LA HABANA, oct (IPS) - Aunque Cuba sobrevivió al dramático fin de sus aliados comunistas de Europa oriental y de la Unión Soviética a comienzos de los años 90, el legado de una relación tan estrecha aún puede comprometer el futuro socialista de esta nación caribeña.
Los vínculos con el hoy desaparecido campo socialista marcaron fuertemente, desde la década del 60, las formas de hacer política, la enseñanza de las doctrinas del marxismo-leninismo, el funcionamiento de las instituciones, la organización de la economía, el manejo de la cultura nacional y hasta el modo de vestirse o decorar las viviendas.
"Lo que más daño ha causado de esa influencia es la formación de un ciudadano carente de criterio y de una reproducción revolucionaria de su individualidad y de su conocimiento", señaló a IPS Julio Antonio Fernández, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.
Para Fernández, "lo peor de las prácticas políticas del peor momento del estado soviético, que no era un momento revolucionario, marcaron algunas formas de dirigir la política estatal" en la isla.
Pero determinadas características de la cultura política no tuvieron necesariamente su origen en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
"La revolución viene con una carga de autoritarismo fuerte por una necesidad de defensa, de estructurarse verticalmente para sobrevivir", indicó Alexander Correa, investigador del gubernamental Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello.
Correa sostuvo que la preparación militar masiva, iniciada poco después del triunfo de la Revolución Cubana en 1959 para garantizar la defensa ante el acoso de Estados Unidos, y la enseñanza del marxismo-leninismo en las instituciones castrenses, provocó la extensión en la sociedad de estructuras sociales y prácticas ideológicas autoritarias.
Fernández y Correa forman parte de un grupo de intelectuales que ha organizado el Taller Permanente "Revolución bolchevique, historia de la URSS y Cuba. Análisis crítico socialista desde el siglo XXI", convocado por el Centro Juan Marinello, con el apoyo del Ministerio de Cultura.
Este encuentro intenta "reconstruir la historia de la revolución bolchevique, como el más amplio proyecto de impugnación de la dominación de clase en la historia mundial y, al mismo tiempo, reconstruir las relaciones de Cuba con la URSS en lo que tienen de herencia y de pervivencia hacia el presente", explicó el profesor y ensayista Julio César Guanche.
El taller ofrece conferencias públicas y realiza sesiones de análisis a puertas cerradas entre los miembros de un Grupo de Trabajo, integrado por 40 personas de diferentes perfiles profesionales, sobre la base de la metodología de construcción colectiva del saber, propia de la educación popular.
"La idea es extirpar de la ideología que defendemos lo que fue incorporado a ella bajo el nombre de socialismo y que realmente contravenía todas sus esencias", dijo Guanche.
"Lo que intentamos es contribuir a la conquista de una hegemonía de las ideas socialistas en la sociedad cubana", manifestó.
"Cuba tuvo muchas relaciones con la URSS, pero siempre hubo una pugna entre el proyecto revolucionario y su autonomía para existir", observó el historiador Ariel Dacal, del no gubernamental Centro Memorial Martin Luther King Jr.
Moscú asumió desde 1960, a partir la compra de la producción cubana de azúcar rechazada por Washington, el papel de potencia protectora en el esquema geopolítico de la Guerra Fría. Tras el fallido intento de dar un salto económico en la zafra de 1970, la influencia soviética fue determinante en el rumbo del socialismo en Cuba.
A comienzos de la década del 90, la URSS era el primer socio comercial de Cuba, a la cual compraba 80 por ciento del azúcar, 70 por ciento del níquel y 40 por ciento de los cítricos. Además Moscú suplía la demanda energética de su aliado caribeño con 12 millones de toneladas anuales de petróleo.
El análisis de los errores que dieron al traste con el socialismo en la URSS parece ser una tarea urgente, a juicio de los intelectuales reunidos en el taller. "Sería un disparate no considerar esos problemas, decir que no tienen nada que ver con nosotros o que no se puede repetir esa historia", comentó Fernández, de 32 años.
El joven académico mencionó como situaciones erróneas aún existentes "las prácticas burocráticas del monopartidismo, el verticalismo, la poca participación popular y el desprecio de la institucionalidad", incluso de aquellas estructuras creadas por la revolución, como el Poder Popular, la asamblea nacional legislativa cubana.
"Hoy hace falta hacer mucho más, sobre todo ideológicamente, para que el socialismo se mantenga como una perspectiva, pues ya no se trata sólo de no repetir los errores soviéticos y del socialismo real", dijo el joven académico, convencido de que su generación afrontará "un trabajo casi de titanes" en este sentido.
Hiran Hernández, profesor y editor de la revista Temas, consideró que hoy los problemas fundamentales para Cuba "como nación y revolución" son "la emigración de los jóvenes, el envejecimiento de la población y el futuro de la Revolución como proyecto, y del socialismo como proyecto y deseo."
Hernández estima que, en general, a los jóvenes se les ha utilizado "como masa de maniobra, como fuerza de choque o como meros repetidores de consignas". "Hace falta una postura más creadora, más activa, ideas frescas; eso es algo que necesita la Revolución para continuar y el socialismo para ser posible", aseveró.
Así, el futuro del socialismo en la isla dependería en gran medida de la reconstrucción de un consenso social en torno a ese sistema, sin dudas erosionado en los últimos tres lustros por la irrupción de elementos del capitalismo en la estructura económica, con sus efectos correspondientes en la sociedad.
"El socialismo no puede ser sólo para un sector, digamos los pobres, los humildes, los negros, las mujeres, sino que debe concebirse como un régimen integral de la sociedad y de las personas, no colocando unas en lugar de otras sino tratando de liberarlas a todas, que es la vieja idea emancipatoria más pura del marxismo", consideró Guanche.
"Somos parte de un proceso que existe en otros campos de la sociedad cubana y que seguirá desarrollándose en el futuro mediato; parte de una corriente que, por el bien de la Revolución, deberá aumentar y profundizarse en el futuro más cercano", remarcó.(FIN/2007)
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