23 diciembre, 2007

Armand Mattelart, teórico mundial de la comunicación, sobre la política del gobierno frente a la concentración de medios en Chile: "Es una actitud suicida"

El Ciudadano. Periódico mensual, año 3, número 51, fundado en marzo del 2005

"¡Caggamba, como está este Chile!", aparece en escena diciendo con particular y simpático acento español-francés, el investigador y académico nacido en Bélgica, Armand Mattelart. Su extensa trayectoria en Europa y Latinoamérica en materias comunicacionales, hoy lo hacen Presidente del Observatorio Nacional de Medios de Francia.

aguaPosiblemente su obra más conocida es, en co-autoría con Ariel Dorfman, "Para leer al Pato Donald, comunicación de masa y colonialismo". Un libro donde se analiza a la tira cómica desde el punto de vista de la penetración cultural del Imperialismo de EE.UU. El texto nació producto del "resultado de un proceso histórico de gente que buscaba crear otra cultura", aclara el sociólogo y agrega que el "Pato Donald ha hecho tantos hoyos como (Theodor) Adorno".

Estudió Derecho y Ciencia Política en la Universidad de Lovaina; y posteriormente Demografía en París, específicamente en el Instituto fundado por Alfred Sauvy, el teórico que formuló el concepto de "Tercer Mundo".

Empezó su carrera en Chile en la Escuela de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en septiembre de 1962.

Apenas llega a Santiago se rebela contra los modelos de planificación familiar que estaban aplicando fundaciones como la Ford o la Rockefeller. Esto le lleva a reflexionar sobre las estrategias de comunicación para difundir la innovación, y desde la demografía se va aproximando a la comunicación.

Las luchas estudiantiles, que preceden al mayo francés del 68, fueron descalificadas duramente por El Mercurio. Esta circunstancia, lleva a Mattelart a desarrollar su primer estudio sobre la comunicación dedicado a ese periódico -su estructura y análisis de contenido- y a dejar la Universidad Católica para participar en la fundación del Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN) que dirigía Jacques Chonchol, después ministro de Agricultura con Salvador Allende.

Tras el golpe de Estado de Pinochet, regresó a París donde dirigió 'La Espirale' (1974), un documental sobre la experiencia del gobierno de la Unidad Popular y la desconocida estrategia política destinada a desestabilizar dicho gobierno. En Concepción lo hallamos presentando esta pieza audiovisual que se demoró 30 años en estrenarse en Chile.

-En una entrevista dijo usted que lo que recuerda de Chile y particularmente del gobierno de la Unidad Popular era la debilidad comunicacional de la izquierda. Hoy, ¿cómo ve aquello?

-En el tiempo de la Unidad Popular es verdad que la concepción que tenía la izquierda general iba muy ligada a la teoría de la propaganda y la agitación, en circunstancias de que en la realidad lo que trabajaba en contra de la Unidad Popular eran más bien los medios de comunicación en su función metabólica, la cultura de masas, etc. Creo que se ha avanzado un poco en los últimos decenios en la izquierda. Pero de todos modos falta mucho para que entiendan realmente los retos sociopolíticos que plantean los medios y su transformación. Por ejemplo, todo lo que ocurre hoy en día alrededor de las radios comunitarias para la legalización es un fenómeno que no siempre está entendido cabalmente por los partidos de izquierda o los sindicatos incluso.

-Sin embargo, hoy se realiza una Cumbre Iberoamericana de los Pueblos en función de su lucha por las reivindicaciones sociales, ambientales, etc., lo que se suma a la proliferación de nuevos y pequeños medios de comunicación pro ciudadanos. ¿Será este un avance a lo que planteaba?

-Es que si hay una novedad, desde hace unos diez años, es justamente el levantamiento de la sociedad que se llama civil para que tengan derecho a voz, y ojo que es una lógica mayor. Incluso si solamente, por el momento, son minoritarios los grupos que se organizan finalmente en función de esta idea.

-Hoy se presentan los ejemplos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, y otros países en que la ciudadanía toma, como dicen los grandes medios, un giro hacia la izquierda en las elecciones de sus representantes en Latinoamérica. ¿Se puede hablar de una crisis de legitimación ciudadana al modelo neoliberal?

-Utilizo poco la noción de crisis, y ojo que efectivamente el modelo neoliberal mostró su faceta que se había olvidado. Su faceta de utilización de la fuerza para llegar a implantar su modelo de desarrollo económico. Es claro eso, porque finalmente se están expresando cada vez más las críticas sobre su quiebra, la quiebra de no realización por no realizar finalmente la promesa de la prosperidad para todos, me entiendes. Pero el modelo todavía tiene muchos recursos…

-Pero al menos la gente comienza a tomar conciencia de sus falencias, ¿o no?

-Exactamente. Las falencias por lo menos de este mito que decía que el modelo tenía la solución.

- Ahora bien, se nos dice que estamos insertos en un sistema democrático. No obstante, la concentración de medios de comunicación crece cada vez más. Entonces, ¿cuál es la democracia?

-Pienso que hablamos de una democracia restringida, y es por esta razón que está emergiendo en toda América Latina desde Brasil, México, Argentina, Uruguay, o digamos Chile también, reivindicaciones para la creación de la legalización plena de radios comunitarias. Es decir, que no sean solamente enclaves, porque tienen amplia difusión, entiendes. Existe la necesidad de crear o reformar los avisos públicos de radio, televisión, y de legislar sobre los límites de la concentración, toda una política de comunicación que tenga en cuenta la pluralidad de la voces, que esté orientada hacia ella.

-¿Cómo ve la política del gobierno en torno a su pasividad frente a la concentración de medios?

-Esa es una actitud totalmente suicida, porque detrás se constituye el enemigo, porque después se pueden volcar en contra del proyecto democrático, ¡es evidente eso!, ¡es evidente eso!.

-Sin embargo, según acusan algunos periodistas implicados, fue el mismo gobierno de la Concertación quien hace 17 años atrás se encargó de acabar con medios como revistas Análisis, Apsi, entre otras que aportaban al debate público y que ayudaron, paradójicamente, a la vuelta a la democracia. Todo esto para luego establecer, por parte del gobierno, "un pacto" con uno de los diarios más grande Chile…

-Eso fue muy trágico. Eso quiere decir que no había política de comunicación porque, mira, yo tenía cierta relación porque me gustaban mucho esas revistas, además de una de las última revistas en desaparecer como lo era la revista Rocinante dirigida por Faride Zerán. Era una revista que debería seguir existiendo, pero como finalmente casi la ahogaron, no por censura ni nada de eso, sino que por censura económica, ya que no tenía ni publicidad institucional, ni publicidad del Estado. El Estado distribuía su publicidad a los otros medios, eso es un elemento fundamental de una política de comunicación.

-¿Internet es una buena herramienta para democratizar la información?

-Pienso que Internet es un lugar donde pelean diversas ideologías sobre el uso de la misma. Es verdad que Internet en ciertos momentos te puede ayudar a pensar o entender mejor lo que ocurre. Pero digamos, si tú miras el uso de Internet a nivel de espacio público, no puedes decir que la mayoría va hacia el fortalecimiento del espacio público. Entre 1 y 5 por ciento participa en este espacio público, el resto es finalmente entretenimiento, etc. El problema es precisamente la necesidad de tener una visión crítica sobre todo lo que es Internet, y ojo que es fundamental tener un proceso de apropiación crítica, una pedagogía de apropiación crítica de Internet para finalmente no dispersarse en Internet, que es una gran máquina.

Julio Sánchez

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