"Hay que atenuar el 'apartheid' social, económico y cultural de mi país"
CARLOS GALILEA - Madrid - 04/03/2008
Se expresa en un castellano pausado y fluido, que sólo se acelera cuando el discurso oficial deja paso al entusiasmo por algún asunto. Gilberto Passos Gil Moreira (Salvador de Bahía, 1942), miembro junto a Caetano Veloso, Chico Buarque o Milton Nascimento, de una generación irrepetible de la música brasileña, parece casi tan cómodo en las reuniones oficiales como en los escenarios. Como ministro de Cultura de Brasil inauguró el mes pasado en Madrid la Feria Arco en la que posiblemente ha sido la mayor muestra de artistas contemporáneos brasileños que se haya podido ver.
Pregunta. Un 90% de la población de Brasil no ha entrado en un museo ni pisado una exposición...
Respuesta. Una de las funciones del trabajo del Ministerio de Cultura en Brasil ha sido precisamente la de producir estadísticas, información sobre el mundo de la cultura. Cómo la consideran los brasileños, cómo la disfrutan o no la pueden disfrutar y por qué, las causas del alejamiento de la vida cultural más institucionalizada, aunque tengamos una vida cultural espontánea extraordinariamente fértil. El mundo de las fiestas y de las ferias populares debe aproximarse a esos otros mundos. Es importante para atenuar el apartheid social, cultural y económico de Brasil.
P. En Madrid ha destacado usted la dimensión económica de la cultura, que en Brasil representa más de un 7% del PIB.
R. Es una tendencia mundial. En Estados Unidos la producción y exportación de bienes culturales ha superado ya a otros sectores más duros de la industria que en el pasado hicieron fuerte a su economía. Tenemos que cuidar todos la cultura porque son empleos, ingresos del exterior y limpieza de la producción ya que se pasa de un sector sucio, industrial clásico, hacia uno limpio, que remunera mejor.
P. Usted se propuso alcanzar un presupuesto del 1% para la cultura.
R. Comenzamos en 2003 con 0,2 y estamos ahora en 0,8. Creo que el Gobierno ya está maduro para comprender que tiene que distinguir a la cultura. Los desafíos están expuestos en el programa Mais cultura que va a hacer que multipliquemos la capacidad de actuación en una escala jamás alcanzada.
P. ¿Tiene conciencia Brasil de ser una potencia cultural?
R. Empieza a tenerla. Especialmente con estos estímulos propiciados por una política más agresiva de cultura federal, con la creación del sistema nacional de cultura, el plan nacional... Cultura no sólo como patrimonio material. La noción de patrimonio inmaterial o intangible es algo muy reciente e incentivado por la presencia de un especialista en la Unesco, el japonés Matsura, que también se empeñó en la convención de la diversidad cultural que se aprobó el año pasado.
P. Caetano Veloso decía que un país capaz de producir a un Machado de Assis, a un Guimarães Rosa, a un João Gilberto, a un Oscar Niemeyer o a un Jobim tiene la responsabilidad de ejercer su originalidad en el mundo.
R. Brasil ha sido siempre excelente en términos culturales. Jamás la sumisión a una vida material difícil ha hecho que su expresión dejara de ser alegre y luminosa. Lo ha sido en la literatura, desde los tiempos de Antonio Vieira y Gregorio de Mattos, cuando Brasil empezaba a caminar como nación, o en la música, con Villa-Lobos, Antonio Carlos Jobim...
P. Precisamente se cumplen 50 años de la bossa nova.
R. Sí (ríe) estamos todavía en medio de ese huracán de la bossa nova. Nació en un momento de grandes esperanzas. Coincidía con la construcción de Brasilia, con el Gobierno de Juscelino Kubitschek...
P. ¿Podría establecerse un paralelismo con lo que sucede hoy?
R. Hay un renacimiento de la osadía y el entusiasmo que se podría comparar a la época de la bossa nova, pero vivimos tiempos más fragmentados. La bossa nova era muy de unir, de modelar un alma, una conciencia y un habla brasileñas. Ahora, con las nuevas tecnologías, hablamos muchas lenguas distintas.
P. También se conmemora el centenario de la muerte del escritor Machado de Assis.
R. Era un hombre mestizo, que llevaba en su sangre la mezcla. Un observador muy fino, con un humor feroz y una escritura extraordinariamente bella, de las idiosincrasias propias del carácter brasileño. En especial de los tipos urbanos de Río de Janeiro, cuando Río representaba la convergencia de todos los tipos nacionales, de todos los Brasiles.
P. ¿Cómo conciliar el software libre, del que usted es claro defensor, con los derechos de autor?
R. Es un desafío porque no se puede rechazar la presencia de las nuevas tecnologías con sus imposiciones. Son potentes y desencadenan en los individuos, sobre todo en los más jóvenes, una voluntad de compartir, de reconstrucción. Un empuje hacia una visión nueva de usos y utilidades de la música, el cine, la literatura, todo el mundo audiovisual.
P. ¿Qué le parece que países como Francia o Reino Unido pretendan castigar a quienes descargan archivos protegidos?
R. Los Gobiernos no saben qué hacer, no lo han discutido realmente con la sociedad, pero tienen que actuar. Porque las corporaciones y algunos individuos lo piden. Entonces actúan de manera inmediata para tener tiempo de pensar (se ríe). Hay un movimiento general, académico incluso e institucional, para acomodar los distintos intereses que salen de la caja de Pandora que se ha abierto con las nuevas tecnologías (ríe de nuevo).
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