Actualizado 5:45 P.M. (hora local) | La Habana, miércoles 26 de septiembre de 2007. Año 11 / Número 266 |
El gobierno norteamericano engendró desde los años sesenta un monstruo poderoso y sangriento para enfrentar al movimiento revolucionario latinoamericano mediante operaciones encubiertas dirigidas por la CIA.
Medios de la CIA utilizados contra Cuba.
Decenas de mercenarios de origen cubano fueron enviados a estas labores en Bolivia, Venezuela, Ecuador, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, y Chile. Estados Unidos les brindó jugosos empleos como asesores de dictaduras pro-yankis en América Latina, en regímenes sanguinarios, en aventuras mercenarias en África y Asia al servicio de la CIA, y los utilizó en oscuras operaciones, entre otras, el asesinato del comandante Ernesto Che Guevara en Bolivia, la Operación Cóndor e Irán-Contras.
Aquellos "soldados de fortuna" se asentaron definitivamente en Miami, Nueva Jersey y Nueva York, constituyeron sus propias bandas y grupos violentos de una definida posición neofascista y convirtieron el terrorismo anticubano en un lucrativo negocio, recibiendo total inmunidad para provechosos negocios de contrabando de armas y drogas, mientras que continuaban sirviendo a la CIA.
El mandato de George Bush al frente de la CIA fue de intenso terrorismo contra Cuba. No por gusto, siendo presidente, indultó a Orlando Bosch, responsable junto a Posada Carriles del crimen de Barbados.
La CIA nunca se opuso a los actos de terror de estos grupos en territorio de Estados Unidos, siempre y cuando estuvieran enfilados contra Cuba. Pero la intensificación de los actos terroristas en ciudades norteamericanas dirigidas contra representaciones cubanas o instituciones y países extranjeros que mantenían relaciones diplomáticas o económicas con Cuba provocó una difícil situación para las autoridades de ese país.
La CIA intentó sacar de su territorio las acciones terroristas de los grupos más criminales. En marzo de 1976 creó en República Dominicana el denominado CORU (Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas), que aglutinó a los grupos neofascistas más violentos en la región.
Dos meses antes había asumido funciones como director de la CIA George Bush (padre). Aunque parezca una paradoja, los documentos de la CIA consideran a George Bush como uno de sus "restauradores", por su "don de gentes" y su reputación pública para elevar la moral y reparar el daño político de la Agencia a mediados de los años setenta.
Sin embargo, el periodo de mandato de Bush al frente de la Agencia en 1976 es considerado como uno de los años de mayor actividad de terror en nuestro continente en la segunda mitad del siglo XX. Los hechos evidencian que la CIA y el gobierno norteamericano pudieron haber evitado el monstruoso sabotaje a un avión civil cubano en Barbados, que costó la vida a 73 personas y que fue perpetrado por Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, que fueron miembros de su plantilla.
LA CIA AL DESNUDOUna denuncia pública del Gobierno Revolucionario en 1987 puso al descubierto una intensa actividad de espionaje y subversión de la CIA durante los últimos 15 años. Un total de 27 agentes de la seguridad cubana que habían sido reclutados por la CIA para realizar acciones de espionaje y subversión contra Cuba fueron descifrados públicamente y desenmascarados decenas de oficiales de la agencia que habían mantenido contacto secreto con los mismos.
Aquella contundente denuncia a la CIA, considerada como una de las mayores realizadas contra la agencia en su historia, pero silenciada por medios de prensa norteamericana ante el mundo, reveló la permanencia de 38 funcionarios de la CIA dentro de la Sección de Intereses Norteamericanos en La Habana (SINA) entre 1977 y 1987, así como el descubrimiento de 113 miembros de los servicios especiales que visitaron en tránsito nuestro país en ese periodo. Durante aquel proceso fueron publicadas más de 100 fotografías de estos individuos.
Fueron revelados métodos clandestinos de inteligencia, la utilización de una alta tecnología para las comunicaciones secretas, movimientos y viajes de inteligencia en nuestro país de sus oficiales y el apoyo a operaciones encubiertas de espionaje político, económico, guerra económica y guerra biológica.
