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Cada vez que, como ahora, las disputas políticas en su directorio ponen a TVN en el centro del debate y surgen voces reclamando cambios en su esquema, muchos invocan el ejemplo de la BBC, el gran modelo británico de televisión pública. Pero, ¿cómo funciona realmente la señal inglesa? ¿Qué lecciones de su gestión económica y de su gobierno corporativo puede sacar el canal nacional? | ||
Por Luis Argandoña, gerente de estudios de Conecta Media Research. | ||
TVN volvió al tapete. La fracasada moción del gobierno para renovar dos miembros de su directorio, hizo surgir voces en el Congreso que han demandado discutir y actualizar el modelo del canal estatal, incluyendo su diseño programático, esquema de financiamiento y gobierno corporativo, entre otros. Como ocurre a menudo, los argumentos en torno a lo que debiera ser la misión del canal público suelen invocar, aunque sea de pasada, al "santo grial" de la televisión de servicio público: la British Broadcasting Corporation o BBC. La útil referencia a la "Beeb", como le llaman afectuosamente los británicos, sirve en estos casos para consignar todo lo que es bueno y deseable en TV: independencia, equilibrio, diversidad, innovación, cultura, y sobre todo, calidad. Sin embargo, las comparaciones livianas suelen saltarse las radicales diferencias de nuestro mercado televisivo con el británico. Más aún, contrario a lo que muchos imaginan y a pesar del enorme poder de su marca, la BBC ha vivido desde hace al menos dos años una enorme crisis. Un trance que no sólo la enfrenta a contradicciones y desafía su tradicional rol, sino que incluso ha puesto en duda la viabilidad de su actual modelo en el largo plazo. Explorando en los conflictos y la reinvención que ha vivido la BBC, se pueden recoger pistas de cómo puede avanzar TVN. Un monstruo medial La BBC es uno de los conglomerados de medios más grandes del mundo, y sin duda el que goza del mayor prestigio. Emplea a más de 26 mil profesionales y dispone de un presupuesto anual de US$ 8 mil millones. Sin considerar sus múltiples brazos comerciales, la BBC produce programas y servicios informativos a nivel planetario, distribuidos vía televisión, radio e internet. Con más de 6 millones de páginas, su sitio web se ubica entre los más visitados del mundo y se dispone a incursionar en la distribución on-demand, es decir, contenidos que se pueden consumir aquí y ahora, y con un solo clic (proyecto que lleva adelante el cientista y matemático chileno Nicolás Flores). Legalmente, la BBC es una corporación pública independiente, de propiedad del Estado, "libre de influencia política y comercial, y sólo responsable ante sus televidentes y auditores". Su máxima autoridad es el BBC Trust, un directorio de fideicomisarios que supervisa la gestión del directorio ejecutivo. Si bien el gobierno tiene injerencia en nominarlos, el proceso de selección es público y pasa por un panel evaluador independiente. La autoridad ejecutiva es el director general, hoy Mark Thompson. Éste es el profesional mejor pagado de toda la jerarquía, con un salario anual de US$ 1.25 millón. Los doce miembros del BBC Trust deben proteger la independencia y sentar la dirección estratégica de la corporación, dentro del marco que les fija el Charter o licencia. Pero su compromiso prioritario es con los intereses de los contribuyentes. Esto es así porque, a diferencia de TVN, que no recibe aportes del Estado y debe autofinanciarse compitiendo por publicidad, son los británicos quienes se meten la mano al bolsillo para que funcione la BBC. Es el "TV license fee". Un derecho que cuesta 144 mil pesos chilenos, y que se paga cada año por cada televisor. Ser sorprendido sin la licencia significa una multa de hasta un millón de pesos chilenos. Y los encargados de cobrarla, créanme, son verdaderos acosadores. La licencia hace que los telespectadores se sientan con el derecho a exigir que la BBC genere valor para ellos. Aunque la mayoría está orgulloso de la BBC, según estudios del organismo regulador Ofcom, son muchos lo que creen que la promesa de la corporación no se cumple al nivel que esperan. Peor aún, cada vez son más los que piensan que, en un mercado con crecientes alternativas, pagan demasiado por un servicio que usan cada vez menos. Poniendo a prueba la confianza La credibilidad de la BBC es su activo más preciado. Sin embargo, hace un par de semanas se descubrió que los programas infantiles más populares de la BBC falseaban los concursos telefónicos. Pocos días antes, la promoción de un documental sobre la reina Isabel II manipuló las imágenes, haciéndola aparecer como una arrebatada que abandonó una sesión con la afamada fotógrafa Annie Leibovitz. Los directivos tuvieron que ofrecer disculpas públicas. Más aún, en junio de este año un reporte comisionado por la misma corporación, señaló que la cobertura noticiosa de la BBC está "institucionalmente sesgada": adolece de un desbalance a favor de posturas liberales, antinorteamericanas y es parcial en temas como cambio climático, pobreza, raza y religión. Todo esto ocurrió en un lapso muy breve, y obligó al director general a ordenar una revisión completa de procedimientos, y a declarar tolerancia cero al "abuso de la confianza de los auditores". Pero la fortaleza de la BBC es su cultura de transparencia y autocrítica, así como de evaluación permanente de sus estándares de calidad. Uno puede estimar que éstos serán problemas pasajeros. Lo que no es pasajero son las crecientes dificultades de la BBC para atraer a una audiencia cada vez más fragmentada y esquiva. Esta es la verdadera crisis de fondo. Si bien aún goza de una posición dominante