva matriz ósea y una rápida mineralización de los nódulos óseos.
Los investigadores de las universidades de Kent y Warwick han estado llevando a cabo experimentos en las instalaciones de la ISIS, la principal fuente de neutrones pulsados del mundo, emplazada cerca de Oxford, en el Reino Unido. Los primeros resultados de las investigaciones allí llevadas a cabo muestran con precisión cómo el calcio está distribuido en el vidrio y, por tanto, cómo es liberado en el cuerpo.
El profesor Bob Newport, de la Universidad de Kent, destaca que fue al ser analizado el material en la ISIS cuando el proceso pasó a estar claro.
Aunque ya están en uso clínico algunas variantes de materiales bioactivos de esa clase, y pese a que el papel del calcio en esos materiales ya fue reconocido como crucial para la estabilidad del vidrio y para su carácter bioactivo, no se había llevado a cabo hasta ahora ningún estudio directo y cuantitativo sobre los átomos de calcio en la estructura del vidrio.
Ya hay planes para realizar un nuevo estudio, dentro de unos meses, sobre híbridos polímero / vidrio. Los avances que se logren podrían ser fundamentales para el desarrollo de versiones mecánicamente más fuertes del vidrio que serían capaces de albergar cargas químicas, y que se podrían utilizar para el reemplazo de articulaciones. Si la investigación avanza al ritmo esperado, las pruebas clínicas comenzarán dentro de unos cinco años.
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