08 marzo, 2007

Violencia impune contra la mujer

Granma, La Habana, miércoles 7 de marzo de 2007. Año 11 / Número 64

MARIELA PÉREZ VALENZUELA

Nada de tremendismos, sino de estadísticas grabadas por el día a día: una mujer muere ahora mismo a causa de un aborto clandestino, sufre los maltratos de su pareja, o es víctima de una violación sexual o laboral.

Las mujeres se unen.

La violencia contra la mujer es una cara fea conformada por los más diversos rasgos: intemperancias en el hogar, prostitución, embarazos forzados, discriminaciones laborales, asesinatos, esclavitud sexual...

Mientras todo ello ocurre —tanto en el mundo industrializado como en los países en desarrollo—, una buena parte de los medios de comunicación prefieren hurgar en la vida de las "famosas" que emprender sólidas campañas de denuncia.

Transcurren los años, se celebran cumbres, las promesas no faltan, continúan los llamados a la comunidad internacional a evitar la violación de las libertades fundamentales de las mujeres, y pese a los esfuerzos de algunos gobiernos, el problema persiste.

Se calcula que entre 85 y 114 millones de mujeres y niñas que residen fundamentalmente en África, Oriente Medio y Asia han sido sometidas a la mutilación de sus genitales, de acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP, por sus siglas en inglés).

Aunque en las últimas décadas la lucha se ha centrado en que se reconozca su derecho al aborto, 78 000 mueren cada año por la interrupción de embarazos de forma insegura.

En México, por ejemplo, los abortos clandestinos representan la tercera causa de muerte materna, y cada 18 segundos una mujer es agredida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La violencia es dramática en Ciudad Juárez, donde se estima que en los últimos 12 años más de 500 fueron asesinadas, la mayoría de procedencia humilde, mientras los crímenes permanecen impunes.

Una situación similar se vive en otros países como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, con índices altos de asesinato de mujeres.

Basado en los testimonios de 24 000 féminas de 10 países, la OMS concluyó que más del 75% de las que han sufrido abusos físicos o sexuales, a partir de los 15 años de edad, señalan como responsable a su pareja.

Y aunque el desempleo aqueja a cerca de 198 millones de personas en el mundo, las mujeres continúan teniendo menos oportunidades laborales que los hombres, según reconoce la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

A ello se añade que siguen siendo una pequeña minoría las que ocupan cargos con poderes de decisión. Entretanto, ellas son el 60% de los trabajadores pobres del mundo.

La falta de protección legal para las migrantes, que en buena cantidad abandonan su país de origen animadas por falsas promesas y en busca de mayores oportunidades, es otra manera de discriminarlas, al someterlas a largas jornadas de trabajo, sin derecho al descanso ni prestaciones sociales, a lo que se añaden los abusos sexuales, físicos y psicológicos.

Por lo general, las inmigrantes encuentran barreras para tener acceso al mercado laboral y encabezan la lista de desempleadas en el país que escogen para vivir. Cuando lo logran, ocupan puestos temporales y poco remunerados. El trabajo doméstico es una de las pocas opciones económicas que tienen para escapar de las feroces reglas del juego que existen en las maquilas, donde en ocasiones hasta se les prohíbe ir al baño.

La Organización Internacional para las Migraciones estima que la trata de mujeres y niñas para la explotación sexual con fines comerciales se ha convertido en un poderoso negocio que genera hasta 8 000 millones de dólares anuales.

En África, donde muchas viven en condiciones paupérrimas, el SIDA mata todos los años a millones de personas, muchas de ellas mujeres carentes de acceso a los costosos medicamentos para alargar la vida de los enfermos.

¿SILENCIO?

Aunque más del 70% de los usuarios de Internet en el mundo se encuentran en Europa y Norteamérica, las nuevas tecnologías se han convertido en una herramienta para la lucha. Es cierto que la discriminación está lejos de ser erradicada, pero las mujeres cada vez callan menos.

Algunas de estas luchadoras por los derechos humanos participaron el pasado año en una Corte Internacional de Mujeres organizada en el marco del VI Foro Social Mundial, celebrado en Venezuela.

Fue conmovedor escuchar el testimonio de la mexicana Patricia Cervantes, a quien le asesinaron a su hija de 20 años en Ciudad Juárez. "Mi hija era una estudiante con sueños y nadie tenía el derecho a quitarle la vida", reveló a esta periodista.

En los ojos de muchas de ellas se reflejaba la angustia y el dolor de quienes sufren las formas más crueles de discriminación, pero también la esperanza de quienes confían en que la justicia —lucha mediante— llegará.


2 comentarios:

Silvia Macario dijo...

Querido Hugo:
Completísimo el artículo. Espero que llegue el día de la verdadera igualdad entre los sexos( las posibles, claro, jaja).
Tu mail cambió mi día para bien.
Un abrazo enorme para mi amigo de Chile!
Sil

HugoRueda dijo...

Gracias querida Silvia, claro que deben ser sólo las posibles, pues yo amo la diversidad que está en las cosas imposibles de esa igualdad. Me alegro haberte alegrado este Día tan significativo. Un abrazo bien apretado para aprovechar las diferencias.