ROMA, ene (IPS) - La presidenta chilena Michelle Bachelet cree que una mujer cambiará al ingresar en la política, pero que si las que se embarcaran en esa actividad fueran mil, la que cambiaría es la propia política.
La primera parte de esta consigna, pronunciada ante las cámaras de la televisora estatal española TVE, es indiscutible. La mayoría de las poderosas integran familias de elite, en particular en los países en desarrollo, aunque no sólo en ellos. Son viudas, hijas o esposas de poderosos, en sociedades donde las mujeres no gozan de equidad.
La lista de mujeres gobernantes cuyo liderazgo deriva del de hombres es larga e ilustrativa.
La ex presidenta de Panamá Mireya Moscoso (1999-2004) enviudó en 1988 del también ex presidente Arnulfo Arias, cuyos tres breves periodos de gobierno en los años 40, 50 y 60 terminaron con golpes militares.
María Estela Martínez de Perón ("Isabelita") gobernó Argentina tras la muerte en 1974 de su esposo, el dos veces presidente Juan Domingo Perón, y hasta el golpe militar de 1976. La segunda presidenta de ese país, Cristina Fernández de Kirchner, sucedió en diciembre a su esposo, Néstor Kirchner (2003-2007).
Este ciclo de mujeres en el poder comenzó en Asia, con Sühbaataryn Yanjmaa, viuda del héroe mongol Sühbaatar. El cargo que ocupó del 23 de septiembre de 1953 y el 7 de julio de 1954 --presidenta del Presidium del Gran Khural del Pueblo-- revestía entonces la jefatura del Estado.
"Si consideramos que su puesto tuvo estatus de gobierno real, ella habría sido (exceptuando a las reinas) la primera mujer gobernante política de la historia contemporánea", señala Zárate's Political Collections, publicación electrónica que registra los líderes mundiales desde 1945.
Corazón Aquino fue presidenta de Filipinas entre 1986 y 1992, tras el asesinato de su esposo Benigno Aquino, líder de la oposición contra el dictador Ferdinand Marcos (1972-1986).
Chandrika Kumaratunga, presidenta de Sri Lanka entre 1994 y 2005, siguió los pasos de su madre, Sirimavo Bandaranaike, quien fue primera ministra en tres extensos periodos de los años 60, 70 y 90. Se trata de un caso inusual: el de una mujer que asumió el poder luego de otra de su propia familia.
Benazir Bhutto, asesinada el 27 de diciembre, fue primera ministra de Pakistán en dos ocasiones: entre 1988 y 1990 y entre 1993 y 1996. Su padre, Zulfiqar Ali Bhutto, fue primer ministro (1971-1973) y presidente (1973-1977).
Megawati Sukarnoputri, hija de Ahmet Sukarno (primer presidente de la Indonesia independiente, entre 1945 y 1968), ocupó el mismo cargo que su padre de 2001 a 2004. Se prevé que para 2009 presente de nuevo su candidatura a presidir el país musulmán más populoso del mundo.
Las archienemigas Sheikh Hasina Wajed (1996-2001) y Khaleda Zia (2001-2006) fueron primeras ministras de Bangladesh y presidentas de los dos principales partidos políticos del país. El padre de Hasina y el esposo de Zia encabezaron el gobierno en varias ocasiones.
"Estas mujeres comparten orígenes dinásticos y un liderazgo político 'heredado'", según la investigación "Dinastías y liderazgo femenino en Asia", dirigida por los académicos Claudia Derichs y Mark R. Thompson y patrocinada por el gobierno alemán.
"Quienes pertenecen a la elite tienen conexiones familiares, acceso al poder y son atendidos. El sexo pierde importancia", dijo a IPS Charlotte Bunch, directora ejecutiva del Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Las jefas de gobierno de Asia, así como Hillary Clinton, aspirante a la presidencia estadounidense y esposa del ex presidente Bill Clinton (1993-2001), "no estarían donde están sin sus conexiones familiares", aseguró Bunch.
El intenso debate sobre el papel de Bill Clinton en la campaña electoral de Hillary Clinton sugiere que el éxito político puede ser tan difícil para las mujeres comunes del país más rico del mundo como para las del mundo en desarrollo.
Bunch recordó que "durante muchos años fue difícil para las mujeres ingresar a la política" en el estado de Nueva Jersey, donde regía "un sistema totalmente masculino y corrupto".
"Las mujeres llegaban a la política desde la sociedad civil, con algunas nociones idealistas, y no podían llegar a la cima", dijo Bunch. "Las viudas ingresan más fácilmente, entre otras razones, porque, con la muerte de sus esposos, no tienen que ascender por el sistema masculino, desde abajo. Tienen acceso inmediato a la cima."
Pero no es ése el mecanismo al que alude Bachelet cuando se refiere a "mil mujeres". "Esa noción indica que la mayoría de las líderes no pueden hacer grandes cambios en la política si no cuentan con una base de apoyo más amplia", consideró Bunch.
La cuestión es significativa en los estados islámicos. "Lo sorprendente, dados los generalizados estereotipos, es el liderazgo femenino en países fuertemente musulmanes de Asia sudoriental y austral", escribieron en su informe Derichs y Thompson.
"Exceptuando a Afganistán y Brunei, las mujeres dirigen o dirigieron gobiernos o grupos opositores en todos los estados de predominio islámico en esa región (Bangladesh, Indonesia, Malasia y Pakistán). Las mujeres han liderado esfuerzos contra dictaduras y participado en elecciones democráticas competitivas", recordaron los expertos.
Pero Bunch acota que en esos países donde hubo jefas de Estado "la religión es fuerte, pero no son estados islámicos declarados". En el caso de Benazir Bhutto, por ejemplo, "con las conexiones de su familia y la posición de su partido, los pakistaníes dejaban de lado el factor del sexo", explicó.
En esas circunstancias, "una mujer se convierte en un hombre, se le permite ser la excepción y cruzar al otro lado. A la primera reina Isabel (en el trono de Inglaterra en el siglo XVI) también se le permitió hacer eso: se la percibía, esencialmente, como un hombre. Eso no cambia el statu quo".
Ese cambio podría ser una mejor apuesta: mujeres que asumen el liderazgo por sí mismas, y no bajo la sombra de familiares masculinos.
* Éste es el primero de una serie de tres informes sobre mujeres y liderazgo político a cargo de la editora jefa de IPS, Miren Gutiérrez.
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