PUERTO AYORA, Galápagos, Ecuador, jul (Tierramérica ) - A fines de este mes, la firma estadounidense Planktos verterá 100 toneladas de polvo de hierro en el océano Pacífico, cerca de las ecuatorianas islas Galápagos, pese a la oposición de ambientalistas y científicos marinos.
Será el primer intento comercial de reducir el dióxido de carbono, causante del recalentamiento planetario, usando esas partículas para provocar el florecimiento de fitoplancton en un área de 10.000 kilómetros cuadrados.
Planktos asegura que el plancton extra absorberá mucho dióxido de carbono de la atmósfera y lo llevará a las profundidades marinas. Y que este método puede ser el más rápido y poderoso para combatir el cambio climático causado.
"Las corrientes probablemente arrastrarán ese plancton a la Reserva Marina Galápagos", de 133.000 kilómetros cuadrados, la tercera más grande del mundo, dijo Washington Tapia, director del Parque Nacional Galápagos, donde está la reserva.
"No tenemos idea de lo que sucederá. Intentamos contactar a Planktos para obtener más información, pero no tuvimos éxito", dijo Tapia a Tierramérica en Puerto Ayora.
Las 19 islas del archipiélago situado a 1.000 kilómetros de la costa ecuatoriana y el área marina circundante son un notable ejemplo de historia natural, cuya observación inspiró parte de la teoría de la evolución de Charles Darwin.
"¿Por qué hacer esto tan cerca de las Galápagos, un sitio declarado Patrimonio Mundial?", se preguntó Pablo Barriga, coordinador de proyecto de la no gubernamental Fundar Galápagos, con sede en Puerto Ayora y que apoya el desarrollo sustentable y la conservación.
"Es inmoral que una compañía en búsqueda de ganancias realice esta clase de experimento tan cerca de las Galápagos", opinó Barriga en una entrevista.
Planktos está en el nuevo negocio de la captura de carbono, uno de los gases de efecto invernadero cuya acumulación en la atmósfera está provocando el recalentamiento global.
Para esa captura, la firma planta árboles en Europa oriental, que absorben el carbono de la atmósfera a medida que crecen. Ese carbono es atrapado por 60 u 80 años, dependiendo de la vida del árbol. En Europa, Planktos puede vender créditos de carbono a empresas para compensar sus propias emisiones, a fin de cumplir con regulaciones locales o internacionales.
En los últimos 20 años, la captura de carbono oceánico fue probada en varios pequeños experimentos. La mayoría mostraron que agregar hierro a las aguas oceánicas con déficit ferroso promueve el crecimiento de fitoplancton, que necesita de ese nutriente para vivir. Y como el plancton también consume carbono del agua durante la fotosíntesis, el ciclo culmina con la absorción de ese gas desde la atmósfera.
Pero eligiendo Galápagos para su primer experimento a gran escala, Planktos desató una lluvia de protestas.
"Existe un riesgo real de que pueda causar un efecto dominó en la cadena alimentaria", dijo la microbióloga Sallie Chisholm, del Fondo Mundial para la Naturaleza.
"Amenaza nuestro clima, nuestro entorno marino y la soberanía de nuestros pescadores, y debería frenarse", complementó Elizabeth Bravo, de la organización ecuatoriana Acción Ecológica, en una declaración escrita.
Planktos sostiene que sólo intenta corregir los desequilibrios causados por actividades humanas, como el cambio climático, que en los últimos 30 años redujo casi 30 por ciento el aerosol natural de hierro (pequeñas partículas ferrosas presentes en el aire) que se depositan en los mares.
"Esto generó serios impactos ecológicos, como 50 por ciento de muertes de plancton en muchas regiones", dijo David Kubiak, portavoz de Planktos.
Y una de las zonas que sufre esta disminución está entre unos 500 y 650 kilómetros al oeste de Galápagos, donde la compañía planea verter 100 toneladas de minúsculas partículas de hierro, declaró Kubiak a Tierramérica.
"Las aguas de Galápagos ya tienen mucho hierro, y cualquier exceso ferroso o de plancton derivados de nuestro experimento no causará ningún problema para la vida marina allí", agregó.
Éste es el primero de seis experimentos para agregar hierro a océanos que Planktos espera concretar en los próximos dos años.
La empresa cree que, si el fitoplancton volviera a los valores de 1980, retiraría anualmente entre 3.000 y 4.000 millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera, ayudando a enlentecer el calentamiento global cinco veces más que el inmediato cumplimiento universal del Protocolo de Kyoto, que obliga a los países industriales partes a reducir su producción de gases.
Un artículo publicado en febrero por la revista científica Science evaluó experimentos de enriquecimiento de hierro efectuados entre 1993 y 2005. Los científicos concluyeron que, a gran escala, podría afectar el sistema climático del planeta y que eran necesarios más estudios.
"El enriquecimiento elimina el carbono de la atmósfera, pero no sabemos durante cuánto tiempo", destacó a Tierramérica Kenneth Coale, coautor del informe y director de Moss Landing Marine Laboratories en California.
Planktos lleva esos experimentos previos al próximo nivel de gran escala, y controlará sus efectos por hasta seis meses en promedio, indicó Kubiak.
Si la compañía puede verificar cuánto carbono es absorbido, las ventas de créditos de carbono más que cubrirán los costos de los experimentos, señaló.
"Esto debería realizarse bajo el paraguas de una agencia de la Organización de las Naciones Unidas que nosotros intentamos establecer", dijo a Tierramérica Víctor Smetacek, coautor del informe de Science y biólogo marino de la alemana Universidad de Bremen, entrevistado por correo electrónico.
Pero estos experimentos en océanos sometidos a la sobrepesca y a los impactos del cambio climático ponen nerviosos a muchos científicos.
"Es prematuro comercializar la fertilización de carbono como herramienta para secuestrar carbono", opinó Ed Boyle, del grupo de Oceanografía Química del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Boston.
"Se sabe demasiado poco sobre la efectividad del hierro inyectado a gran escala y las consecuencias de esta inyección", dijo Boyle a Tierramérica.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) agregó el 26 de junio a las islas Galápagos a su lista de Patrimonio Mundial en Peligro, por los impactos y amenazas de la inmigración y la pesca ilegales, especies invasoras y auge turístico.
"Lo último que necesitamos aquí es otro problema ambiental", dijo Tapia.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 7 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/2007)
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