09 noviembre, 2007

Invasores de Bahía de Cochinos participaron en acto de canibalismo

JEAN-GUY ALLARD

No me siento avergonzado", afirma Julio Pestonit, hoy brazo derecho del cabecilla terrorista miamense José Basulto, al confesar haber participado en un acto de canibalismo, en abril de 1961, mientras huía en una embarcación de pesca, después de la derrota de la invasión organizada por la CIA en las arenas de Playa Girón, Bahía de Cochinos.

"Si tengo que hacerlo de nuevo, lo haré", confesó Pestonit, viejo colaborador de la CIA.

Un reportaje que relata la horrorosa confesión de Pestonit y de varios otros participantes de ese suceso, fue presentado este domingo por la televisión cubana, en el popular programa "Pasaje a lo desconocido", conducido por el periodista Reinaldo Taladrid.

Los acontecimientos ocurrieron a partir del 19 de abril de 1961 cuando un grupo de 22 invasores, al darse cuenta que les quedaba la fuga como única opción, robaron un barco de pesca llamado La Celia que se encontraba anclado próximo a la costa. La embarcación los llevó a la deriva por 16 días hasta que otro barco los rescatara cerca de Nueva Orleans, aunque en un inicio pensaron dirigirse hacia Yucatán.

Después de varios días sin agua ni alimentos los mercenarios se desesperaban por no ver aparecer costa alguna.

Cuando algunos murieron sucesivamente, varios de sus compañeros resolvieron, en una suerte de delirio colectivo, ingerir el cuerpo y la sangre de uno de ellos.

De la quincena de hombres que seguían navegando entonces a bordo de la embarcación, solo cuatro se negaron a proceder a los actos de canibalismo, relata el documental realizado por la cadena televisiva History Channel.

Al presentar el asombroso material, Taladrid subrayó el carácter repugnante del acto revelado por primera vez por Pestonit al Miami Herald, en 1998, en una primera confesión. "Lugarteniente de Basulto", el individuo se encuentra hoy de socio de este en la bien llamada firma Underground Works.

"CERRÉ LOS OJOS Y ME LA COMÍ"

En el documental, Pestonit insiste para afirmar que no solo no tiene remordimiento, sino que: "Si tengo que hacerlo de nuevo, lo haré".

"Cuando me dieron la carne, cerré los ojos y me la comí", contó con un sorprendente candor este viejo colaborador de la CIA, al describir su consumo de carne humana.

Ángel Hernández, otro pasajero del barco, no comparte la macabra franqueza de Pestonit y negó rotundamente haber tenido conocimiento de los hechos, a pesar de todos los testimonios.

"Yo no los vi ni sé nada de eso", declaró a los entrevistadores. "El problema es de ellos y no sé nada de eso", insistió con una característica cobardía.

"Es algo terriblemente inhumano", admitió por su parte Roberto Pérez San Román, jefe de la artillería de la operación mercenaria y hermano de José Pérez San Román quien dirigió la invasión en el terreno.

"Me sorprendió", cuenta Roberto San Román al pretender también hacer creer que no participó en el consumo del cuerpo. "Yo estaba durmiendo cuando esto sucedió".

Y añade, como si fuera pidiendo una disculpa, refiriéndose a la víctima del monstruoso acto: "Él ya había muerto".

Una vez a bordo del barco que los rescató, el también mercenario José Dausa, jugando aparentemente a los jefes, resolvió asegurarse del silencio de sus compañeros.

Cuenta en el documental: "Pedí al capitán que nos facilitara un lugar donde pudiéramos estar solos. Una vez ahí, yo hice jurar no decir nunca el nombre" del individuo ingerido.

Nunca se ha revelado la identidad del infeliz.

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