José A. de la Osa
delaosa@granma.cip.cu
Las desigualdades sociales "matan a gran escala", asegura un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sostiene también que la riqueza de un país no determina de manera exclusiva el estado sanitario de su población, cita a Cuba entre varios países que han logrado buenos niveles de salud pese a que sus ingresos nacionales son relativamente bajos, y reconoce específicamente en nuestra nación un altísimo desarrollo en sus servicios de atención infantil.
En una investigación que acaban de concluir expertos de la Organización Mundial de la Salud se consigna el altísimo desarrollo que ha alcanzado Cuba en sus servicios de atención infantil.
"La inequidad sanitaria es verdaderamente una cuestión de vida o muerte", declaró la doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, al felicitar a la comisión de expertos que durante tres años realizó la investigación sobre los determinantes sociales en materia de salud, y sustentó que los sistemas de salud "no tenderán espontáneamente hacia la equidad". Se precisa, dijo, de un liderazgo sin precedente, que obligue a todos los actores, incluso los ajenos al sector, a examinar sus repercusiones en la salud.
Al hacer un balance de las inequidades dentro de los países, el informe señala que "en los Estados Unidos de América se habrían evitado 886 202 muertes entre 1991 y 2000 si las tasas de mortalidad de blancos y afroamericanos se igualaran".
Precisa este redactor que en lo tocante a la mortalidad infantil, los países industrializados en su conjunto tienen una tasa de 5. Sin embargo, Estados Unidos registra 6, el doble de los países con mortalidad más baja (Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Japón), que presentan una media de tres fallecimientos. Como muestra de inequidad, la población negra no hispana de EE.UU. tiene tasas considerablemente más altas que la de cualquier otro grupo étnico o racial: alrededor de 13. En Cuba no se expresan esas diferencias.
Se reconoce en el estudio de la OMS que en años recientes la riqueza, la tecnología y el nivel de vida han aumentado enormemente a escala mundial, pero la cuestión neurálgica es de qué modo ese aumento se utiliza para distribuir con justicia los servicios y el desarrollo institucional, especialmente en los países de ingresos bajos.
En Suecia el riesgo de que una mujer muera durante el embarazo o parto es de una por cada 17 400; en cambio, en Afganistán es de una por cada ocho. La biología no explica esas cifras.
Aunque el informe de la comisión muestra que el sector de la salud no puede reducir las inequidades sanitarias por sí solo, proporcionar cobertura universal y velar por que tenga en cuenta la equidad en el conjunto del sistema de salud, sin embargo son pasos importantes, atendiendo a que más de 100 millones de personas se ven abocadas a la pobreza para hacer frente a los gastos de atención de salud, un elemento que contribuye particularmente a la inequidad sanitaria.
De ahí el reclamo de que los sistemas de salud se funden en los principios de equidad, prevención de las enfermedades y promoción de la salud, con cobertura universal y sobre la base de la atención primaria de salud. Ello sería la mejor forma de evaluar el desempeño de los gobiernos.
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