MONTEVIDEO, 18 dic (IPS) - Con la inusual partida de un presidente al volante de su automóvil, el venezolano Hugo Chávez, y de copiloto su par boliviano Evo Morales, pasó este martes por la capital uruguaya con poca pena y menos gloria una nueva cumbre semestral del Mercosur.
Los mandatarios de los países del bloque y de sus  miembros asociados se tomaron poco más de dos horas para firmar un par de  declaraciones y un acuerdo de libre comercio con Israel, además de hablar con  énfasis del amor profundo a la integración, obviando disputas bilaterales como  la de Uruguay y Argentina. 
Las expectativas estaban puestas en la  entrega de la presidencia temporal del Mercosur (Mercado Común del Sur) del  mandatario de Uruguay, Tabaré Vázquez, a su flamante homóloga de Argentina,  Cristina Fernández, quien en su investidura el día 10 le imputó responsabilidad  exclusiva por el conflicto suscitado por la instalación de una fábrica de  celulosa en un río fronterizo. 
Pero la agresividad y destemplanza  faltaron a la cita, y ambos se mantuvieron en un tono de cordialidad, que puede  confirmar análisis previos sobre una distensión de la relación crispada entre  Montevideo y Buenos Aires mientras gobernaba Néstor Kirchner en Argentina, más  visceral que su esposa Fernández. La sede administrativa del Mercosur ubicada en  un restaurado ex hotel de la rambla montevideana fue puesta a disposición de  Fernández por parte del presidente anfitrión, con el agregado de que "ningún  argentino es extraño en tierras orientales", gentilicio que deriva del nombre  República Oriental del Uruguay, el río de la discordia. 
Luego expresó su  satisfacción por transferir el mando a un "país hermano" y se manifestó seguro  de que Fernández asumirá el cargo con "convicción, dedicación, responsabilidad y  pasión". 
Respecto del bloque conformado por Argentina, Brasil, Paraguay  y Uruguay, y Venezuela en lento proceso de adhesión, Vázquez cuestionó a los  gobiernos de las dos mayores economías la falta de voluntad para emprender  políticas específicas contra las asimetrías y avanzar en la libre circulación de  bienes, además de deponer trabas en muchos rubros. 
El mandatario reclamó  de sus pares sincerar la situación del Mercosur, admitir los problemas que se  afrontan y "ser plenamente conscientes de hasta dónde queremos y podemos llegar"  y, en ese marco, insistió en una mayor "flexibilidad" para permitir acuerdos  extrarregionales. 
Este punto es de suma importancia para Uruguay, que se  impuso abrir al mundo sus exportaciones para salir del corsé del bloque y lo ha  conseguido en parte en los casi tres años de gobierno del izquierdista Frente  Amplio, con acuerdos comerciales bilaterales con distintos países y uno sobre  inversiones con Estados Unidos. 
Tampoco Fernández ahorró manifestaciones  de beneplácito para con su par uruguayo al tomar el mando del Mercosur, rodeada  de sus pares Chávez, Morales, Michelle Bachelet, de Chile, Luiz Inácio Lula da  Silva, de Brasil y Nicanor Duarte Frutos, de Paraguay. 
Fernández elogió  a Vázquez por su "elección cultural, política e histórica de este espacio que es  el Mercosur", sobre el cual, añadió, algunos analistas señalaban que en esta  cumbre se firmaría su acta de defunción. 
"Eso lo dicen quienes no creen  en la potencia de los pueblos, en la identidad cultural e histórica, en  definitiva no creen en sí mismos", añadió para sostener que, si el bloque logró  superar el neoliberalismo fue por sus excelentes anticuerpos, y hoy goza de muy  buena salud. 
"No hay libertad sin igualdad, ni igualdad sin libertad",  arengó Fernández, y recordó que América Latina tal vez no sea el continente más  pobre, pero sí es el más desigual en la distribución de la riqueza. De ese modo  expresó una línea de pensamiento en la que coinciden casi todos los gobiernos de  la región, en un arco ideológico que va de la centroizquierda a la izquierda.  
Fernández se comprometió a definir en sus seis meses de gestión lo que  no se consiguió en el semestre que ahora concluye: un código aduanero que impida  que los productos de cada miembro paguen impuestos en una y otra dirección.  También permanecen en el debe los planes para reducir las asimetrías. 
En  esa falencia, muy sentida por Paraguay y Uruguay, se parapetó Chávez para llamar  la atención sobre la necesidad de que culmine el proceso de ingreso de su país  como miembro pleno, para lo cual falta la ratificación parlamentaria de Brasil y  Paraguay. 
Chávez explicó que la incorporación venezolana podrá  contribuir a la "eliminación de las asimetrías" mediante acuerdos bilaterales de  comercio, facilitando las inversiones en infraestructura y en obras públicas y  asegurando la estrategia energética para la región. 
También recordó que  Venezuela no cuenta con soberanía alimentaria, pese a sus grandes ingresos  petroleros, y necesita de los socios del sur de América para desarrollar su  sector agropecuario. 
El ingreso venezolano está demorado también por las  dificultades para establecer un cronograma de adopción del Arancel Externo Común  del bloque. 
Entre los pocas acciones concretas de la cumbre de  Montevideo está el tratado de libre comercio firmado con Israel, "el primer  acuerdo de este tipo con un socio extra regional, el cual entrará en vigor una  vez cumplidos los procesos internos de aprobación en los cincos países  involucrados", según reza la declaración final. 
También se acordaron  iniciativas entre el bloque y la Unión Europea sobre cooperación, que incluye un  aporte de 50 millones de dólares hasta 2013, además de nuevas muestras de  voluntad para "retomar el proceso de negociación de un Acuerdo de Asociación  Interregional", un camino muy sinuoso y más largo, que tendrá un nuevo alto en  mayo de 2008. 
Se decidió "elaborar un programa de integración  productiva, tendiente al desarrollo de cadenas de valor entre empresas de la  región, particularmente las pequeñas y medianas, lo que permitirá mejorar su  complementariedad y competitividad", añade el texto que cerró la cumbre de  Montevideo. 
Se celebró la creación del Banco del Sur, el 9 de de este  mes en Buenos Aires, un "instrumento financiero destinado a contribuir en los  esfuerzos para la consolidación del proceso de integración sudamericano".  
Finalmente, los mandatarios del Mercosur y de los países asociados  (Bolivia y Chile) respaldaron expresamente la institucionalidad boliviana, con  base "en el respeto de los principios democráticos" y condenaron la violencia  que busca vulnerar la estabilidad del gobierno de Morales y de los "órganos  elegidos por el pueblo", en referencia a los intentos de autonomía de los  departamentos orientales de ese país.
 
 
 

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