Actualizado 2:00 A.M. (hora local) | La Habana, jueves 23 de agosto de 2007. Año 11 / Número 234 |
Piero Gleijeses
Este año marca el 20 aniversario del comienzo de la batalla de Cuito Cuanavale en el sureste de Angola en que las fuerzas armadas de la Sudáfrica del apartheid se enfrentaron con el ejército cubano y las fuerzas angolanas. El general Magnus Malan escribe en sus memorias que la campaña fue una gran victoria para las Fuerzas de Defensa Sudafricanas (SAdF) pero Nelson Mandela no podía discrepar más: "Cuito Cuanavale, afirmó, fue el viraje para la lucha de liberación de mi continente y de mi pueblo del flagelo del apartheid".
La victoria de Cuito fue un golpe de muerte para el apartheid.
Analizamos los hechos. En julio de 1987 el ejército angolano (FAPLA) lanzó una ofensiva de gran envergadura en el sureste de Angola contra las fuerzas de Jonás Savimbi. Pero al ver que la ofensiva estaba teniendo éxito, las SADF, que controlaban las zonas más meridionales del suroeste de Angola, intervinieron en el sureste. Para principios de noviembre las SADF habían acorralado a las mejores unidades angolanas en el poblado de Cuito Cuanavale y estaban preparándose para aniquilarlas.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exigió que las tropas sudafricanas se retiraran incondicionalmente de Angola, pero la administración Reagan se aseguró de que esta exigencia fuera una Resolución sin mayor trascendencia. El secretario de Estado adjunto para África, de Estados Unidos, Chester Crocker, le dijo al embajador de Sudáfrica en Estados Unidos: "la resolución no reclama sanciones y no plantea ninguna asistencia para Angola. Esto no es por casualidad, sino el resultado de nuestros esfuerzos para mantener la resolución dentro de determinados límites." Mientras, las SADF aniquilarían a las unidades élites de las FAPLA.
Para comienzos de 1988, fuentes militares sudafricanas y diplomáticos occidentales aseguraban que la caída de Cuito era inminente. Esto significaría un golpe demoledor al gobierno angolano.
Pero el 15 de noviembre de 1987 el Presidente cubano Fidel Castro había decidido enviar más tropas y armas a Angola: sus mejores aviones con sus mejores pilotos, sus armas antiaéreas más sofisticadas y sus tanques más modernos. La intención de Castro no era solo defender a Cuito, también sacar a las SADF de Angola de una vez y para siempre. Más tarde él describió su estrategia al líder del Partido Comunista Sudafricano loe Slovo: Cuba pararía la embestida sudafricana y luego atacaría en otra dirección, "como el boxeador que con la mano izquierda lo mantiene y con la derecha lo golpea".
Aviones cubanos y 1 500 soldados cubanos reforzaron a los angolanos y Cuito no cayó.
El 23 de marzo de 1988 los sudafricanos lanzaron su último asalto de mayor envergadura contra Cuito. Tal como lo describe el coronel Jan Breytenbach, el asalto sudafricano "fue frenado abrupta y definitivamente" por las fuerzas conjuntas cubanas-angolanas.
La mano derecha de La Habana se preparó a golpear. Poderosas columnas cubanas estaban avanzando en el suroeste de Angola hacia la frontera de Namibia. Los documentos que nos podrían decir lo que los líderes sudafricanos pensaron de esta amenaza siguen clasificados. Pero sí sabemos lo que las SADF hicieron: cedieron terreno. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos explicaron que los sudafricanos se retiraban porque estaban impresionados por la rapidez y la fuerza del avance cubano y porque consideraban que un combate de mayor envergadura "hubiera acarreado grandes riesgos".
El 26 de mayo de 1988 el jefe de las SADF anunciaba que "fuerzas cubanas y de la SWAPO fuertemente armadas, integradas por primera vez, han avanzado hacia el sur a unos 60 kilómetros de la frontera con Namibia". El 26 de junio el administrador general sudafricano de Namibia reconocía que MIG-23 cubanos estaban volando sobre Namibia, un cambio dramático de aquellos tiempos en que los cielos le pertenecían a las SADF. Añadía que "la presencia de los cubanos había provocado una oleada de ansiedad en Sudáfrica".
Sin embargo estos sentimientos de ansiedad no eran compartidos por los negros sudafricanos: ellos veían la retirada de las fuerzas sudafricanas como una luz de esperanza.
Mientras que las tropas de Castro avanzaban hacia Namibia, cubanos, angolanos, sudafricanos y estadounidenses se enfrentaban en la mesa de negociaciones. Dos puntos eran clave: si Sudáfrica aceptaba la implementación de la Resolución 435 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exigía la independencia de Namibia, y si las partes podrían ponerse de acuerdo sobre un cronograma de la retirada de las tropas cubanas de Angola.
