Actualizado 2:00 A.M. (hora local) | La Habana, martes 4 de septiembre de 2007. Año 11 / Número 246 |
Giovanni Beluche V.
Para las grandes potencias la producción de alimentos es un asunto estratégico y un tema de seguridad nacional. Si entran en guerra con otros países, o sufren algún tipo de bloqueo económico, tienen garantizado que no se quedan sin comida. Pero los subsidios también constituyen una palanca para elevar la productividad y competitividad de sus agricultores.
El 13 de mayo del 2002, el presidente de EE.UU., George W. Bush, firmó la Ley de Seguridad Agrícola, conocida como Farm Bill, que garantiza subsidios a sus agricultores por el orden de 190 000 millones de dólares durante 10 años. Cuando firmó esta ley (2002) el monto dirigido a los subsidios ya era 20 veces superior a todas las exportaciones de Centroamérica.
Esta ley favorece directamente a los productores de granos, legumbres, miel, algodón, lana y leche. De manera indirecta subsidia a todos los derivados de estos productos. Para que no queden dudas del objetivo de estas políticas, el presidente Bush al firmar esa ley dijo: "Queremos estar vendiendo nuestra carne, nuestro maíz y nuestros frijoles a la gente alrededor del mundo que necesita comer".
La receta de los que favorecen al TLC en América Central para los campesinos es que sustituyan la producción orientada a la seguridad alimentaria por producción para la agroexportación, como si esto pudiera hacerse por arte de magia.
El TLC fortalece las asimetrías entre países pobres y ricos. A un año de vigencia, los países de Centroamérica, excepto Nicaragua que ya no puede ser más pobre, han reducido sus exportaciones a Estados Unidos y han aumentado sus importaciones provenientes de ese país. Su balanza comercial hoy es más desventajosa y son más dependientes que antes del TLC.
Pero también el modelo de Libre Comercio, que no es tan libre y mete sus narices más allá del comercio, incrementa la desigualdad entre productores pobres y ricos en nuestros países. De ahí que no es extraño que los ricos estén en la acera del Sí y las organizaciones y cooperativas de pequeños productores están con el No al TLC.
(Tomado de un artículo publicado en Ecoportal.net)
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