La Estrella de Arica, Sábado 9 de junio de 2007
Si se dialoga sobre el perfeccionamiento del acceso boliviano al mar, o tema marítimo, es con el preciso ánimo de lograrlo, dentro de los términos de los instrumentos vigentes, y no por obligación alguna.
Fue ciertamente fuerte, y hasta polémico, el planteamiento del canciller de Bolivia, David Choquehuanca, en la Asamblea de la OEA sobre la demanda de salida al mar. Habló de la urgencia de poner término al "injusto enclaustramiento de Bolivia" y dio un plazo de un año para lograrlo. Junto a su demanda tradicional, afirmó que la negociación del tema era no sólo bilateral, sino de carácter multilateral. Planteó su aspiración de salida soberana como un derecho, y sólo tuvo una ocasional referencia a la cooperación y diálogo con Chile y entre sus gobiernos.
Si se dialoga sobre el perfeccionamiento del acceso boliviano al mar, o tema marítimo, es con el preciso ánimo de lograrlo, dentro de los términos de los instrumentos vigentes, y no por obligación alguna.
Fue ciertamente fuerte, y hasta polémico, el planteamiento del canciller de Bolivia, David Choquehuanca, en la Asamblea de la OEA sobre la demanda de salida al mar. Habló de la urgencia de poner término al "injusto enclaustramiento de Bolivia" y dio un plazo de un año para lograrlo. Junto a su demanda tradicional, afirmó que la negociación del tema era no sólo bilateral, sino de carácter multilateral. Planteó su aspiración de salida soberana como un derecho, y sólo tuvo una ocasional referencia a la cooperación y diálogo con Chile y entre sus gobiernos.
Este discurso afirma y explicita bases que Chile no puede de manera alguna compartir. El año pasado había hecho en este mismo foro interpretaciones históricas inexactas e inaceptables, que ahora fueron asumidas. Desconocidos los tratados y el régimen que ha funcionado por más de un siglo, exigió imperativamente un supuesto derecho, y hasta dio un plazo para su cumplimiento. Ignoró el carácter bilateral del tema del perfeccionamiento del acceso al mar, o tema marítimo, así proclamado en el diálogo en curso.
Además, esta presentación sigue a un extraño planteamiento del embajador boliviano en Lima sobre soberanía compartida entre los tres países -de la que se hizo eco el canciller peruano-, que no fue consultada ni es compatible con el referido diálogo.
La posición chilena, expresada reiteradamente en las ocasiones que así lo han aconsejado -incluida la propia OEA, en el pasado-, es que nuestros límites están definidos por un tratado perfecto, vigente y aplicado por ambas partes con reconocimiento general por más de un siglo; que él ha asegurado, entre otras cosas, el acceso y libre tránsito de Bolivia al mar; que ha existido y existe una relación y cooperación normal entre vecinos.
Si se dialoga sobre el perfeccionamiento del acceso boliviano al mar, o tema marítimo, es con el preciso ánimo de lograrlo, dentro de los términos de los instrumentos vigentes, y no por obligación alguna. Se trata de una cuestión estrictamente bilateral y, como es lógico, no puede estar sujeta a plazos, participación de terceros ni otros condicionamientos. Conviene tener siempre presente, además, que el consenso nacional chileno no contempla cesiones de soberanía.
Esta vez, al igual que el año pasado, se prefirió aludir en la respuesta chilena sólo a la cooperación existente, sus realidades, integración, acuerdo comercial y aspectos específicos de una relación normal, y, sobre todo, creación de confianzas. Ello es oportuno, pero habría sido pertinente y útil -y en el futuro parece necesario- recordar y explicitar nuestra posición y derechos, en el marco de la realidad existente.
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