JOHN DORSCHNER
The Miami Herald
Imagínese estar enfermo, entrar en la internet, ver a qué hora su médico está disponible y reservar una cita para ese mismo día. Tal vez tenga que esperar cinco o 10 minutos. Después, si tiene alguna pregunta, puede hacerla --y será respondida-- a través del correo electrónico.
Esta es la práctica de medicina general del doctor Bernd Wollschlaeger en North Miami Beach. Lo que él está haciendo abre una ventana de esperanza a los problemas y al futuro del cuidado de la salud en el país.
¿Acaso esconde algún truco este concepto? Desde luego que sí.
Un número cada vez más creciente de médicos están ofreciendo estos servicios, para acceder a los cuales los pacientes pagan una tarifa anual de quizás $1,500 además de los cargos por las diferentes visitas.
Este no es, sin embargo, el modelo de Wollschlaeger, quien cobra alrededor de $65 o $75 por una visita básica a su consulta. El secreto es pagar en efectivo, toda que vez que no acepta ningún tipo de seguro, ni siquiera Medicare.
Esto elimina una enorme cantidad de papeleo y de cuentas, lo que le permite a Wollschlaeger trabajar solo en su consulta ubicada en un centro comercial.
''Es un médico excelente'', dice Chris Lamonica, residente de North Miami Beach que lleva dos años visitándolo. ``Es muy concienzudo, y se preocupa por sus pacientes. Yo hago todas mis citas por internet y funciona espléndidamente''.
En la comunidad médica, no obstante, Wollschlaeger es conocido como un rebelde, que respalda el cuidado de la salud universal y el movimiento de llevar los archivos médicos de forma electrónica. Al evitar los seguros, podría considerarse que de alguna forma regresa al estilo de los años 40, antes que existieran los planes de salud de las compañías y el Medicare, una época en que nada se interponía en la relación entre el médico y el paciente.
Wollschlaeger insiste en que ese no es su caso: no es un reaccionario, sino un pragmático. ''Estoy adaptándome a un mercado que cambia constantemente'', concentrándose en un número cada vez mayor de personas sin seguro, que son cerca del 75 por ciento de sus pacientes. La mayor parte de los otros tienen pólizas altamente deducibles o son extranjeros cuyos seguros no cuentan aquí''.
''No me opongo a ver pacientes con cobertura a cargo de una tercera parte'', dice el médico, ``siempre que ésta pague una tarifa razonable por mi trabajo y no insista en muchos costos burocráticos''.
Las aseguradoras les pagan a los médicos de medicina general en el sur de la Florida alrededor de $40 ó $60 por cada consulta básica e insisten en llevar una gran cantidad de documentos. Algunos doctores tratan de sobrevivir contratando a médicos asistantes y contadores, y corren de un cubículo a otro para ver la mayor cantidad posible de pacientes a fin de que el pequeño pago les resulte.
Wollschlaeger ha optado por el otro camino y trata de mantener todo lo más simple posible: ``Estoy sobreviviendo en un mercado fluctuante mientras llega el momento en que la estructura de pagos sea razonable''.
Tras emigrar de Israel, Wollschlaeger hizo su residencia en Medicina General en la Universidad de Miami (UM), trabajó brevemente como director médico de un refugio de desamparados, y luego pasó a trabajar para una compañía de médicos que quería establecer una consulta en Aventura.
El proyecto, sin embargo, no funcionó. Wollschlaeger precisó que la firma no comprendió el tiempo que hacía falta para armar una clientela. Entonces le compró a la compañía la consulta. ``No sabía cómo manejar una consulta, tomé cursos de administración y leí un sinfín de libros sobre el asunto''.
Como médico y como empresario, le pareció que la clave de todo era ``¿Cómo puedo mejorar la Medicina?. Es lo mismo que preguntar cómo Toyota puede fabricar automóviles mejores''.
La respuesta la decidió él: ``Prestarles atención a los pequeños detalles y prestarles atención a los pacientes''.
Aunque muchos médicos se radican en barriadas acaudaladas para así conseguir clientes ricos, Wollschlaeger decidió establecer su consulta en una sección de trabajadores de North Miami Beach, para de este modo estar más cerca de los mal atendidos y los que no tienen seguro. Mantuvo, no obstante, el nombre de la firma médica: Aventura Family Health Center.
Wollschlaeger atiende a 90 por ciento de sus pacientes el mismo día que llaman. ``No hay nada malo en ofrecer un servicio a tiempo por un precio justo''.
Para él, un mejor servicio significa a menudo el uso de internet, que puede lograr que la comunicación sea más rápida y más fácil a la hora de responder las preguntas cotidianas y solicitar reposiciones de recetas médicas.
Si los pacientes quieren, pueden enviarle un correo electrónico a través de un servidor sumamente seguro que opera Medem, una compañía tecnológica ''que conecta a médicos y pacientes''. Por este servicio, Wollschlaeger cobra entre $15 y $20.
La mayoría de los pacientes utiliza el correo electrónico, y por esa vía el doctor no cobra un centavo, así como tampoco por enviar un archivo PDF con los resultados del laboratorio.
Wollschlaeger afirma que el cuidado de la salud es ''por lo general una industria inefectiva e ineficiente'', pero no está tratando de cambiarla para ganar montones de dinero.
''No escogí la Medicina para hacerme rico'', precisa. En el 2005, su ingreso bruto fue de $121,000. ``Tengo un estilo de vida muy satisfactorio''.
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