Cuatro años demoró María Angélica Thumala en concluir su tesis para doctorarse en Sociología de la Universidad de Cambridge, en 2005. El objetivo era ambicioso: saber si la irrupción de la modernidad en Chile había o no mermado el catolicismo de la elite económica. Desde 2000 hasta 2001, la religión fue su gran objeto de estudio. "Quería saber qué papel juega la religión en las vidas de personas que forman parte de una sociedad moderna. Saber por qué, habiendo tanta variedad y competencia en términos de ideas y creencias no religiosas, hay muchas personas que siguen encontrando respuesta en la religión", dice Thumala, socióloga y profesora de la Universidad Católica. La base de su trabajo fue testimonial. Entre agosto de 2001 y marzo de 2002 entrevistó largamente a 75 ejecutivos -desde presidentes hasta directores- de las más importantes empresas inscritas en la Superintendencia de Valores y Seguros. Bajo el compromiso de no develar sus identidades, cada uno le reveló su visión sobre la Iglesia Católica, Dios, el Diablo, los pecados, etc. El resultado de ese esfuerzo es Riqueza y piedad, libro que, editado en la colección Arena Abierta del sello Debate, sale este lunes 4 a librerías. "Este libro busca contribuir a llenar un espacio en el estudio de la religión de las elites", dice la autora, desde Inglaterra, donde trabaja por seis meses en una investigación para la Universidad de Oxford. - ¿Qué tan estrecha es la relación entre la elite económica y el catolicismo? - Sumamente estrecha. El catolicismo es una parte fundamental de la identidad, no sólo de una parte de la elite económica, sino de la clase alta chilena, en general. Históricamente la clase alta ha sido católica, de diversos modos, pero católica. La imagen de la clase alta católica, incluso pechoña, aparece más marcada ahora que en el pasado porque la vertiente laica de la clase alta ha visto disminuida su presencia pública. - ¿Por qué ese catolicismo no se da en otros grupos de elite, como la política? - Se da también, aunque en menor medida, pero no puede mostrarse. Los miembros católicos de la UDI, RN y la DC han hecho ver sus opiniones en materias religiosas en varias ocasiones. Pero a diferencia de la actividad empresarial, que es privada, el discurso de los políticos, si quieren ser elegidos, debe estar dirigido a todo el país y no sólo a los católicos. Esto suaviza las opiniones o las propuestas. - ¿Y cuál es la relación de los movimientos religiosos con la política? - Movimientos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo no han generado vocaciones políticas, en el sentido de un proyecto nacional que vaya más allá de la defensa de un modelo económico o de ciertos valores católicos. A diferencia de los jesuitas o la Holy Cross (en el colegio St. George), que sí generaron vocaciones políticas, el énfasis del Opus Dei en, por ejemplo, la santificación a través del trabajo, implica proyectos personales que se desarrollan en el espacio privado de la empresa o la caridad. La excepción que confirma esta regla es Joaquín Lavín, cuya carrera política ha estado marcada por el fracaso. - ¿De qué modo este catolicismo determina el modo de actuar de los empresarios en sus negocios? ¿Los hace menos arriesgados o innovadores? - No los hace menos innovadores porque lo que prima es el criterio comercial. Los planos religioso y financiero no se mezclan a la hora de evaluar la viabilidad o rentabilidad de un proyecto. Donde sí hay un efecto religioso, en algunos casos, es en la selección de las áreas de inversión o desarrollo de nuevos mercados. Algunos empresarios católicos no entran en áreas consideradas cuestionables desde su punto de vista como, por ejemplo, la comercialización de anticonceptivos. - La pregunta inicial de su libro es si la elite económica chilena va en la misma línea de la modernidad en el sentido de una declinación religiosa o avanza en la dirección contraria. ¿Cuál fue la respuesta que encontró? - La respuesta es que modernización y religiosidad no son incompatibles. La educación técnica y profesional en que se sustenta gran parte del desarrollo capitalista contemporáneo no elimina la inquietud religiosa ni la creencia en lo sobrenatural. Por ejemplo, es perfectamente posible que un ejecutivo entrenado en la Universidad de Chicago crea en el demonio como una entidad no abstracta y que tiene propósitos y estrategias de acción. - ¿Qué condiciones hicieron que la elite económica chilena "enganchara" tan bien con grupos como el Opus Dei y los Legionarios? ¿Había una orfandad por la supuesta "izquierdización" de