La intensa actividad subversiva de la CIA contra Cuba desplegada en los años ochenta no fue casual. El entonces director William Casey, experimentado ultraconservador, íntimo de Ronald Reagan, al que afectuosamente, según documentos de la CIA, llamaba "Ron", intentó relanzar la Agencia al estilo brutal de los sesenta. Reclutó viejos oficiales vinculados al trabajo sucio, entre ellos a Félix Rodríguez Mendigutía y más tarde al propio Posada Carriles, inició una guerra encubierta en Centroamérica e involucró a su nación en el escandaloso caso de Irangate, que puso al descubierto una gigantesca operación de tráfico de armas y drogas y uno de los periodos más oscuros y controvertidos de la historia de la CIA.
La Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) surgió en 1981 por una idea impulsada por Casey, convirtiéndola en poco tiempo en agrupación madre de la ultraderecha terrorista de Miami.
LA NUEVA MANGOSTAEn 1991, nuestro país enfrentaba los embates de una compleja situación económica. El gobierno estadounidense intentó acelerar aquella "crisis" con la promulgación de la Ley Torricelli y más tarde, la Ley Helms Burton, que multiplicaron el bloqueo y la guerra económica contra Cuba. Aquella maniobra fue considerada por el propio enemigo como el "golpe de gracia" a la Revolución cubana. En agosto de 1993 la CIA había elaborado un estimado en el que expresaba: "Existe una oportunidad mejor que nunca, para que el gobierno de Fidel Castro caiga en los próximos años".
A estas acciones hostiles se sumó una escalada terrorista de infiltraciones, ataques piratas e introducción de explosivos por parte de grupos terroristas de la mafia de Miami y una secuencia de ataques con bombas a la industria turística por comandos dirigidos por Luis Posada Carriles desde Centroamérica, ante la tolerancia y complicidad de los servicios especiales de Estados Unidos. La mayoría de aquellos terroristas que llegaron a nuestro territorio fueron capturados y juzgados.
La SINA se convirtió en los años noventa en el principal centro de operaciones de la contrarrevolución en Cuba para apoyar aquel nuevo complot dirigido desde la Casa Blanca.
Estudios realizados estiman que solo entre los años 1998 y 2000, visitaron el país más de 540 funcionarios norteamericanos en tránsito, de los cuales cerca de un 30% fueron identificados como oficiales y colaboradores de los servicios de inteligencia, lo cual brindó una amplia cobertura a la SINA y a la CIA para sus acciones injerencistas y provocadoras. Estas acciones fueron denunciadas públicamente ante el mundo por nuestro pueblo y gobierno. La nueva Mangosta fue también liquidada por nuestro pueblo.
¿Pueden acaso negar la CIA o el FBI su desconocimiento de los actos terroristas ejecutados por el grupo paramilitar secreto de la FNCA en estos años, incluidos numerosos complots de asesinato contra Fidel? ¿Puede negar que desconocía los propósitos de Guillermo Novo Sampol, Gaspar Jiménez Escobedo o Pedro Remón Rodríguez, cuando públicamente abandonaron Miami por vía aérea para participar con su viejo agente Luis Posada Carriles, pocas horas después, en el terrible complot magnicida en Panamá en el año 2000? ¿Cómo explica la CIA su compromiso con uno de los terroristas más brutales de nuestro continente, que goza de plena libertad en ese país?
EL PASADO PRESENTE
Hace solo un año la CIA era dirigida por Poster Goss, viejo operativo de la JM WAVE en los años sesenta. Amigo y compañero de aventuras de viejos ultraconservadores y terroristas con una larga hoja de servicios criminales contra Cuba. En una entrevista brindada al Washington Post en mayo del 2002 declaró: "Pienso que yo no me sentiría cómodo con ir a Cuba". Goss se encontraba entre los entusiastas invitados presentes en una recepción el 20 de mayo del 2004 en el Rose Garden de la Casa Blanca, donde George W. Bush recibió a un grupo de mafiosos anticubanos encabezados por Luis Zúñiga Rey. Un año después fue nombrado al frente de la CIA por el presidente, donde permaneció hasta el 2006.
¿Acaso es esta la "agencia diferente" de que hoy nos habla el general Michael Hayden? No son "tiempos diferentes". Nada ha cambiado en estos días en los que la Agencia celebra sus 60 años. El lamento de sus víctimas y el llanto de sus madres, esposas e hijos los acompañarán en la celebración en Langley.
Nuestro pueblo conoce bien esta tenebrosa historia y se mantiene preparado y alerta para defender la Revolución.
*Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado
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