y puede dar muestras de innovación y creatividad con éxitos como "Little Britain" o la notable serie "The Office", las condiciones para la BBC han cambiado dramáticamente. Nuevas tecnologías, mayor competencia y modificaciones en los hábitos y preferencias están haciéndole más difíciles las cosas. Su mayor amenaza: un consumidor con opciones A diferencia de la época de oro en que consolidó su prestigio mundial -antes de la liberalización del mercado medial impulsada por Margaret Thatcher-, hoy la BBC debe competir en un entorno multicanal y multiplataforma. Hay cientos de canales análogos y digitales, distribuidos por satélite, cable y antena. La consecuencia es que, según datos de The Economist, hace dos décadas la BBC acumulaba el 47 % de todo el visionado televisivo en el Reino Unido. Hoy los dos canales terrestres, BBC1 y BBC2, agrupan sólo el 33 %. Por su parte, los servicios privados multicanales (que incluyen otras señales digitales de la BBC) ya tienen el 30%. Según todos los analistas, esta tendencia se profundizará, sobre todo en los más jóvenes. El promedio de edad de los televidentes de los dos canales abiertos de la BBC es de 53 y 54 años. Esto es una amenaza directa para el modelo histórico de financiamiento de la BBC: su participación en la torta de audiencia podría bajar del nivel mínimo requerido para justificar que todos paguen el equivalente a $ 144 cada año. Es por esto que la ministra de Cultura y Medios, Tessa Jowell, al momento de anunciar el presupuesto para la BBC el año pasado, enfatizó que ahora "la entretención es central para la misión de la BBC". Un cambio de énfasis estimado imprescindible para poner a la BBC, como añadió Jowell, "más cerca de la gente que paga por ella". Las esperanzas puestas en la innovación Si bien las nuevas tecnologías amenazan los esquemas de negocios tradicionales de la BBC, también están abriendo fascinantes perspectivas. Ya tienen diez canales digitales gracias a su sólida apuesta por la televisión digital terrestre. Entre estas señales destacan BBC3, BBC4, BBC News 24, BBC Parliament y dos canales para niños: CBBC y CBeebies. Crear canales digitales adicionales es una gran oportunidad para televisoras cuya misión va más allá del lucro, tales como TVN y Canal 13. Ello les permite diversificar su parrilla programática, satisfaciendo mejor la demanda por diversidad de contenidos especializados (por ejemplo, culturales o regionales). Como se mencionó antes, el desarrollo del modelo de distribución on-demand en internet es también una gran avenida de crecimiento. De acuerdo al avance de la convergencia de la web y la TV, esto podría reconfigurar todo el esquema de delivery de la BBC, ofreciendo todos sus contenidos, actuales y de archivo, vía online (y al menos buena parte de ellos gratis). Los canales nacionales deberían estar atentos a esta nueva modalidad de la BBC, porque los chilenos ya están dando señales de empezar a consumir -con mucha voracidad- clips audiovisuales en YouTube, según datos de Alexa.com. Y una importante proporción de los clips que se suben y comparten espontáneamente ahí son programas producidos por TVN, Canal 13, Mega y Chilevisión. Lecciones para nuestra pantalla De la enorme trayectoria de la BBC y la disposición ante sus crisis se pueden sacar varios aprendizajes. Al menos en cuatro ámbitos. Primero, que la BBC es un referente clave, pero no un modelo de comparación directa con nuestra realidad. Su magnitud y el nivel de desarrollo del mercado británico simplemente tienen otra escala. Segundo, que a pesar de las dificultades, el ideal de la televisión de servicio público sigue vigente y vigoroso. Ya no se expresa necesaria o únicamente en programas, géneros o plataformas específicas, sino en valores que se trasuntan en toda la programación. TVN ha seguido esta línea con mucho apego, y es posible distinguir -sus audiencias lo hacen- líneas valóricas en espacios tan distintos como Rojo, las telenovelas o los matinales. Un tercer ámbito es la reinvención apoyada por la tecnología: es crucial invertir en innovación que acerque al canal con sus usuarios o televidentes, utilizando todas las plataformas posibles. Y, por último, el área más compleja: la importancia de una fuerte institucionalidad para lidiar con el poder y la influencia política. En la búsqueda por mantener los equilibrios, la BBC también usa el cronómetro para asignar los tiempos a cada partido "según performance electoral y popularidad". Sin embargo, no es la única medida. También realizan estudios cualitativos donde el criterio periodístico y la relevancia son tomados en cuenta. Asimismo, en el proceso de constituir el directorio, hemos visto que la elección de los miembros del BBC Trust pasa, además del gobierno, por un panel evaluador público. Y si bien la filiación política es importante, no es el único requisito: se demandan además habilidades y calificaciones específicas y relevantes para la industria. En este mismo ámbito, el BBC Trust explicita claramente las atribuciones y los límites en el actuar de sus miembros. Ya lo sugirió el respetado académico Valerio Fuenzalida con ocasión de la crisis y renuncia masiva del 2004 en TVN: al interior de una instancia como ésta no hay espacio para confundir la función deliberativa con la directiva. En definitiva, como lo demuestra la experiencia de la BBC, con flexibilidad y anteponiendo los intereses del telespectador -ciudadano y consumidor- a los del paternalismo y el iluminismo, es aún posible crear una televisión pública sustentable y al mismo tiempo atractiva para la mente, el corazón y el alma. |
30 julio, 2007
¿TVN o la BBC chilena?
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