Su pequeña fortuna está congelada en un banco de Boston desde que Estados Unidos decretó el embargo contra la Isla.
miércoles 15 de agosto de 2007 13:06:00
La canadiense Mary McCarthy, una viuda de 107 años, vive en la pobreza en Cuba a pesar de poseer una pequeña fortuna y joyas que heredó cuando enviudó en 1951, reportó Reuters.
Sus riquezas están congeladas en un banco de Boston desde que Estados Unidos decretó el embargo contra la Isla.
McCarthy, postrada en una silla de ruedas desde que sufrió una caída y se fracturó la cadera en 2002, sigue viviendo en la mansión adquirida en 1945 por su millonario esposo cubano en lo que fue el elegante Country Club Park de La Habana.
Pavos reales aún pasean bajo las palmas reales en el jardín de 4.000 metros cuadrados, pero el césped está descuidado y la casa con muebles estilo Napoleón III y un piano Steinway se están cayendo a pedazos.
El gobierno cubano confiscó sus propiedades y la fábrica de cueros de su esposo, valoradas en cuatro millones de dólares. Lo único que le quedó fue su mansión.
Desde enero de este año, Washington le ha permitido retirar 96 dólares mensuales de sus fondos congelados, después de que diplomáticos canadienses intercedieron por ella.
McCarthy está pidiéndole al presidente estadounidense, George W. Bush, que descongele su dinero para vivir el resto de sus días con dignidad. Quiere, además, que liberen las "baratijas" de su familia.
"Dijeron que no podían devolvérmelo porque yo vivía en Cuba. Es el único dinero que me queda. Está en Boston, pero yo vivo en Cuba, esa es la gran cosa terrible", dijo a la agencia Reuters.
"Lo quiero sólo para pagar mis medicinas y al médico. Ni siquiera lo quiero para comprar caramelos", añadió.
En las descascaradas paredes de su casa cuelgan, enmarcadas, las felicitaciones del papa Juan Pablo II, la reina Isabel de Inglaterra y el ex primer ministro canadiense Jean Chretien en ocasión de su cumpleaños número 100.
Entre las fotos que hay en la sala de su casa, aparece una de Fidel Castro, vestido de uniforme verde olivo, saludándola en una recepción en la embajada canadiense durante la visita de Chretien, en 1997.
McCarthy, nacida en 1900 en St. John's, Newfoundland, conoció al empresario de origen español Pedro Gómez Cueto en la ópera de Boston. El sedujo a la estudiante de música de 24 años y la llevó a vivir a La Habana.
Gómez Cueto amasó su fortuna fabricando botas militares durante la Segunda Guerra Mundial.
Como miembro de la alta sociedad cubana, McCarthy fue cofundadora de la Orquesta Filarmónica de La Habana, jugó al golf en el Country Club, financió obras de caridad y bailó en suntuosas fiestas en el Havana Yatch Club, momentos que hoy apenas recuerda.
"Yo me he quedado a vivir aquí porque se murió mi marido y heredé la propiedad", dijo McCarthy, a quien no le quedan parientes en Canadá, al menos que ella sepa. "Además, me gusta Cuba. Me he quedado por eso. Los cubanos son los más buenos del mundo", añadió.
El año pasado, Stan Keyes, entonces cónsul general de Canadá en Boston, escribió a la oficina del Departamento del Tesoro que supervisa las sanciones contra Cuba, para pedir que los fondos de McCarthy fueran transferidos a Canadá.
"Ella es una desafortunada, además de no intencional, víctima de circunstancias políticas", dijo el diplomático. "Vive de la caridad. Merece vivir el resto de sus días con comodidades", agregó.
Respondiendo a los funcionarios estadounidenses que sugirieron que regresara a Canadá, Keyes dijo que la anciana ya no podría soportar el rigor del invierno canadiense.
McCarthy figura en la última edición del directorio anglo americano de Cuba de 1960. Su dirección es todavía la misma.
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