18 junio, 2007

Regreso a la Comunidad Andina

La Estrella de Arica. Lunes 18 de junio de 2007

El abandono chileno del Pacto Andino fue acertado. De habernos mantenido en él, no habría sido posible que nuestro país desarrollara sus recursos mediante inversiones y modernas tecnologías extranjeras

Después de su retiro del Pacto Andino, hace algo más de 30 años, Chile ha regresado a su sucesora, la Comunidad Andina de Naciones (CAN). La Presidenta Bachelet realizó un encomiable esfuerzo por asistir a la ceremonia en Tarija y fijó límites prudentes para nuestra incorporación. En la cumbre presidencial recibió una favorable acogida de los presidentes de los países que conforman la CAN: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.

Chile se incorpora como miembro asociado, con derecho a voz en los tres órganos máximos del Sistema Andino de Integración -Consejo Presidencial, de cancilleres y la Comisión-, así como en sus otros 22 órganos, consejos, comités y mesas de trabajo. Su participación fortalece a la CAN, que ha atravesado por serias ineficiencias y desencuentros. El más relevante fue el retiro de Venezuela, y los más recientes, en el umbral de la cita de Tarija, giraron en torno a los contenidos de las negociaciones con la Unión Europea y los biocombustibles, que enfrentan la oposición de Ecuador y Bolivia.

La reincorporación chilena busca realizar su política exterior desde Latinoamérica y con prioridad vecinal, bajo el principio del regionalismo abierto. No obstante, el abandono chileno del Pacto Andino fue acertado. De habernos mantenido en él, no habría sido posible que nuestro país desarrollara sus recursos mediante inversiones y modernas tecnologías extranjeras. Tampoco podría haberse integrado a los principales mercados internacionales. Bajo esas restricciones, el ingreso y el empleo nacional habrían sido sólo fracciones de los actuales, y continuaríamos con desmedradas oportunidades de bienestar para el grueso de la población.

El regreso de Chile a la Comunidad Andina, como miembro asociado y sin estar sujeto a las restricciones proteccionistas de la organización es esencialmente político: nos incorpora a un foro que nos era ajeno. Desde luego, Chile mantiene acuerdos comerciales bastante más profundos que los promovidos por la CAN con todos los miembros de esa institución y con el resto del mundo. De allí que podamos aportar nuestra experiencia en la apertura de nuevos mercados, apoyar el interés de la CAN de negociar con la Unión Europea y sus iniciativas en el Asia Pacífico.

Igualmente, Chile puede ser un factor coadyuvante de las convergentes posiciones pragmáticas de Perú y Colombia frente a las más ideologizadas de Bolivia y Ecuador.

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