03 octubre, 2007

La primera protesta homosexual en Chile: Stonewall Criollo

El Ciudadano. Periódico mensual, año 3, número 48, fundado en marzo del 2005

Los vientos de cambio durante la UP no abarcarían las prácticas sexuales gay. Una insólita protesta en la Plaza de Armas en abril de 1973 quedaría en la memoria como la primera protesta homo en Chile.

cheEl 28 de junio de 1969 es recordado como un día histórico para la lucha del movimiento LGBT internacional. En aquella emblemática fecha, el concurrido bar Stonewall en Nueva York, era asediado por la policía como costumbre, pero la diferencia que marcaría un político destino, fue la respuesta decidida de los parroquianos homosexuales, lesbianas y travestís que, cansados de los permanentes abusos de la autoridad, decidieron enfrentarse abiertamente a la represión, iniciando así una violenta y emblemática revuelta que duraría varios días y que luego sumaría a otros grupos discriminados, poniendo de su lado a la poderosa opinión pública norteamericana. En Santiago de Chile, lejos de esos sucesos y en otro contexto político - cultural, el 22 de abril de 1973, aconteció nuestro Stonewall criollo.

LAS LOCAS DEL 73

Eran los tiempos en que la Raquel, la Eva, la Larguero, la Romané, la José Caballo, la Vanesa, la "Fresia Soto", la Confort, la Natacha, la "Peggy Cordero" y la Gitana, se reunían a conversar en la céntrica Plaza de Armas de Santiago. Platicaban de sus proletarias y alborotadas vidas, junto con refugiarse en la populosa plaza.

"Casi vivíamos ahí, a veces dormíamos en algún rinconcito. En el día nos dedicábamos a pedir monedas y después íbamos a comer a la UNCTAD (actual edificio Diego Portales), porque vendían comida super rica y barata". Después volvíamos a la Plaza de Armas y en la noche íbamos a putear por Providencia o a la Plaza Italia", recuerda Luis Troncoso, la Raquel, 49 años, quien fuera uno de los protagonistas de la primera rebelión homosexual en la historia de Chile.

La inédita manifestación pública del domingo 22 de junio de 1973, sucedió el mismo día en que el ultra derechista grupo Patria y Libertad, hacía explotar una bomba en el monumento al Che Guevara en la populosa comuna de San Miguel. Así, mientras el mundo político concentraba su interés en este simbólico atentado terrorista, la prensa sensacionalista se deleitaba cubriendo los pormenores de una manifestación pública jamás vista en nuestra homofóbica geografía y cuyos protagonistas eran un grupo de homosexuales que poco o nada tenían que perder:

"Nos atrevimos a protestar, porque estábamos cansados del abuso policial. En ese tiempo debo haber tenido unos 18 años y vivía detenido por ofensas a la moral y las buenas costumbres. Si no iba preso, era rapado por la policía cuando me sorprendían puteando en la calle", relata José Ortiz, 53 años, estilista en un caracol de Santiago centro.

"Protestamos porque estábamos cansadas de la discriminación. En esos años, si andabas en la calle y los pacos se daban cuenta de que eras maricón, te llevaban preso, te pegaban y te cortaban el pelo por el sólo hecho de ser maricón. Las cárceles y las comisarías eran como hoteles para nosotras. En ese tiempo nadie nos defendía, ni siquiera teníamos el apoyo de nuestras familias, porque una se arrancaba de la casa para vivir más libremente", confiesa la Raquel, asegurando que en esos años no había tanta libertad como ahora para reclamar.

DE LA TÍA CARLINA AL BLUE BALLET

Hasta ese minuto en la Plaza de Armas de Santiago, los "maracos", "yeguas sueltas", "locas perdidas", "mariposones", "colipatos" —como les llamaba la prensa amarilla a los homosexuales— no aparecían organizados, ni emancipados en ninguna parte. Sólo figuraban en sendos reportajes periodísticos relativos a la sorprendente primera operación de cambio de sexo que transformó en mujer a Marcia Alejandra Torres Montajo, en pasionales crímenes sodomíticos o en publicitadas redadas policiales contra los travestis que ejercían el comercio sexual en calle Vivaceta 1226, lugar de hospedaje del mítico burdel de la reina prostibulera de Chile, Carlina Morales Padilla, la "Tía Carlina". Tal vez, la única imagen positiva de los homosexuales, destacada profusamente por la prensa de espectáculos, tenía exclusiva relación con los artistas homosexuales integrantes del celebrado conjunto de baile Blue Ballet, quienes no sólo incomodaban con su peculiar nombre a los recios futbolistas del Club Universidad de Chile, sino que también sorprendían al público con sus coloridas actuaciones en el desaparecido teatro de variedades Bim Bam Bum de la capital.

