Actualizado 1:40 A.M. (hora local) | La Habana, miércoles 13 de junio de 2007. Año 11 / Número 164 |
Talentosos jóvenes tuvieron una participación protagónica en la sustitución de la técnica obsoleta por una que respondiera a las necesidades actuales
Enrique Atiénzar Rivero
La modernización de todos los radares meteorológicos de Cuba parecía un sueño irrealizable tres lustros atrás. En esa época, inicio del periodo especial, ya se hacía evidente la agudización de los complejos cambios climáticos en el mundo, con el peligro de destrucción y riesgo para la especie humana.
Orlando Rodríguez, uno de los
impulsores del proyecto.
Convencido de esa realidad, el doctor Orlando Rodríguez González emprendió en Camagüey un proyecto, con la participación de talentosos jóvenes, dirigido a automatizar la obsoleta técnica.
Cálculos, operaciones matemáticas y gestiones para adquirir los componentes necesarios para la modernización de los equipos con el mínimo de gastos, matizaron los primeros años hasta llegar a 1997.
Un diálogo con Rodríguez González, jefe del Centro de Radares del Instituto de Meteorología, con base central en Camagüey, permitió corroborar las circunstancias de trabajo para automatizar los equipos y montarlos; los mayores impactos de su implementación y los nuevos proyectos en el campo investigativo.
"Puede afirmarse que cada uno de los radares constituyó una epopeya por estar ubicados en lugares apartados —con excepción del de Casa-blanca— y en condiciones bastante difíciles para trabajar. En estos diez años hemos en-frentado carencias de lluvia y excesos de ella, plagas, ascenso y descenso por lugares montañosos, frío y calor, y limitaciones de piezas suplidas con la inventiva que caracteriza a los cubanos".
Los mayores logros de este proceso tecnológico en el ámbito científico son: haber obtenido un know-how (en manos hoy de cinco firmas de países industrializados) y el reconocimiento de la comunidad internacional. En el social, la estrecha vigilancia de cualquier fenómeno peligroso para mayor seguridad de la población, lo cual también repercute en la economía.
"No es lo mismo que te digan donde está el ojo del huracán, y sus peligros, que verlo evolucionar en la televisión y apreciar el alcance de las bandas de lluvias asociadas, lo que facilita la explicación de los especialistas del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, y la mejor comprensión del pueblo.
"Constituye, además, otra prueba de la preocupación del Gobierno y el Partido por salvaguardar las vidas y bienes de la población, algo que a fuerza de cotidiano nos parece natural, pero en otros países no lo es. Recordemos lo sucedido con el Katrina en Estados Unidos", manifestó este hombre, acreedor de la Orden Carlos J. Finlay.
"De adquirirse en el exterior un procedimiento de automatización similar, el precio sería muy superior a lo que nos cuesta a nosotros, al igual que el de un radar moderno."
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