la Iglesia de los 60? - Efectivamente, la creciente afinidad de la Iglesia Católica y la izquierda, que se agudiza hacia fines de los años '60 y que incluyó a miembros de familias tradicionales de elite y generó quiebres importantes, produjo sentimientos parecidos a la orfandad o la sensación de traición, en especial por el apoyo de la Iglesia a la Reforma Agraria. - Usted señala en el libro que también les dan un sentido religioso a muchas de sus prácticas. - Ese es el otro elemento que influye en el éxito de estos movimientos: su capacidad de legitimar las opciones de vida que durante esos años eran consideradas moralmente cuestionables desde el punto de vista religioso. Lo que parecía un requisito de buena catolicidad, como dejar el lujo e irse a vivir a una población, es hoy día visto en este grupo como una excentricidad innecesaria. Para estos movimientos, el buen católico puede serlo en su medio. Se espera que sea "lo mejor que puede ser dados sus talentos". Eso transforma la figura del empresario y emprendedor en algo positivo. Este cambio es importante si se considera la relación ambivalente con la riqueza que ha tenido la Iglesia durante su historia. - ¿Hasta qué punto la elite "castiga" a quienes se apartan del modelo, como, por ejemplo, los separados? - Varios entrevistados recuerdan que en sus casas cuando eran chicos "no entraban separados". Hoy día los separados entran no sólo a las casas, sino que son acogidos por los Legionarios de Cristo. El Opus Dei es más estricto en eso y sus miembros hacen ver sus puntos de vista con entusiasmo. Los separados son "castigados" en los colegios y esto genera mucha frustración entre quienes aún se consideran católicos a pesar de tener un fracaso matrimonial. Un entrevistado se refirió a su estatus en la Iglesia con amargura como de "católico clase B". No sólo no puede poner a sus hijos en el colegio de su preferencia, sino que no puede comulgar. - ¿Qué tan cerrados son los círculos de la elite religiosa? - Es preciso aclarar que en la elite hay varios círculos y no todos son religiosos. O no se definen primordialmente ni siempre en función de la religión de sus miembros. Las redes que se forman tienden a tener un origen en la formación profesional, intereses gremiales, la universidad, el colegio, la familia o una combinación de todo lo anterior. La entrada a esos círculos depende todavía principalmente del acceso a educación superior y los ingresos de la familia de origen. En el caso de los movimientos a los que nos hemos referido, su porosidad al interior de la elite es relativamente alta, especialmente en el caso de los Legionarios de Cristo o de Schoenstatt. Las barreras de entrada al Opus Dei son un poco más altas en la medida en que la persona debe estar dispuesta a adoptar un estilo de vida bastante reglamentado y demandante. - ¿Cuáles son los ritos o creencias que más caracterizan hoy el catolicismo de la elite económica? ¿La misa? - La misa es, efectivamente, una práctica central y la participación masculina en ella constituye un cambio importante respecto del pasado. Hasta muy recientemente los hombres de la clase alta no iban a misa con sus mujeres e hijos. Hoy parece haber una suerte de renacimiento de la misa en los barrios altos de Santiago. Pero hay otras prácticas que también caracterizan a la elite, como la celebración del Mes de María en la casa en oratorios privados o la resurrección del confesionario después de años de confesión cara a cara. - ¿La elite económica chilena es especialmente religiosa o es similar a otros países de la región? - Comparativamente, las elites de Buenos Aires son más diversas y cosmopolitas, también más liberales, aunque hay sectores de catolicismo duro. En Sao Paulo o Río, además de ser diversas y más laicas, las elites tienden a ser más abiertas a formas alternativas de espiritualidad o a combinar tradiciones religiosas. Entre los empresarios o ejecutivos de Santiago, en cambio, el new age o las religiones de inspiración oriental no han penetrado. En México y Perú, al parecer, los Legionarios de Cristo y el Opus Dei respectivamente tienen una presencia importante. Lamentablemente no hay estudios comparados tipo sobre la religión de las elites en América Latina. Las clases altas se han mantenido exitosamente inmunes al escrutinio de las ciencias sociales. A diferencia de la religión de los pobres, que se ha estudiado muchísimo bajo la categoría de 'religiosidad popular', se sabe casi nada acerca de la religión de los sectores más acomodados |
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