"NOS FICHABAN COMO SODOMITA PATÍN"

En medio de un contexto social de creciente polarización política previos al golpe militar del 11 de septiembre del 73, momentos en que los Derechos Humanos de las minorías sexuales eran una utopía impensada, un puñado de jóvenes de origen popular, que no superaban los 18 años, decidió sacar la voz protagonizando el primer mitin gay que registra la historia política de los homosexuales organizados en Chile. "Recuerdo que en ese tiempo había tres grupos de maricas que se reunían en el centro de Santiago. Estaban los de Plaza de Armas, los de Huérfanos y los de Alameda. Las que se juntaban en Huérfanos eran las locas más regias, las que se hacían las más lindas, las cuicas. Las de Alameda eran las más o menos, así como de clase media y las de Plaza de Armas, que éramos nosotras, las locas más pobres y atorrantes, relata la Raquel, describiendo de este modo las diferencias sociales que dividían al estigmatizado mundo homosexual criollo durante el período de la Unidad Popular.

"Nosotros no teníamos el respaldo de nadie, al contrario, a nosotros nos reprimían porque en ese tiempo existía la detención por sospecha, relata José Ortiz, afirmando que actualmente las cosas han cambiado para los homosexuales. "Ahora se puede marchar por la calle sin miedo a la policía y eso en el pasado era imposible, porque nos fichaban como sodomita patín", rememora.

No obstante estos cambios, y mucho antes de las transformaciones socio culturales que afloran y desfloran en nuestro diario vivir, en pleno gobierno socialista de la Unidad Popular, los homosexuales eran vistos como escoria humana, ubicándose en el escalafón más bajo de la sociedad. Tanto así, que sus demandas prácticamente no existían, ni siquiera estaban contempladas en los grandes cambios políticos que ambicionó Salvador Allende.

"En los tiempos de Allende había más libertad política, pero no había libertad para nosotras. En esos años la gente se horrorizaba y escandalizaba con nosotras y eso que la homosexualidad era más oculta, no como ahora que la gente es más liberal", reflexiona Raúl Troncoso, la Raquel, añorando poco o nada de esos pretéritos tiempos en que ella y sus compañeras del sexo rentado debían pagar con persecución y cárcel su transgresora diferencia sexual. Quizás por lo mismo y a pesar de las múltiples sanciones, estigmas y discriminación, este resuelto grupo de homosexuales decide, sin saberlo aún, comenzar a escribir el primer capítulo emancipado de la historia política de una de las minorías más segregadas de nuestra sociedad.

"FUIMOS PIONEROS"

Pese a que algunos protagonistas del mitin no recuerdan haber programado con antelación el controvertido acto público, la sola idea de protestar en contra del abuso policial siempre estuvo en sus cabezas, particularmente en la mente de la Gitana y la Fresia Soto, los líderes naturales del grupo.

"La verdad es que nosotras hace tiempo queríamos protestar y eso que nos conocíamos poco, ni quiera sabíamos el verdadero nombre de las otras. De hecho, nunca supimos el verdadero nombre de la Gitana, asunto que la policía nunca creyó cuando, después de la protesta, comenzó a buscarla por cielo mar y tierra", recuerda Raúl Troncoso, la Raquel. "Lo único que sabíamos era que la Gitana regentaba el hotel Antofagasta en calle San Diego. En cambio, la Fresia Soto era más conocida, porque ella era como comunista, le gustaba hacer reuniones, nos conversaba de política e, incluso, dicen que llegó a ser concejal por la comuna de Conchalí", agrega. "Esa loca se llamaba Luis Soto, por eso le pusimos la Fresia Soto", confiesa la Raquel con picardía travesti.

Transcurridos casi 35 años de la realización de la mítica manifestación homosexual, resulta dificultoso para sus protagonistas intentar reconstituir en detalle aquel suceso, aunque uno de ellos asegura recordar ciertos pormenores del evento. Jorque Droguet, la Eva o la "Medallita", comerciante de 49 años, cuenta cómo se gestó la manifestación: "La protesta la organizó una loca que le decían la Fresia Soto. Ella era bien movida, incluso pidió permiso a Carabineros, Investigaciones y a la Municipalidad de Santiago para hacer la protesta. Yo creo que por eso no nos reprimieron, aunque sí nos vigilaban desde lejos, asegura Eva, convencida de las influencias políticas de la Fresia Soto. La Raquel, en cambio, dice no creer mucho en esta supuesta autorización oficial, considerando la severa persecución que hizo famosa a la policía de esos tiempos y porque, asegura: "La Fresia Soto era media cuentera. A nosotras nos dijo que había ido a pedir permiso a la Municipalidad, pero nunca le creímos mucho".