Los sudafricanos parecían estar llenos de esperanza: el canciller Pik Botha esperaba que la Resolución 435 sería modificada. El ministro de Defensa Malan y el presidente P.W. Botha afirmaban que Sudáfrica se retiraría de Angola solo "si Rusia y sus títeres hacían lo mismo". Ellos ni siquiera mencionaban retirarse de Namibia. El 16 de marzo de 1988 Business Day informaba que Pretoria estaba "ofreciendo retirarse a Namibia —no de Namibia— a cambio de la retirada de las fuerzas cubanas de Angola. Es decir Sudáfrica no tiene ninguna intención de retirarse del territorio en ningún futuro cercano.
Pero los cubanos habían revertido la situación en el terreno y cuando Pik Botha presentó las exigencias sudafricanas, Jorge Risquet, que estaba al frente de la delegación cubana, le cayó encima con una tonelada de ladrillos: "la época de las aventuras militares, las agresiones impunes, de sus masacres de refugiados, ha finalizado." Sudáfrica —dijo— estaba actuando como si fuera "un ejército vencedor en vez de lo que es en realidad: un ejército agresor golpeado y en discreta retirada... Sudáfrica debe comprender que no obtendrá en esta mesa de negociaciones lo que no pudo lograr en el campo de batalla."
Al terminar la ronda de negociaciones en El Cairo, Crocker le mandó un cable al secretario de Estado George Shultz diciendo que las conversaciones habían tenido "como telón de fondo la tensión militar creciente por el avance hacia la frontera de Namibia de tropas cubanas fuertemente armadas en el suroeste de Angola... el avance cubano en el suroeste de Angola ha creado una dinámica militar impredecible".
La gran pregunta era: ¿se detendrían los cubanos en la frontera? Para obtener una respuesta a esta pregunta Crocker fue a buscar a Risquet: "¿Cuba tiene la intención de detener su avance en la frontera entre Namibia y Angola?" Risquet contestó "si yo le dijera que no van a detenerse yo estaría profiriendo una amenaza. Si yo le dijera que van a detenerse yo le estaría dando un meprobamato y yo ni quiero amenazar, ni quiero darle un calmante... lo que he dicho es que solo los acuerdos sobre la independencia de Namibia pueden dar las garantías".
Al día siguiente, 27 de junio de 1988, MIG cubanos atacaron posiciones de las SADF cerca de la presa de Calueque, 11 kilómetros al norte de la frontera de Namibia. La CIA informó: "la manera exitosa con que Cuba ha utilizado su fuerza aérea y la aparente debilidad de las defensas antiaéreas de Pretoria" subrayaban el hecho de que La Habana había logrado la superioridad aérea en el sur de Angola y en el norte de Namibia. Unas pocas horas después del ataque exitoso de los cubanos, las SADF destruyeron un puente cercano a Calueque sobre el río Cunene. Lo destruyeron —opinó la CIA— "para dificultar a las tropas cubanas y angolanas el cruce de la frontera con Namibia y para reducir el número de posiciones que deben defender". El peligro de un avance cubano sobre Namibia nunca antes había parecido tan real.
Los últimos soldados sudafricanos salieron de Angola el 30 de agosto cuando los negociadores ni siquiera habían empezado a discutir el cronograma de la retirada cubana de ese país.
A pesar de todos los esfuerzos de Washington para impedirlo, Cuba cambió el curso de la historia de África Austral. Hasta Crocker reconoció el papel de Cuba cuando le dijo en un cable a Shultz el 25 de agosto de 1988: "descubrir lo que piensan los cubanos es una forma de arte. Están preparados tanto para la guerra como para la paz. Hemos sido testigos de un gran refinamiento táctico y de una verdadera creatividad en la mesa de negociaciones. Esto tiene como telón de fondo las fulminaciones de Castro y el despliegue sin precedentes de sus soldados en el terreno".
La proeza de los cubanos en el campo de batalla y su virtuosidad en la mesa de negociaciones fueron decisivas para obligar a Sudáfrica a aceptar la independencia de Namibia. Su exitosa defensa de Cuito fue el preludio de una campaña que obligó a la SADF a salir de Angola. Esta victoria repercutió más allá de Namibia.
Muchos autores —Malan es nada más el ejemplo más reciente— han tratado de reescribir esta historia, pero documentos norteamericanos y cubanos relatan lo que verdaderamente pasó. Esta verdad fue expresada con elocuencia por Thenjiwe Mtintso, embajadora de Sudáfrica en Cuba, en diciembre del 2005: "hoy Sudáfrica tiene muchos nuevos amigos. Ayer estos amigos se referían a nuestros líderes y a nuestros combatientes como terroristas y nos acosaban desde sus países a la vez que apoyaban a la Sudáfrica del apartheid... esos mismos amigos hoy quieren que nosotros denunciemos y aislemos a Cuba. Nuestra respuesta es muy simple: es la sangre de los mártires cubanos y no de estos amigos la que corre profundamente en la tierra africana y nutre el árbol de libertad en nuestra Patria."
(Tomado del semanario sudafricano Mail & Guardian)
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