03 julio, 2007

¿Latinoamérica Vs. Sudamérica? Un sinsentido

 

Oscar Ugarteche



Una extraña dicotomía se ha establecido desde 1994. El ingreso de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo convirtió en parte de la comunidad norteamericana de naciones, agrupación cuya lengua madre es el inglés. En esa comunidad, México le aportó 12 millones de personas hispanohablantes que sobre los 20 millones de hispanoparlantes que ya existían se estableció el record de 35 millones de hispano parlantes en Estados Unidos. En términos lingüísticos una parte de Estados Unidos se ha tornado en América latina y la identidad blanca, protestante y angloparlante se está desdibujando para desesperación de los republicanos y de su ideólogo Huntington.

En cuanto flujos comerciales, el TLCAN reconoció la existencia dada del mercado estadounidense como central para México y lo formalizó bajándole los aranceles al mismo tiempo que poniéndole una serie de condiciones para la inversión estadounidense que ha llevado al país a parecer desde el lado productivo y comercial más un estado estadounidense que un país latinoamericano estricto senso. Desde las cadenas comerciales compradas por Wall Mart y las cadenas de restaurantes VIPS del mismo dueño, hasta Citibank dueño de Banamex. La globalización en México post TLCAN tiene nombre propio con el país de origen.

Con América del Sur, México no tiene tratados de libre comercio, salvo con Chile, y tiene dos acuerdos de complementación económicas con Uruguay y Paraguay. Desde los tiempos de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) de buena fuente se sabe que las negociaciones con el Perú se estancaron porque los empresarios mexicanos consideraban los espárragos peruanos "una amenaza". De todas formas estos llegan vía el ATPDEA a Estados Unidos y vía el TLCAN a México, sin aranceles, pero con un precio exorbitante. Lo mismo los chiles jalapeños cultivados en el Perú. México es un inversionista muy importante en Sudamérica pero esto no se refleja ni en las noticias periodísticas ni en las declaraciones políticas.

En cuanto política cambiaria, México tiene que mantener su tipo de cambio fijo (eso de lo que acusan a China) porque su ingreso petrolero es fundamental para los ingresos fiscales que son en pesos. Por lo tanto, la devaluación del dólar de los últimos años en México ha pasado desapercibida y más bien se resiente el encarecimiento de los productos no estadounidenses como automóviles, vinos, etc. En la misma situación se encuentra Venezuela, cuyo tipo de cambio es igualmente fijo.

En cuanto política migratoria, la política mexicana es un espejo de la estadounidense siendo más difícil obtener una visa mexicana que una estadounidense, y con bastante peor trato en el consulado del país en cuestión, y en los puertos de ingreso al país donde hay una entrada separada para los que llegan de Centro y Sudamérica y los que llegan de Norteamérica y el resto del mundo. En el aeropuerto Benito Juárez de Ciudad de México son dos ingresos diferentes y dos tratos. A los del norte no los revisan, a los del sur les ponen perros. Paradójicamente, el tráfico de armas viene del norte y el tráfico de drogas no pasa por el aeropuerto. Había un aviso en el aeropuerto hasta hace poco que decía "El SIDA, las armas y las drogas vienen del Sur. La revisión es por su seguridad", o algo en ese estilo

Se podría decir que el gobierno y las elites mexicanas están incrustadas en Norteamérica desde el imaginario hasta las políticas comerciales y migratorias, de control de drogas y de armas, hasta el sistema de incentivos a la investigación científica.

Algo similar ocurre en Centro América que detrás de su tratado de libre comercio con Estados Unidos tiene la idea de que su "salvación es Estados Unidos" adonde fluyen millones de refugiados económicos ilegalmente todos los años.

Para fines monetarios, la estabilidad del dólar es una realidad desde México hasta Panamá porque el ingreso fiscal de los países depende de las transacciones en dólares. Panamá y El Salvador directamente utilizan el dólar estadounidense como moneda de curso forzoso dentro del país, los otros tres están anclados al dólar, a pesar del flujo comercial intraregional que se estableciera en la década de los años 60 y que sobrevivió a las guerras. Para México, su vecino del norte es de lejos su socio comercial y de inversiones más importante seguido por ninguno.

El lado contrario de la medalla es la relación dentro de los países sudamericanos que excluyendo al Perú y Colombia perecen estar en vías de integración política y monetaria acelerada bajo los auspicios dobles de Brasil y Venezuela-Argentina. Sin lugar a dudas la iniciativa de la Comunidad Sudamericana de Naciones es una iniciativa saludada por gobiernos y pueblos y su conversión en UNASUR, tras la cumbre de Isla Margarita en el curso de este año 2007, siguiendo el esquema de la Unión Europea es aún más saludada. La ausencia del presidente peruano fue una constatación de dónde se juega el Perú del APRA. Los pasos dados en cuanto libertad de movimiento de personas es fundamental frente a los obstáculos que se ven desde Panamá hacia el norte. Dentro de UNASUR las personas transitan con su documento de identidad nacional, hacia Centroamérica se requiere de visas que son más difíciles de conseguir conforme se aproximan a Estados Unidos.

La Declaración de Tuxtla como las declaraciones de políticos mexicanos progresistas dentro de una conferencia sobre la relación Brasil México llamó la atención a que Brasil está intentando quebrar Latinoamérica al auspiciar UNASUR y su arquitectura financiera regional con una unidad monetaria de cuentas. Esto ha sido repetido por el presidente Calderón y los presidentes centroamericanos reunidos en Belice la última semana de junio del 2007.

Es como si la existencia de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA) hubiera separado a Centroamérica de Sudamérica o el TLCAN mismo a México de Latinoamérica. No son los tratados comerciales ni políticos los que separan. Son las visiones del mundo y la independencia del poder hegemónico de la región las que definen las posiciones. El pueblo latinoamericano está unido pero las elites políticas tienen percepciones distintas de cómo deben actuar y esa no es motivo de división, sino real politik. Dijo Beatriz Paredes, presidenta del PRI que era un error histórico lo que intentaba hacer Brasil. Quien sabe si la gente piense lo mismo. Finalmente a UNASUR podrán plegarse todos los que quieran dentro del esquema de UNASUR+n. Lo mismo es cierto de la arquitectura financiera derivada de UNASUR. La distancia que el gobierno de México le ha puesto a Sudamérica le impide ver esto. Finalmente no es Brasil, sino todos los estados miembros los que están organizando un nuevo mundo posible, en Sudamérica al menos.

- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).

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