¡QUEREMOS LIBERTAD!

Como haya sido, con autorización oficial o sin ella, lo cierto es que un grupo de alrededor 25 homosexuales decidió protestar en la Plaza de Armas, iniciando así una resuelta travesía en pro de las reivindicaciones del mundo gay.

"Protestamos alrededor de la plaza, llevando carteles y gritando: Queremos libertad, queremos libertad", rememora José Ortiz, observando con cierta nostalgia los añosos y amarillentos archivos de prensa que certifican la ocurrencia de esta primera protesta homosexual en la historia de Chile. "Nosotros fuimos los pioneros", declara José con orgullo.

Hoy, lejos de aquellos sucesos y con una mirada más ilustrada de los hechos noticiosos, resulta caricaturesca la evidente homofobia expresada en los medios de comunicación social que dieron cuenta de la primera protesta gay en Chile. Ninguno de ellos se salvó del juicio castigador y el comentario grosero, particularmente la prensa de izquierda, que se esmeró en fustigar el audaz paso que daban los homosexuales en su loca lucha sin cuartel. Mientras la pro comunista revista Paloma hablaba de "50 anormales reunidos en Plaza de Armas", el popular diario CLARÍN, hacía lo propio al señalar: "Las yeguas sueltas, locas perdidas, ansiosas de publicidad, lanzadas de frentón, se reunieron para exigir que las autoridades les den cancha, tiro y lado para sus desviaciones. Pese a que la reunión había sido bastante publicitada, la policía no se hizo presente". De manera excesiva y más allá de una manifiesta reacción homofóbica, avalada por un severo enjuiciamiento moral hacia los homosexuales de ayer, diario CLARÍN señaló: "Al principio los sodomitas, creyendo que a cada instante les caería la teja policial, se mostraron cautos. Pero ligerito se soltaron las trenzas y sacaron sus descomunales patas del plato y se lanzaron demostrando que la libertad que exigen, no es más que libertinaje. Entre otras cosas, los homosexuales quieren que se legisle para que puedan casarse y hacer las mil y una sin persecución policial. La que se armaría. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido".

Después de conocer estas significativas homofobias periodísticas provenientes de la prensa progresista y de izquierda, representativas a su vez de las limitaciones culturales de nuestra sociedad en los años 70, resulta claro que la Paloma de la UP no voló tan libremente para los homosexuales emancipados y que el diario CLARIN nunca estuvo tan "Firme Junto al Pueblo", como rezaba su emblemático eslogan de portada. Pero quien sí estuvo muy firme, pero en contra de los homosexuales emancipados fue Julio Stuardo, otrora Intendente de Santiago. Stuardo, refiriéndose a una nueva manifestación programada en el mismísimo barrio alto de la capital, declaró al izquierdista diario Puro Chile: Usaré de la fuerza pública y de todos los resortes que me da el mandato constitucional para impedir cualquier ultraje a la moral y las buenas costumbres. Sus amenazantes palabras fueron acompañadas de una elocuente portada que rezó; "TAPA A MARACOS DEL BARRIO ALTO". Por su parte, la prensa sensacionalista de derecha, representada por la escandalosa revista VEA, sumó ofensivos epítetos a la controvertida protesta titulando: "REBELION HOMOSEXUAL: LOS RAROS QUIEREN CASARSE".

EL GOLPE

Poco después de la histórica manifestación y producto de varios factores: la creciente agitación social que dividía al país, la prensa hostil que mostraba a los homosexuales como delincuentes, las amenazas de golpe militar y la persecución policial desatada luego del mitin, obligó a los homosexuales a regresar a sus ghettos, aguardando mejores condiciones políticas para retomar su lucha. Ahí, en el blindado ostracismo de reuniones privadas, fiestas silenciosas y encuentros clandestinos, esperaron volver al ruedo. Sin embargo, la espera fue bastante larga, porque poco tiempo después de la protesta, sobrevino el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 con su amargo historial de exilios, torturas, muertes y desapariciones forzadas. Quizás, los homosexuales y travestis torturados y asesinados en prostíbulos y barriadas pobres, aún sean las víctimas más olvidadas del sangriento itinerario de la dictadura militar de Augusto Pinochet. Una nefasta dictadura fascista que, junto con aniquilar a sus "enemigos internos", truncó las demandas de nuestro colorido e inolvidable Stonewall criollo.

Víctor Hugo Robles

A la memoria de la Raquel, la Eva, la Larguero, la Romané, la José Caballo, la Vanesa, la Fresia Soto, la Confort, la Natacha, la Peggy Cordero y la Gitana.

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