Boletín NC&T Vol. 1, No. 588 17 de Marzo de 2008.
Lo que se vierte al desagüe (detergentes, productos de aseo personal, y medicinas desechadas o excretadas) puede alejarse de nuestra vista y de nuestros pensamientos, pero, desafortunadamente, no se va de nuestro mundo; una gran parte va a parar a la tierra fértil a través de sedimentos tóxicos, según alertan los autores de un nuevo estudio.
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Cantidades significativas de sustancias químicas tóxicas provenientes de nuestros hogares persisten en el medio ambiente porque terminan en los sedimentos de las aguas residuales. Los microorganismos patógenos son eliminados de las aguas residuales en las plantas de tratamiento, pero no se exige ningún proceso para controlar algunos de los contaminantes químicos más abundantes que se originan en el hogar. De esta manera, los sedimentos y el compost rico en éstos, que generalmente contienen sustancias tóxicas, son aplicados de manera rutinaria a tierras de cultivo, parques, bosques y jardines.
Consideremos, por ejemplo, el caso del ibuprofeno, el tercer medicamento más consumido del mundo. Las plantas depuradoras de aguas residuales eliminan entre el 60 y el 90 por ciento de este fármaco, pero no lo suficiente, según alerta un investigador de la Universidad de Cornell. "Dado el volumen de medicamento consumido, todavía una gran cantidad va a parar al medio ambiente", advierte Anthony G. Hay, profesor de microbiología y director del Instituto para Toxicología Comparativa y Medioambiental de la citada universidad. Hay está especializado en analizar cómo los microorganismos degradan al ibuprofeno y a otras sustancias presentes en los sedimentos de las aguas residuales.
"Incluso bajas concentraciones de ibuprofeno han demostrado afectar al modo en que desovan los peces, de manera que no es conveniente que se acumule en el medio ambiente", argumenta Hay. Comprender el destino biológico de éste y otros fármacos es muy importante para poder predecir su toxicidad potencial en el medio ambiente. En el caso del ibuprofeno, Hay y sus colaboradores han logrado mostrar que es posible descomponerlo en sustancias no tóxicas.
Dado que la legislación de bastantes países prohíbe verter los sedimentos de las aguas residuales en el mar, la mayor parte de esos sedimentos se suele agregar a la tierra, por sus nutrientes y para mejorar las propiedades físicas de los suelos, y esto generalmente es más barato que depositarlos en vertederos o incinerarlos.
Sin embargo, no existen requerimientos en países como por ejemplo EE.UU. que exijan controlar los contaminantes orgánicos en estos sedimentos, y muchos de tales contaminantes no pueden ser eliminados mediante los tratamientos convencionales. Los jardineros pueden usar, sin que lo sepan, productos basados en sedimentos de aguas residuales, como algunas variedades de compost gratuito, porque su etiquetado no está regulado debidamente.
Además, para complicar las cosas, la mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales fueron diseñadas pensando en los contaminantes industriales. No suele haber requerimientos para monitorizar las sustancias químicas presentes en los productos de higiene personal, compuestos farmacéuticos o antibióticos.
Mientras estudiaba los sedimentos, el equipo de investigación de Hay encontró altos niveles de compuestos muy comúnmente empleados en los detergentes, que al degradarse se transforman en sustancias todavía más tóxicas, convirtiéndose en productos persistentes cuyo efecto imita al de los estrógenos. Las concentraciones detectadas en el medio ambiente aún están por debajo de los niveles que se consideran peligrosos para la mayoría de los seres humanos, pero son lo bastante elevadas como para afectar a las poblaciones de peces cambiando la proporción de nacimientos entre los sexos, en concreto disminuyendo el número de machos frente al de hembras. La pregunta es: ¿cuáles serán las consecuencias a largo plazo sobre estas poblaciones?
Lo que se vierte al desagüe (detergentes, productos de aseo personal, y medicinas desechadas o excretadas) puede alejarse de nuestra vista y de nuestros pensamientos, pero, desafortunadamente, no se va de nuestro mundo; una gran parte va a parar a la tierra fértil a través de sedimentos tóxicos, según alertan los autores de un nuevo estudio.
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Cantidades significativas de sustancias químicas tóxicas provenientes de nuestros hogares persisten en el medio ambiente porque terminan en los sedimentos de las aguas residuales. Los microorganismos patógenos son eliminados de las aguas residuales en las plantas de tratamiento, pero no se exige ningún proceso para controlar algunos de los contaminantes químicos más abundantes que se originan en el hogar. De esta manera, los sedimentos y el compost rico en éstos, que generalmente contienen sustancias tóxicas, son aplicados de manera rutinaria a tierras de cultivo, parques, bosques y jardines.
Consideremos, por ejemplo, el caso del ibuprofeno, el tercer medicamento más consumido del mundo. Las plantas depuradoras de aguas residuales eliminan entre el 60 y el 90 por ciento de este fármaco, pero no lo suficiente, según alerta un investigador de la Universidad de Cornell. "Dado el volumen de medicamento consumido, todavía una gran cantidad va a parar al medio ambiente", advierte Anthony G. Hay, profesor de microbiología y director del Instituto para Toxicología Comparativa y Medioambiental de la citada universidad. Hay está especializado en analizar cómo los microorganismos degradan al ibuprofeno y a otras sustancias presentes en los sedimentos de las aguas residuales.
"Incluso bajas concentraciones de ibuprofeno han demostrado afectar al modo en que desovan los peces, de manera que no es conveniente que se acumule en el medio ambiente", argumenta Hay. Comprender el destino biológico de éste y otros fármacos es muy importante para poder predecir su toxicidad potencial en el medio ambiente. En el caso del ibuprofeno, Hay y sus colaboradores han logrado mostrar que es posible descomponerlo en sustancias no tóxicas.
Dado que la legislación de bastantes países prohíbe verter los sedimentos de las aguas residuales en el mar, la mayor parte de esos sedimentos se suele agregar a la tierra, por sus nutrientes y para mejorar las propiedades físicas de los suelos, y esto generalmente es más barato que depositarlos en vertederos o incinerarlos.
Sin embargo, no existen requerimientos en países como por ejemplo EE.UU. que exijan controlar los contaminantes orgánicos en estos sedimentos, y muchos de tales contaminantes no pueden ser eliminados mediante los tratamientos convencionales. Los jardineros pueden usar, sin que lo sepan, productos basados en sedimentos de aguas residuales, como algunas variedades de compost gratuito, porque su etiquetado no está regulado debidamente.
Además, para complicar las cosas, la mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales fueron diseñadas pensando en los contaminantes industriales. No suele haber requerimientos para monitorizar las sustancias químicas presentes en los productos de higiene personal, compuestos farmacéuticos o antibióticos.
Mientras estudiaba los sedimentos, el equipo de investigación de Hay encontró altos niveles de compuestos muy comúnmente empleados en los detergentes, que al degradarse se transforman en sustancias todavía más tóxicas, convirtiéndose en productos persistentes cuyo efecto imita al de los estrógenos. Las concentraciones detectadas en el medio ambiente aún están por debajo de los niveles que se consideran peligrosos para la mayoría de los seres humanos, pero son lo bastante elevadas como para afectar a las poblaciones de peces cambiando la proporción de nacimientos entre los sexos, en concreto disminuyendo el número de machos frente al de hembras. La pregunta es: ¿cuáles serán las consecuencias a largo plazo sobre estas poblaciones?
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