25 junio, 2007

ANIVERSARIO. Entrevista a Isabel Allende

"Todo se lo debo a esa primera novela"

María Teresa Cárdenas
A veinticinco años de la publicación de La casa de los espíritus, llega a Chile una edición conmemorativa de esta novela, sobre la cual opinan críticos y escritores.

Cientos de ediciones en casi treinta idiomas, llevada al cine y al teatro por actores de primera línea, leída y estudiada en universidades de todo el mundo, La casa de los espíritus, la novela con la que irrumpió en la literatura -después de haber escrito cuentos, obras de teatro y, por cierto, sus inolvidables artículos periodísticos-, le cambió radical y definitivamente la vida a Isabel Allende. Porque pese a todos los detractores que fue ganando con sus libros posteriores -aunque también con el éxito-, su nombre se convirtió en una verdadera marca. Y si hasta 1982 el escaso conocimiento exterior sobre nuestra literatura se lo debíamos a Pablo Neruda y Gabriela Mistral, los dos poetas premiados con el Nobel, a partir de esa fecha la narrativa también pudo convertirse en la niña bonita. Y glamorosa. Como en un cuento de hadas.

A estas alturas, la historia es más que conocida. Viviendo en Venezuela con su marido y sus dos hijos, Isabel Allende comenzó un día 8 de enero a escribir una carta con motivo de la enfermedad de su abuelo. La carta fue tomando dimensiones insospechadas y se convirtió en una obsesión durante meses. El día que puso el punto final, Isabel ya sabía que lo suyo no era una carta. Pero no sabía exactamente qué era. Le aconsejaron presentarla a varias editoriales, que -también es historia conocida- la rechazaron. Hasta que le envió el manuscrito a la agente literaria Carmen Balcells, el hada madrina del boom latinoamericano. A los pocos meses, la novela estaba publicada y sus derechos de traducción se transaban en la Feria de Frankfurt. Precisamente la portada y el diseño de esa primera edición de 1982, que en un primer tiempo circuló en Chile de manera clandestina, son recuperados ahora por Sudamericana en una edición conmemorativa, tal como lo hizo con Cien años de soledad.

Desde su hogar en San Rafael, California, Isabel Allende adelanta algunos detalles de su próximo libro de memorias, titulado La suma de los días, que se publicará en septiembre en España y América Latina, y habla de su experiencia con La casa de los espíritus. "Siento mucho agradecimiento -afirma- porque pavimentó el camino para los libros que escribí después y me despertó una vocación. La escritura me cambió la vida. Todo se lo debo a esa primera novela". Tanto así, que todos sus libros posteriores los ha empezado a escribir, a manera de cábala, un 8 de enero.

-¿Por qué no has vuelto a leer La casa de los espíritus en estos veinticinco años?

"No releo mis libros porque una vez publicados no se pueden cambiar, y sé que habría mil cosas que desearía reescribir. Además, me da un poco de lata, para serte franca. Hay demasiados libros de otros autores que quiero leer como para perder tiempo con los que ya conozco".

"Escribí la primera novela con una inocencia total"

Se dice que ningún lector lee el mismo libro y tú misma crees que tus libros se completan cuando son leídos. ¿Cuál ha sido la lectura más original que han hecho de "La casa de los espíritus"?

"Es imposible saber cuántas lecturas se han hecho de ese libro o de cualquier otro como para compararlas. Sé que se ha escrito mucho al respecto; no sólo tesis y crítica, sino también libros de cómo leer la novela. Esta pregunta debieras hacérsela a un profesor, uno de esos académicos que estudian los textos. Yo me limito a escribir lo mejor que puedo".

-¿Te importó que dijeran que habías copiado a García Márquez?

"Nunca me molestó la comparación con García Márquez, todo lo contrario, era un halago. Gabo es un escritor fabuloso. A estas alturas ya nadie hace esos comentarios, porque después de 25 años escribiendo y 17 libros publicados, se supone que tengo mi propia voz".

-¿Has escrito otro libro con la misma pasión y exaltación con que escribiste "La casa de los espíritus"?

"No. Escribí la primera novela con una inocencia total. No tenía idea en lo que me estaba metiendo, y por eso pude hacerlo con libertad, exaltación y gozo. En los otros libros ha habido mucho más trabajo y autocrítica".

-¿Cuál es el libro que te ha costado más trabajo?

"Creo que el libro más difícil ha sido La suma de los días, las memorias que acabo de terminar, porque hablo de mi familia actual, todos están vivos y a mi alrededor. Yo tengo necesidad de contar y contar, pero ellos son muy privados y se sienten expuestos. Temo ofenderlos o herirlos.

-Más allá del tema, ¿siempre es un acontecimiento autobiográfico o una huella emocional el punto de partida de tu escritura?

"Nunca sé por qué deseo escribir algo y a veces termino el libro sin saberlo, pero pronto alguien me hace un comentario, o viene un estudiante con una pregunta o un crítico con una observación, y entonces me doy cuenta de cuál fue el origen o la motivación. Siempre es algo relacionado conmigo, incluso en el caso del Zorro. También en esa novela aparecen los temas de siempre: mujeres fuertes, libertad, dolor, violencia, conflictos políticos y sociales".

-Este año también se cumplen 20 años de tu vida junto a Willie, 15 desde la muerte de Paula y tú cumples 65 en agosto, aunque este dato es omitible. ¿Les das alguna interpretación a estas cifras redondas?

"No omitas mi edad, de la cual estoy muy orgullosa: 65 bien vividos. Ni la de Willie, que cumplirá el mismo mes 70 años. Me cuesta creerlo, todavía lo veo como el hombre del cual me enamoré hace 20 años. Las cifras redondas son poéticas, pero no vamos a celebrarlas. Cada día es una pequeña celebración. Estoy agradecida de todo lo que tengo: amor, salud, familia, escritura y, por supuesto, la compañía eterna de Paula.

Nuevo libro: exaltación de la vida

-¿Qué pruebas grandes, de "esas que no requieren palabras sino lágrimas", relatarás en tu nuevo libro?

"Para mí todo requiere palabras, por eso escribo. La palabra me ayuda a secarme las lágrimas, a entender y aceptar el dolor, a transformar las pérdidas en fortaleza; pero esta memoria no es como Paula, el tema no es la muerte, sino la exaltación de la vida.

-Particularmente "La casa de los espíritus" y "Paula" exploran en la memoria de tu familia y molestaron a tus parientes.

"Después de tantos años, creo que la mayoría me ha perdonado las indiscreciones. Algunos se ofendieron al comienzo, pero el tiempo va suavizando las cosas".

-Ahora Willie, Nicolás y tus nietos serán los personajes de tu nuevo libro, ¿qué opinan ellos?

"Las personas que aparecen mencionadas en mi memoria leyeron el manuscrito y me dieron sus opiniones. Eso me permitió profundizar y enriquecer la versión que yo tenía de los hechos. Uno de mis hijastros decidió que no quería aparecer en el libro y lo saqué, no hubo problema. A pesar de haber leído el manuscrito, puede ser que después que el libro aparezca publicado haya más de alguien que se moleste si recibe un comentario desfavorable o una pregunta indiscreta de algún lector. Por supuesto que esto me pone nerviosa, porque lo último que deseo es herir a mi propia familia. Hablo de Nicolás y de los niños. Me parece que a nuestra familia le han sucedido cosas extraordinarias, pero nada vergonzoso que debamos ocultar".

-¿Cuánto te cambió la vida siendo una celebridad mundial y ganando tanto dinero por tus libros?

"Nuestra pequeña tribu vive bien gracias al éxito de mis libros, pero no somos extravagantes y todos trabajamos duro. La mitad de mis ingresos va a una fundación y con el resto ayudo a todos los que me rodean para que tengan vidas un poco más fáciles, pero no se trata de rascarse la panza al sol. Mi hijo Nicolás y mi nuera, Lori, son muy austeros. En nuestra familia nadie abusa de la situación. Mis nietos han recibido una educación estricta, con los mismo valores con que me crié yo y se criaron mis hijos".

-Has dicho que en tu nuevo libro también hay humor, ¿siempre logras dar con él?

"En la vida hay de todo. Incluso en los momentos más sombríos siempre hay algo de qué reírse. Soy una persona alegre y tengo mil motivos para reírme, como una perra tonta que me mira con los ojos de Antonio Banderas y me abanica con su cola de escobillón. ¡Ni qué decir cómo me río con las cosas que dicen mis nietos! O las leseras que masculla Willie en castellano. El humor me ha servido para ganarme la vida y para evitar cualquier tentación de arrogancia. Apenas siento que se me están yendo los humos a la cabeza, me miro al espejo y no puedo menos que echarme a reír. Y si eso no funciona, entonces intervienen mis nietos y de una zancadilla me obligan a aterrizar. No hay nada tan lamentable como un tonto grave.

-¿Qué te parece la crítica de que escribes con fórmulas probadas en tus libros anteriores?

"Quienes así me critican no han leído mis libros, ya que todos son diferentes. He escrito memorias, saga familiar, novelas históricas, de aventuras, juveniles, cuentos, ensayos y hasta un libro de cocina. Me falta una novela erótica, que trataré de escribir después que se muera mi mamá. Francamente, sólo una persona poco informada puede decir que repito fórmulas".

Javier Edwards: La vitalidad de un refrito

El mejor y más importante libro de Isabel Allende es, sin lugar a dudas, La casa de los espíritus, esa especie de hija de Cien años de soledad, de palimpsesto, de refrito narrativo que, sin embargo, ya en sus primeras páginas, dejó en claro que, a pesar de las semejanzas, tenía (y sigue teniendo) vida propia, la fuerza de una historia que buscaba raíces en una memoria familiar efectiva, real, y que también sabía abrirse a la incorporación de la historia política chilena, sin dejar de seducir al lector con una prosa fluida, simple, expresiva y honesta. Si Cien años de soledad es una obra mayor, que instala una mirada, un lenguaje, que captura la representación de un modo de ser y percibir latinoamericano, Isabel Allende tiene la virtud de haber visualizado la afinidad estructural de ese tipo de relato para contar una historia viva en su recuerdo. A pesar de tener los vicios de una fórmula simplificada, La casa de los espíritus tiene una vitalidad, un entusiasmo narrativo, una pasión que la salvan de cualquier debilidad y son esas características las que le permitieron impactar mundialmente con esa fuerza inédita entre los narradores chilenos, y las que le permitirán subsistir en el tiempo. Isabel Allende tuvo la saludable impudicia de tomar el molde prestado y contar con convicción y candidez, con pasión y entusiasmo su propio relato. Aparte de esta novela -y De amor y de sombra- no hay mucho más de Isabel Allende que me haya entusiasmado.

