El cambio climático global puede parecer un proceso lento y gradual en la escala humana del tiempo. Sin embargo, en algunas regiones los efectos de las actividades humanas sobre el sistema climático podrían ser la causa del comienzo de cambios abruptos y potencialmente irreversibles.
El forzamiento antropogénico podría causar que el sistema climático de la Tierra sobrepase determinados umbrales críticos, de manera tal que ciertos componentes importantes puedan inclinarse hacia modos diferentes de funcionamiento. Un equipo internacional de investigadores describe dónde los cambios pequeños pueden tener grandes consecuencias a largo plazo en la humanidad y en los sistemas ecológicos.
"La sociedad puede bajar la guardia por culpa de una falsa percepción de seguridad derivada de las proyecciones de cambio global progresivo", alertan los investigadores Timothy Lenton de la Universidad Británica de East Anglia en Norwich, Hans Joachim Schellnhuber del Instituto para la Investigación de Impactos del Clima en Potsdam, Alemania, y sus colegas.
Partiendo de las conclusiones alcanzadas en una reunión de 36 científicos climáticos eminentes en octubre del 2005 en la Embajada Británica en Berlín, las aportaciones posteriores de 52 expertos de élite en el campo, y complementando la labor con una revisión de la literatura técnica pertinente, los autores han confeccionado una corta lista de nueve elementos disparadores potenciales del cambio climático.
Muchos de estos elementos disparadores son candidatos a sorprender a la humanidad exhibiendo una gran actividad que podría presentarse a corto plazo.
Elementos disparadores muy sensibles, con mínima incertidumbre:
- La Capa de hielo de Groenlandia. El calentamiento sobre la capa de hielo acelera la pérdida de hielo de los glaciares y baja la altitud del hielo en la periferia, lo que incrementa aún más la temperatura de la superficie y la ablación. El punto crítico exacto de agudización abrupta para la desintegración de la capa de hielo es desconocido, ya que los modelos actuales no pueden capturar con precisión la dinámica observada del proceso de desglaciación. Pero en el peor de los casos, el calentamiento local de más de 3 grados Celsius podría causar la desaparición de la capa de hielo dentro de 300 años. Esto produciría un ascenso del nivel del mar de hasta 7 metros.
- El hielo marítimo del Ártico. A medida que el hielo marino se derrite, queda expuesta una superficie oceánica mucho más oscura, que absorbe más radiación que la anterior capa blanca, de tal modo que el calentamiento se amplifica. Esto causa fusiones más rápidas en verano y la disminución de la formación de hielo en invierno. En los últimos 16 años, la cubierta de hielo durante el verano disminuyó notablemente. El umbral crítico del calentamiento medio global puede estar entre 0,5 y 2 grados Celsius, pero bien podría haberse sobrepasado ya. Hay un modelo que muestra una transición no lineal, que podría completarse en sólo unas décadas, hacia un nuevo estado estable en el que no existiría hielo marino ártico durante el verano.
Elementos disparadores medianamente sensibles, con gran incertidumbre:
- La Capa de Hielo Antártica Occidental. Las mediciones gravimétricas recientes sugieren que la capa de hielo está perdiendo masa. Como la mayor parte de dicha capa se apoya en una superficie que se encuentra por debajo del nivel del mar, la intrusión de agua oceánica podría desestabilizarla. El punto crítico podría alcanzarse con un calentamiento local de 5 a 8 grados Celsius en verano. En el peor caso, la capa de hielo podría colapsarse dentro de 300 años, posiblemente elevando el nivel del mar hasta en unos 5 metros.
- La masa forestal boreal. Los bosques norteños exhiben una interacción compleja entre la fisiología de los árboles, el permafrost y el fuego. Un calentamiento medio global de 3 a 5 grados Celsius podría llevar a la muerte progresiva a gran escala de los bosques boreales dentro de 50 años. Bajo el cambio climático, los árboles estarían expuestos a un estrés hídrico creciente y al pico de calor estival, siendo más vulnerables a las enfermedades. Las especies de árboles de climas templados seguirían estando excluidas de la zona debido al daño que todavía causaría la escarcha en los fríos inviernos.
- La selva amazónica. El calentamiento global y la deforestación probablemente reducirán la lluvia en la región hasta en un 30 por ciento. El alargamiento de la estación seca, y los incrementos en las temperaturas del verano dificultarían que la vegetación se recuperase. Los modelos proyectan que la muerte de la selva amazónica podría desencadenarse con unos 3 a 4 grados Celsius de calentamiento global en cincuenta años. Incluso el cambio del uso de la tierra podría por sí mismo conducir la cubierta forestal a un umbral crítico.
- El Niño / Oscilación Del sur (ENSO, por sus siglas en inglés). La variabilidad de este fenómeno periódico del sistema oceánico-atmosférico es controlada por la acumulación de capas de agua a diferentes temperaturas en el Océano Pacífico y el gradiente de temperatura a través del ecuador. Durante el Plioceno temprano, más caluroso globalmente en unos 3 grados Celsius, el ENSO pudo haber quedado suprimido a favor de un fenómeno de El Niño o La Niña persistentes. En respuesta a un clima estabilizado más cálido, los modelos más realistas presentan una amplitud mayor de El Niño sin cambios claros en su frecuencia.
- Los monzones de África Occidental y del Sahara. La cantidad de lluvia se relaciona estrechamente con la realimentación del microclima de la vegetación y las temperaturas de superficie del Océano Atlántico. Se espera que el forzamiento radiativo de los gases de efecto invernadero aumente la lluvia en el Sahara. Pero un calentamiento medio global de 3 a 5 grados Celsius podría causar un colapso del monzón de África Occidental. Esto podría llevar en el Sahara a climas más secos o bien más húmedos debido al crecido flujo entrante por el Oeste. Un tercer escenario muestra una posible duplicación del número de años anómalamente secos a finales de siglo.
- El monzón de verano en la India. La circulación del monzón es controlada por un gradiente de presión entre la tierra y el mar. El calentamiento por efecto invernadero tiende a fortalecer el monzón ya que el aire más caluroso puede llevar más agua. La contaminación atmosférica y el cambio de uso de la tierra que aumenta la reflexión de la luz solar tienden a debilitarlo. El monzón de verano en la India podría volverse errático, y, en el peor de los casos, empezar a cambiar caóticamente entre una fase activa y una débil en unos pocos años.
Elementos disparadores poco sensibles, con incertidumbre intermedia:
- La circulación termohalina atlántica. La circulación de corrientes marítimas en el Océano Atlántico es controlada por agua marina que fluye al Atlántico Norte, se enfría y se sumerge en latitudes altas. Si el flujo de entrada de agua dulce aumenta, por ejemplo de ríos o glaciares en fusión, o si el agua de mar se calienta, su densidad disminuiría. Un calentamiento medio global de 3 a 5 grados Celsius podría llevar a este elemento más allá del punto crítico, a unas condiciones bajo las cuales la corriente del Atlántico Norte se alteraría gravemente. El nivel del mar en la región del Atlántico Norte subiría y el cinturón de lluvia tropical se desplazaría. La circulación termohalina atlántica podría sufrir una gran transición abrupta dentro de este siglo con un diez por ciento de probabilidades, según el informe climático del 2007 de las Naciones Unidas.
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