Actualizado 2:00 A.M. (hora local) La Habana, miércoles 31 de octubre de 2007. Año 11 / Número 301
Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu
Declarada hace 25 años por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, La Habana Vieja esconde en muchas de sus calles, plazas y casonas las más íntimas evidencias de la vida cotidiana en la época colonial.
Dados de huesos, monedas, botones, cerámicas, pendientes de azabache, sortijas, restos de animales domésticos y peces, ilustran como era la vida de la ciudad hace más de 400 años.
La búsqueda de cada uno de esos detalles que permite reconstruir paso a paso las diferentes etapas del desarrollo urbano y las costumbres prevalecientes en la antigua Villa de San Cristóbal de La Habana, centra buena parte de las investigaciones hechas por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad, en sus veinte años de labor.
Uno de los hallazgos más interesantes de los últimos tiempos ocurrió en la calle Mercaderes 162, esquina a Lamparilla, donde en medio de las obras de restauración del inmueble apareció fortuitamente un hueco con basura del siglo XVI.
VENTANA AL PASADO
Para el arqueólogo Róger Arrazcaeta Delgado, director del mencionado Gabinete de Arqueología, se trata del sitio arqueológico más importante de esa centuria descubierto hasta el presente, por la magnitud y novedad de los restos de la cultura material encontrados allí, y el buen estado de conservación de la mayoría de los objetos.
"Al principio dudamos sobre el uso primario de este hueco, pues podía ser un hoyo abierto para verter basuras domésticas, o una cantera de extracción de roca caliza y tierra, rellenada luego con desechos de la actividad humana. En aquella época ambas prácticas eran comunes entre los habitantes de la Villa de San Cristóbal."
El arqueólogo Róger Arrazcaeta muestra una de las Cerámicas de Tradición Aborigen, hallada en la otrora Ferretería de Isasi.
Ello explica la presencia de esos huecos o cortes en el subsuelo en muchos puntos de La Habana Vieja en los cuales hemos trabajado. Tras analizar la estratigrafía del terreno y el contenido de los elementos hallados, llegamos a la conclusión de que era una cantera que fue cerrada en la segunda mitad del siglo XVI mediante el depósito de capas de tierra, y basura de más de dos metros de espesor, señaló el especialista.
Con la paciencia y la habilidad de un artesano, los arqueólogos del Gabinete excavaron en la casa de Mercaderes 162 durante dos años. Usaron para ello distintos tipos de cucharas de albañil, instrumentos de topografía y otras herramientas.
Según precisan Róger y el especialista Osvaldo Jiménez, el sitio es un verdadero manantial de tesoros arqueológicos, cuyo listado lo conforman huesos pertenecientes a cuatro especies de palomas, patos, flamencos, grullas, gallinas, carnero, cerdo, reses, esqueletos de peces, carapachos de tortugas, mejillones, ostras y otros ejemplares, que dan fe de los alimentos consumidos por los pobladores del inmueble y zonas aledañas en el siglo XVI.
Dentro de las novedades más atractivas sobresale el primer reporte para toda el área del Caribe de la presencia de restos del pato doméstico, la gran talla del ganado vacuno introducido desde España (por las características del pasto el de Cuba tuvo mayor tamaño con respecto a las demás muestras estudiadas del siglo XVI en América Latina), y el descubrimiento de un cuerno casi completo de venado, que constituye la evidencia más temprana de esa especie en nuestra región.
La relación de hallazgos incluye, además, miles de tiestos correspondientes a más de treinta tipos de cerámicas que datan del periodo de 1519 a 1600, entre ellas mayólicas italianas y españolas, del tipo Montelupo Azul sobre Blanco, y Santo Domingo Azul sobre Blanco, respectivamente.
También proyectiles de arcabuces, botijas, porcelana de la dinastía Ming, artículos de uso personal como sortijas de hilos de oro, pendientes de azabache para proteger a los niños contra el "mal de ojos", amuletos, alfileres, hebillas, botones, dados de hueso, y hasta monedas españolas de los reinados de Carlos II y Juana, y de Felipe II.
Resulta significativa la presencia de un amplio número de las denominadas Cerámicas de Tradición Aborigen, empleadas con fines culinarios y supuestamente hechas por los pocos indios que vivían en San Cristóbal de La Habana, y los asentados en el poblado de Guanabacoa, durante los siglos XVI al XVIII.
Sin concluir aún las excavaciones arqueológicas en el edificio que acogió durante una parte del siglo XIX a la célebre Ferretería de Isasi, destruida por un voraz incendio el 17 de mayo de 1890, la casa de Mercaderes 162 es hoy un vivo retrato del pasado colonial de la ciudad.
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