Boletín NC&T Vol. 1, No. 648 8 de Agosto de 2008.
Se sabe desde hace mucho tiempo que las voces de los murciélagos producen sonidos que les proporcionan información sobre la ubicación de los objetos. Un nuevo estudio revela ahora que cada vez que un murciélago genera un sonido se producen cambios en su actividad cerebral que pueden ser de importancia para el análisis de la escena, el control sensoriomotor, así como la navegación y la memoria espacial.
Esta línea de investigación podría ayudar a los neurobiólogos a conocer mejor los mecanismos del cerebro humano y, a la larga, beneficiar a la salud de las personas cuando se hayan realizado las suficientes investigaciones.
La investigadora Cynthia Moss de la Universidad de Maryland en College Park, y su colega Nachum Ulanovsky del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel, revisaron más de 100 estudios y determinaron que las breves llamadas emitidas a través de la boca o los orificios nasales de los murciélagos, y sus ecos de respuesta, desempeñan un papel fundamental en el control motor, y tienen otras implicaciones para su conducta.
En pocas palabras, los ecos de la voz de un murciélago hacen que el animal mueva su cabeza y sus orejas y brinden al cerebro una descripción de la escena. Además, los ecos condicionan la memoria del murciélago sobre su entorno de manera que pueda volar con seguridad entre distintos puntos.
El análisis de estudios recientes hecho por Moss y Ulanovsky sugiere que la producción vocal de los murciélagos va más allá de generar ecos útiles para su orientación.
Los investigadores han averiguado que cada vez que un murciélago produce una vocalización, hay cambios en la actividad cerebral que son esenciales para las conductas complejas.
Por ejemplo, cuando el murciélago persigue una presa, por ejemplo una polilla, calcula la ubicación tridimensional de los objetos en su entorno (por ejemplo, un árbol, una pared, una farola), a partir de la información que recibe de los ecos de chillidos que genera a un ritmo de entre 2 y 150 cada segundo.
La investigación muestra que el animal utiliza estos ecos para recordar detalles del entorno en el que opera. Ello exige la actividad de un componente de memoria espacial muy sensible.
Las vocalizaciones informan al murciélago de las posiciones verticales y horizontales de su presa a partir de las diferencias en el tiempo de llegada, la intensidad y la variedad de los ecos que recibe. Calcula la posición de su presa a partir del tiempo que tardan en llegarle los ecos después de emitida la vocalización. Además, utiliza su sistema sonar para valorar el tamaño de la presa.
Los investigadores han podido encontrar correlaciones entre murciélagos y humanos respecto a cómo procesan la información para ejecutar ciertas funciones. Ambos son mamíferos con la misma organización cerebral básica.
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