25 abril, 2007

Cien años de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique

El Morrocotudo

Este 1º de Mayo recordemos nuestros propios mártires. La historia por la justicia laboral está escrita con sangre de héroes anónimos.

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Escrito por Veronica Grunewald

Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!.
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.

(Adolf Fischer "Arbeiter Zeitung,03/05/1886")


La proclama, lanzada en 25.000 octavillas, culminó en un multitudinario acto el 4 de Mayo de 1886 en la Plaza de Haymarket. Este acto fue el punto álgido de una serie de manifestaciones iniciadas el 1 de Mayo y que buscaban establecer la jornada laboral en 8 horas. Los enfrentamientos con la policía dejaron un número indeterminado de víctimas. La prensa en general apoyó a los represores y publicó una serie de columnas llamando a enjuiciar a "los anarquistas, rezago de Europa" que habían convocado la manifestación. El periodista Fischer, junto a 2 colaboradores del Arbeiter Zeitung, también alemanes fueron enjuiciados y sentenciados a muerte.

Las manifestaciones de los trabajadores en estas duras jornadas tuvieron un trágico saldo del que no se conoce número exacto. Se habla de miles entre despedidos, torturados, asesinados y heridos. En su mayoría se trataba de inmigrantes españoles, alemanes, polacos, italianos, rusos e irlandeses.

Nuestro propio Chicago

Este año se recuerdan los 100 años de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique y los obreros asesinados el 21 de Diciembre de 1907 son nuestros propios mártires, a quienes debemos honrar en la memoria este 1º de Mayo, Día Internacional del Trabajo.

Era el período presidencial de Pedro Montt (1906-1910) y los obreros de las salitreras exigían el término de los salarios a través de fichas, jornales a tipo de cambio fijo, balanzas para los pesos y medidas para las pulperías, escuelas para los obreros, indemnización y desahucio, entre otras peticiones (las condiciones de vida y trabajo eran deplorables). A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga también casi todo el comercio e industria del norte del país.

Los trabajadores en paro viajaron a la ciudad de Iquique, seis mil de los huelguistas acamparon en la escuela Santa María el 16 de Diciembre. A medida que avanzaba la huelga, más y más pamperos se unían a ella, llegándose a estimar en 10.000 (algunos incluso estiman 14.000) hacia el 21 de Diciembre. Este gran conglomerado de trabajadores pedía al gobierno que actuara de mediador con los patrones de las firmas salitreras extranjeras (ingleses) para solucionar sus demandas. Lamentablemente los patrones se negaban a negociar debido a que los obreros aun no reanudaban sus actividades.

Luego llegan órdenes de Santiago para que los manifestantes abandonaran la ciudad y regresaran a las salitreras. Los manifestantes se rehusaron, pues intuían que si regresaban a sus labores, sus peticiones serían ignoradas. Tras la negativa, las autoridades declararon el Estado de Sitio y las libertades constitucionales fueron suspendidas gracias a un decreto del intendente que se hizo publicar en la prensa escrita.

El General Roberto Silva Renard tenía la misión de desalojar a los trabajadores en huelga. Se señaló a los dirigentes del comité de trabajadores que si no salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de éstos, el jefe militar ejecutó la orden de disparar (orden impartida por el Ministro del Interior Rafael Segundo Sotomayor Gaete ). La multitud, desesperada y buscando escapar, se arrojó sobre la tropa y ésta repitió el fuego al que se le añadió el de las metralletas. Producto de esta acción murieron trabajadores, esposas e hijos. El número varía según la fuente y va de 195 a 3600 víctimas, algunos de los cuales eran soldados que se negaron a disparar.

Este vergonzoso y sangriento episodio de la historia de Chile no debe ser olvidado, compromete a la ciudadanía en base a la memoria ya que después de esta matanza obrera fue posible que se dictaran leyes que mejoraron la calidad de vida de los obreros de las salitreras y marcó la historia política de los trabajadores chilenos. No es necesario mirar al país del norte este 1º de Mayo, tenemos nuestros propios héroes y no hagamos como ellos que no señalan con rojo esta fecha trascendente en la historia de lucha por las reivindicaciones sociales y laborales.

Es que la lucha de los trabajadores por obtener jornadas acordes con la humanidad, sueldos justos y tratos dignos aún está lejos de concluir. Las condiciones actuales son diferentes, es cierto, pero la globalización ha presentado nuevos desafíos y permite a los trabajadores y dirigentes conocer las alianzas, las utilidades y proyecciones de sus empleadores y la riqueza que ostentan, en donde la participación de aquellos es nula.

2007... CIEN AÑOS DE LA MATANZA DE LA ESCUELA SANTAMARIA

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