Camilo Marks: Tiene cuerda para rato

¿Por qué comenzó Isabel Allende La casa de los espíritus con la magnética, imborrable frase "Barrabás llegó a la familia por vía marítima"? En Conversaciones con la narrativa chilena (1991) responde lo siguiente a Juan Andrés Piña: "No tengo idea. Me pareció algo poético, que sonaba bien y lo escribí. A partir de eso, comenzó a desenrollarse una madeja que estaba ya entera adentro. Lo único que tuve que hacer fue tirar del hilo".

Veinticinco años después, el hilo sigue corriendo sin peligro de cortarse. Se olvida que Isabel Allende comparte rasgos comunes con nuestros mejores prosistas, desde María Luisa Bombal o Manuel Rojas hasta Roberto Bolaño: el cosmopolitismo. Nacida en Lima y educada en Beirut, conoció desde niña países, ciudades, universos enteros distintos al Santiago de los años 60, cuando se inició en Paula y Mampato.

La casa... no es fruto de una imaginación alocada que concibió un texto de gran calidad literaria. Y es imposible que todo el mundo esté tan equivocado para seguir leyéndolo con tanto deleite como ayer. A estas alturas, resulta ocioso preguntarse cuánto le debe Isabel Allende al realismo mágico. Nadie le ha sacado tan buen partido en una narración madura, realizada con esfuerzo y preparación.

Quizá sea mezquino comparar este título con los que le siguieron. Afrodita o El Zorro muestran que tiene cuerda para rato. Si en un acto de locura, ella decide romperla, sus millones de lectores la asesinarían. Y nadie puede desear el asesinato de Isabel Allende.

José Promis: Abrió las puertas a las mujeres

La publicación de La casa de los espíritus produjo varias ganancias para la literatura chilena. Desde el punto de vista del género, abrió las puertas a la literatura escrita por mujeres. Después de esta novela las editoriales comprendieron que las escritoras chilenas ofrecían una visión diferente y digna de ser conocida sobre temáticas que hasta ese momento habían sido propiedad exclusiva de los hombres. La casa de los espíritus ofrecía la alternativa femenina a la manera de mirar masculina que había instalado Cien años de soledad, aunque desafortunadamente críticos y lectores no pudieron darse cuenta de ello y la etiquetaron como su "imitación", en circunstancias de que es el anti-discurso de la novela de García Márquez. Desde un punto de vista comercial, contribuyó a internacionalizar la novela chilena. Su éxito despertó el interés de las editoriales transnacionales para observar lo que se producía en este país y darle cabida en sus catálogos. Finalmente, Isabel Allende demostró a sus pares chilenos que se podía escribir sobre temas angustiosos con un estilo no angustiado. En otras palabras, reinstaló el difícil arte de narrar de una manera entretenida en un país donde había dominado la novela torturada y seudofilosófica.

Jaime Collyer: La estrategia del bolero

Tener que opinar sobre Isabel Allende ha sido un verdadero karma para los escritores chilenos de las últimas décadas, una suerte de joroba con la cual hemos debido cargar todos. Si uno la aplaude, el gesto huele a oportunismo y a un afán de congraciarse con la autora; si uno la enjuicia negativamente, lo acusan de ser un envidioso sin remedio. En lo personal, nunca me interesó mucho su obra porque llegué a leerla en una época en la que buscaba asimilar estrategias narrativas de cada novela que leía, y ya con La casa de los espíritus tuve la sensación de que todo cuanto ella ofrecía ya lo había visto en otros autores. En rigor, me pareció una estrategia fácil y un tratamiento superficial de los grandes conflictos humanos. Es lo que Umberto Eco designa como la "midcult": esa porción de la vida cultural que discurre entre la alta cultura museística y la cultura popular, entre la sinfonía y el bolero, entre La divina comedia y el cómic. La "midcult" toma los grandes temas de la cultura elitista y los trabaja con las estrategias de la cultura popular, es decir, como un folletín o una teleserie. Me da lo mismo el procedimiento en sí. Lo que no me gusta es vivir teniendo que evaluar la labor de Allende como si de hecho perteneciera a la gran literatura. Es como si a un grupo de psiquiatras se les exigiera cada tanto que evaluaran las técnicas de adivinación de Yolanda Sultana, su presunto valor terapéutico. Nadie le pide eso a ningún psiquiatra en ejercicio, creo yo.

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