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de Julio de 2007.Cultivado por su madera y sus fibras algodonosas, el árbol kapok (del tipo del baobab) se está convirtiendo en un elemento en contra de una idea a la que los biólogos se han aferrado durante décadas: la creencia de que los bosques lluviosos africanos y sudamericanos son similares porque estos continentes estuvieron conectados hace 96 millones de años.
La investigación de Christopher Dick, ecólogo especializado en la evolución, y sus colegas de la Universidad de Míchigan, muestra que el kapok (y quizás otros árboles de las selvas tropicales) colonizó África después de que los continentes se separasen. Esa colonización se produjo porque las semillas de estos árboles atravesaron el océano.
Esta investigación aporta información vital para una de las áreas más fuertemente amenazadas en el planeta, las selvas tropicales. Con el propósito de gestionarlos debidamente, y para mitigar el cambio climático global, los científicos necesitan comprender la historia del desarrollo de la vida sobre la Tierra, a través de estudios como éste.
"La dispersión oceánica une a las selvas del mundo", asevera Dick, "y este estudio es uno de los primeros en "capturar" este proceso en plena acción a escala de especie. Aunque es muy improbable que las semillas aisladas sobrevivan a viajes oceánicos y que puedan establecerse con éxito en alguna otra parte, tales eventos improbables se vuelven probables en escalas de tiempo de 10 a 15 millones de años de extensión".
Dick estudió la forma selvática de la Ceiba pentandra (la ceiba), una especie de kapok capaz de crecer hasta superar la altura de un edificio de 16 pisos.
Sus flores producen cerca de 200 litros de néctar por árbol en una estación, atrayendo a murciélagos que viajan a distancias tan grandes como 20 kilómetros entre unos árboles y otros, transfiriendo el polen en el proceso. Las semillas, que son del tamaño de una semilla de girasol, son muy ligeras y capaces de flotar río abajo en las zonas donde viven estos colosales árboles.
Dick y sus colegas investigaron en cuál de entre varios posibles escenarios podía estar la razón para la distribución actual de la Ceiba pentandra.
La conclusión a la que han llegado es que los viajes de las semillas a distancias extremas, transportadas por el viento o las corrientes oceánicas, explican cómo los árboles se dispersaron desde Sudamérica hasta África. Dick proyecta seguir investigando el papel de la dispersión oceánica para ver si esto es así también para otras especies, e incluso para comunidades completas de vegetales.
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