02 marzo, 2007

Guerra contra la impuntualidad en Perú

La impuntualidad es una costumbre arraigada en Perú, tanto en el ámbito formal como informal, e implica que los eventos se convoquen con una hora de antelación para garantizar que comiencen a tiempo.

EFE. Lima | El Gobierno de Perú ha iniciado una cruzada contra la impuntualidad con un acto en el que se sincronizaron los relojes para intentar resolver un gran defecto que no sólo afecta a este país, sino a la generalidad de América Latina. La campaña, denominada "Perú, la hora sin demora", comenzó en la plaza mayor de Lima con un repique de campañas a manos del presidente del país, Alan García.

"Queremos acabar con una costumbre muy arraigada, el tardón es como si se creyera que es dueño del tiempo, queremos que la gente tome conciencia de que el tiempo es un recurso no renovable", indicó el secretario general del Acuerdo Nacional entre partidos y empresarios, y gestor de la campaña, el psicoanalista Max Hernández. En la ceremonia se mostró un ataúd con el letrero "muerte a la hora Cabana", en alusión a la localidad donde nació el ex presidente Alejandro Toledo (2001-06), considerado un tardón empedernido. Además, se presentó un muñeco de tamaño natural llamado "Horacio", una simpática alusión a las palabras "hora" y "horario".

La impuntualidad es una costumbre arraigada en Perú, tanto en el ámbito formal como informal, e implica que los eventos se convoquen con una hora de antelación para garantizar que comiencen a tiempo. El ex presidente Toledo solía llegar tarde a las cumbres presidenciales y lo hizo, incluso, a la toma de posesión de su sucesor, Alan García, en julio del año pasado. Otra recordada tardanza fue la del líder nacionalista Ollanta Humala, quien llegó con 20 minutos de retraso al debate televisado durante la campaña presidencial porque se detuvo a comer un emparedado de pavo.

El analista Mirko Lauer manifestó que la impuntualidad "no es un desliz, sino una forma de ver el mundo" y recordó lo que dijo el escritor mexicano Carlos Monsivais, "furioso" porque alguien le reprochó su tardanza: "si crees que la puntualidad es la cortesía de los reyes; aquí en México es la virtud de los innecesarios".

Y es que este defecto es común en América Latina y el ex presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez (2003-05) ya intentó una cruzada similar porque ese mal causaba pérdidas de 2.300 millones de dólares anuales a su país. En Bolivia, su presidente, Evo Morales, busca desarraigar esta costumbre predicando con el ejemplo, al iniciar a las cinco de la mañana en punto su jornada laboral y concluirla a la medianoche.

Defecto común

Los latinoamericanos, en general, la reconocen como un defecto común que forma parte de la identidad nacional, a la que se le ha llegado a dar el gentilicio de cada país, por ejemplo "hora dominicana" u "hora colombiana".

Desde México hasta Argentina, pasando por los países caribeños y centroamericanos, ningún acto oficial comienza a la hora, y en algunos casos hasta con dos de retraso, y entre los colombianos circula el refrán: "Después de la gente, lo que más se pierde en el país es el tiempo".

En Chile, quizás el país más serio en cuanto a actos oficiales se refiere, es célebre la respuesta: "Al tiro", expresión que puede significar cinco minutos, cinco horas o cinco días; y además es frecuente quedar con los amigos "a eso de las cinco", no teniendo nadie clara cuál es la hora exacta del encuentro.

En Argentina está mal visto socialmente llegar pronto a una cita, en un país donde ni los trenes ni los aviones parten a la hora. "Aunque todos repetimos el dicho de que el tiempo es oro casi siempre no lo reflejamos en nuestras actividades, ni respetamos el tiempo de los demás, lo que se refleja en el desempeño y en los resultados", dijo el consultor del Instituto Mexicano para la Competitividad, Manuel Molano. "La impuntualidad es un problema cultural, una tradición que nos viene desde la época de la colonia (española) en todos los países latinoamericanos; no hemos aprendido a maximizar el uso de nuestro tiempo y no asumimos los costos", concluyó.


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