JUAN JESÚS AZNÁREZ 09/03/2008
Los servicios de inteligencia estadounidense y cubano han trabajado a marchas forzadas en Colombia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, anticipando los movimientos del adversario en una crisis que se ha complicado con la entrada de nuevos actores en el avispero andino. El más reciente: Israel.
Primero fue el desembarco del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, apadrinado por Hugo Chávez. Ante el interés del líder iraní, Israel no tardó en reforzar la presencia del Mosad en Colombia, en colaboración con la CIA. La agencia de inteligencia de EE UU se mueve en la zona de manera tan activa como el espionaje cubano, siempre preocupado por Hugo Chávez, su gran aliado político y suministrador de petróleo. La visita a Israel del ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, en febrero pasado, revistió una importancia política y estratégica paralela a la que había tenido el acercamiento de Venezuela a Irán y Siria. Todo indica que Bogotá y Washington decidieron reventar el campamento de Raúl Reyes en Ecuador precisamente para eso: para descubrir las conexiones entre el terrorismo guerrillero y gobiernos con asiento en las Naciones Unidas.
La identidad de los contendientes ayuda a entender el choque político e ideológico en curso. EE UU e Israel apoyan a Colombia, gobernada por el conservador Álvaro Uribe, en su disputa con la alianza izquierdista de Hugo Chávez, en Venezuela, Rafael Correa, en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua; apoyados por Cuba e Irán. Todo era diferente antes de que entrara Hugo Chávez. Provisto de nuevos criterios políticos y de un arsenal de dólares petroleros, Chávez alimentó alianzas y apoyos y un discurso solidario con las guerrillas colombianas que irritó al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y movilizó a EE UU, implicado con hombres, tecnología y dinero en el combate contra las guerrillas. Hasta la irrupción de Chávez, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) habían batallado casi a solas, sin apenas patrocinios ideológicos, contra el Estado colombiano y su aliado de Washington.
Pero al llegar Chávez, todo cambió: legitimó a las guerrillas al establecer relaciones con sus mandos y reclamar para los dos grupos el estatus de fuerza beligerante. Estados Unidos y la Unión Euroepa los incluyeron en la lista de grupos terroristas. Una pequeña guerra fría está en curso en la zona andina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario