06 marzo, 2007

CUBA-VENEZUELA: Apuesta a biocombustible sin afectar alimentos

Por Patricia Grogg

LA HABANA, mar (IPS) - Los gobiernos de Cuba y de Venezuela prevén avanzar de manera conjunta en la carrera por los biocombustibles, apelando a la extracción de alcohol de la caña de azúcar, por entender que tiene un impacto desfavorable menor sobre la producción de alimentos.

Fuentes oficiales cubanas definieron el programa alcoholero de colaboración puesto en marcha entre los dos países como parte de los "esfuerzos conjuntos" para proteger el ambiente, disminuir el consumo de combustibles fósiles y fomentar fuentes alternativas de energía bajo el principio de no usar cereales en la fabricación de carburantes.

Venezuela importa actualmente etanol brasileño para sus mezclas de gasolina distribuida en la porción oriental de ese país, en reemplazo del metil terbutil éter (MTBE), un producto contaminante usado para oxigenar el combustible.

"Ellos (los venezolanos) prevén, en una primera etapa, alcanzar una mezcla de ocho por ciento de etanol", informó el director del gubernamental Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar, Luis Gálvez, en un panel televisivo sobre energías alternativas en el cual expertos alertaron que la carrera por el alcohol carburante amenaza a la producción de alimentos.

Los planes de Venezuela prevén la siembra de unas 276.000 hectáreas de caña destinadas a la producción, una vez extraídos los azúcares, de unos 25.000 barriles diarios del alcohol carburante.

A la sombra de una amplia batería de proyectos de colaboración por 1.500 millones de dólares suscritos el 28 de febrero, ambos gobiernos oficializaron un acuerdo para la instalación en Venezuela de 11 plantas de etanol y el desarrollo de la producción cañera con esos fines.

En la misma oportunidad, el ministro cubano del Azúcar, Ulises Rosales del Toro, y el titular venezolano de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, firmaron los contratos para el suministro de las cuatro primeras plantas, según un amplio reportaje publicado por el diario Granma.

"Cuba está jugando un papel importante no solamente en el suministro a Venezuela de algunas instalaciones azucareras disponibles en el país, sino también en colaborar en aspectos de carácter tecnológico", explicó Gálvez.

El funcionario defendió la producción alcoholera a partir de la caña de azúcar por sobre la que descansa en cereales como el maíz, grano del cual Estados Unidos fabrica todo el etanol que consume. Ese país norteamericano es el segundo productor mundial de alcohol, después de Brasil. En su opinión, la caña da respuesta positiva a los tres escenarios que hoy preocupan a la humanidad, como son los alimentos, la energía y el ambiente.

"No se puede producir en estos momentos azúcar si no está ligado a alcohol y a la energía, por razones económicas y de mercado", apuntó Gálvez, quien puso como ejemplo notable de esa "producción flexible", el caso de Brasil, líder en el mundo en la producción de alcohol carburante.

Fuentes especializadas consultadas por IPS calcularon que por una tonelada procesada de caña se puede producir entre 65 y 90 litros de alcohol. También resaltaron que al obtenerse de fuentes naturales no repercute en el efecto invernadero.

Otros expertos participantes en el foro de la televisión estatal cubana insistieron en el peligro que implica la fiebre de los biocombustibles para los países del Sur, pues las naciones industrializadas "hablan de sustituir una fuente (de energía) por otra, sin cambiar" los patrones de alto consumo que tienen actualmente.

"Están considerando un esquema en que la mayor parte de estos combustibles se produzcan en naciones subdesarrolladas de Asia, América Latina o África, desde donde serían exportados al mundo industrializado", advirtió Ramón Pichs, investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.

En esa estrategia, los países en desarrollo aportarían grandes extensiones de sus tierras de cultivo y mano de obra barata, con impacto negativo para la producción de alimentos y el ambiente, añadió.

Según estimados de Pichs, para llenar con biocombustible durante dos semanas el tanque de cinco galones de un automóvil son necesarios los granos con que se pueden alimentar 26 personas durante un año.

El interés creciente por los biocombustibles tiene su origen en los altos precios del petróleo, la responsabilidad del combustible fósil en el recalentamiento global y su carácter de fuente de energía no renovable.

Cuba, que en 2002 sometió a su industria azucarera a una reestructuración que implicó el cierre de la mitad de los 156 ingenios con que contaba y una fuerte disminución en el cultivo de la caña, tiene también interés en fabricar alcohol carburante, aunque básicamente para la exportación. Para ello puso en práctica un programa de modernización de por lo menos 11 de sus 17 destilerías y aspira a instalar siete plantas nuevas, para dedicar en lo fundamental a la producción de etanol deshidratado, que es el usado como combustible, pues se le ha eliminado el cuatro por ciento de agua que posee el alcohol normal.

El programa requiere una inversión estimada de entre 100 y 150 millones de dólares y elevaría a unos 500 millones de litros anuales la producción de etanol, estimada actualmente entre 100 millones y 150 millones de litros al año.

Cuba y Venezuela mantienen una estrecha relación política y económica e impulsan una estrategia de integración denominada Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), a la cual el año pasado se sumó Bolivia y últimamente Nicaragua, luego de que el 10 de enero asumió como nuevo presidente de ese país Daniel Ortega.

El acuerdo en materia energética vigente desde 2000 asegura la entrega de Venezuela a Cuba de entre 93.000 y 100.000 barriles diarios de petróleo, además de apoyo tecnológico para el desarrollo de la producción de petróleo y gas en esta isla caribeña.

Tras finalizar la reunión en La Habana para analizar la marcha de un vasto convenio integral de colaboración vigente desde hace más de seis años, ambos países acordaron estimular el desarrollo de nuevas fuentes energéticas en Cuba y Venezuela, con beneficio también para "otras naciones hermanas".

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