Actualizado 3:00 A.M. (hora local) La Habana, viernes 26 de octubre de 2007. Año 11 / Número 296
Juan Marrero
Con "gran riesgo" las cubanas y cubanos hemos leído en Granma, en una página completa, las partes esenciales del discurso prepotente, insultante y amenazante contra la Revolución cubana del presidente George W. Bush en el Departamento de Estado. Con "gran riesgo" también lo vimos y escuchamos en las pantallas de los televisores por los canales Cubavisión y educativos durante el espacio la Mesa Redonda.
Entre mentiras y amenazas, Bush, cumpliendo el guion del show, hace guiños al auditorio.
En su discurso Bush había dicho que sus palabras eran transmitidas por los medios de comunicación del mundo libre, incluidos Radio y TV Martí. Y agregó: "A aquellos cubanos que me escuchan, quizás exponiéndose a grandes riesgos, quisiera dirigirme¼ ".
Millones de cubanos, quizás tantos como los que ejercieron su derecho al voto libre, democrático y secreto en las elecciones para los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular efectuadas el domingo último en Cuba, vieron o escucharon por la TV o la radio, y leyeron, al día siguiente, la sustancia de lo dicho por el señor jefe imperial, en la página 2 del diario Granma, órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
No tenemos conocimiento de que alguien haya sido reprimido por las autoridades cubanas por haber corrido ese "gran riesgo" de ver o escuchar a Bush en la televisión y en la radio o leerlo en la "prensa oficial" cubana. Y de la misma manera no hemos conocido de que sus amenazas hayan asustado o amedrentado a los millones que han tenido tal osadía.
Con serenidad y tranquilidad, de manera civilizada, el pueblo de Cuba lo vio, lo escuchó y lo leyó. A estas alturas, tras casi medio siglo de revolución victoriosa, ni sus engaños, ni sus mentiras, ni sus amenazas son capaces de confundir ni hacer temblar a nadie que ame la patria y el socialismo; lo que sí provocó fue indignación.
Nuestro canciller Felipe Pérez Roque desenmascaró en la contundente respuesta al señor Bush algunas de las mentiras dichas por él, entre ellas que "era ilegal cambiar de trabajo en Cuba", que "Estados Unidos era el mayor proveedor de ayuda humanitaria a Cuba", que "era ilegal mudarse de casa en Cuba", que "era ilegal reunirse más de tres personas sin autorización".
Hay muchas otras afirmaciones alejadas de la verdad que podrían comentarse como, por ejemplo, que "el régimen cubano utiliza el embargo de los Estados Unidos como chivo expiatorio de todos los suplicios que padece Cuba¼ ". Miles de veces Cuba ha dicho, más o menos, a Estados Unidos: Si eso piensan, pues quiten el bloqueo y no tendremos ese supuesto chivo expiatorio. Pero no. Bush ha dicho en su discurso que el bloqueo contra Cuba no será levantado. No habló, claro, del masivo rechazo mundial a tal imposición que volverá a hacerse evidente por decimosexto año consecutivo a finales de este mes cuando se vote la resolución cubana en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El pueblo cubano pudo ver toda la teatralidad que encerró la comparecencia del señor Bush ante un auditorio muy bien escogido, entre quienes estaban los Díaz-Balart y la loba feroz Ileana Ros Lehtinen en representación de la mafia anticubana de Miami, para que lo interrumpieran con aplausos y gritos. Todo parecía haber sido ensayado. Guiños del presidente hacia un ala del escenario. Gestos emotivos. Besos y agradecimientos¼
Otra de las cosas increíbles y engañosas dichas por Bush en su discurso fue cuando habló de que "el régimen cubano tiene horrores todavía no conocidos y que una vez desvelados serán una mancha en la conciencia de la humanidad". Sin alterársele el rostro eso dijo quien ha ordenado a sus fuerzas militares en la Base Naval de Guantánamo, que mantiene en territorio cubano en contra de la voluntad de su pueblo, someter a los presos de diferentes países allí llevados a interrogatorios a altas o bajas temperaturas, la simulación de asfixia, castigos, tratos crueles, torturas.
En fin, el último discurso de Bush al menos sirvió para que el mundo, tan engañado y confundido, sepa que en Cuba jamás se ha temido, se teme ni se temerá a que el pueblo tenga información y conocimientos a través de sus medios de comunicación sobre las ideas, los conceptos y posiciones contrarias a la Revolución, a sus dirigentes, a su Estado, a su pueblo.
El derecho del pueblo a estar informado es inviolable. Y, con igual derecho, los medios acogen la argumentada y firme respuesta de Cuba, bien en voz de sus dirigentes o bien de sus periodistas
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