En el fenómeno psicológico conocido como sinestesia, el sistema sensorial de una persona está un poco más interconectado de lo normal. Algunas personas afirman, por ejemplo, ver colores cuando escuchan notas musicales. Un nuevo estudio ha aportado algunas certezas sobre este fenómeno que tan enigmático ha sido durante mucho tiempo.
Una de las formas más comunes de la sinestesia es la de grafema-color, en la que las letras o los números (en su conjunto llamados "grafemas") se ven resaltados con colores particulares. Aunque la sinestesia ha sido bien documentada, durante mucho tiempo ha existido el enigma de si estas experiencias, que son descritas como vívidas y reales por quienes las tienen, son percibidas realmente o si son la consecuencia de algún otro mecanismo psicológico como por ejemplo la memoria.
Una nueva investigación, realizada por Danko Nikolic (del Instituto Max Planck para la Investigación Cerebral en Frankfurt, Alemania) y sus colegas, ha logrado aportar datos esclarecedores sobre la veracidad de estas percepciones.
Los investigadores se valieron de una variación de un test psicológico clásico. En esta prueba, los participantes deben nombrar el color de la tinta con que está impreso el nombre de un color diferente. Por ejemplo, si la palabra "azul" está impresa en tinta roja, el participante debe decir "rojo", una prueba de dificultad moderada que requiere sólo un pequeño esfuerzo mental.
La versión de Nikolic del experimento se basa en el comportamiento de las neuronas. Cuando vemos un color específico, se activan neuronas específicas en el área visual de la corteza cerebral. Estas neuronas específicas se desactivarán, en cambio, cuando se presenta un color del extremo opuesto en el espectro. Así, una neurona activada cuando se presenta el color azul, se desactivará cuando su opuesto exacto, el amarillo, domine el campo visual.
Empleando esta lógica, Nikolic presentó a individuos que sufrían de sinestesia grafema-color, los cinco grafemas (letras o números) que con más fuerza evocaban colores en esas personas. El color de la letra o número podía ser el mismo que su asociación común (congruente), diferente pero sin ser opuesto a la asociación de color (incongruente independiente), o el opuesto exacto al color asociado (incongruente oponente). Los investigadores midieron entonces cuánto tiempo les tomaba a los participantes nombrar el color en que estaba impreso el grafema.
Como era de esperar, los colores incongruentes oponentes dificultaron en gran medida que los individuos con sinestesia grafema-color pudieran contestar con rapidez. Les tomaba mucho más tiempo a los participantes el nombrar los colores incongruentes oponentes que los colores incongruentes independientes. Y en cuanto a los colores congruentes (aquellos iguales al color de asociación), facilitaban el proceso de nombrar los colores.
En un experimento separado, los investigadores encontraron que este sistema de oposición al color no funcionaba para la memoria. Para esto presentaron a los mismos participantes fotografías de objetos generalmente asociados con un color específico (por ejemplo, un limón). Pero, como en el otro experimento, estas representaciones estaban en un color inesperado. El tiempo de reacción en este experimento se vio significativamente menos alargado por el cambio de los colores, y no difirió del tiempo de reacción de los voluntarios integrantes del grupo de control, que no sufrían de sinestesia.
Estos resultados, sumados a los del primer experimento, sugieren que los colores producto de la sinestesia son percibidos de una manera real, tal como afirman los afectados por esta interesante condición.
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